A comienzos del siglo XX Robert Michels definió la famosa “ley del hierro de las oligarquías en los partidos políticos”, y hoy, cuando la representación ha perdido toda importancia, los partidos se convierten primero en feudos y luego en mafias corruptas que se encargan de repartirse el dinero y el poder entre sus integrantes, utilizando a los electores quienes, de ciudadanos, pasan a convertirse en clientes.

Los dos Perú, las dos Españas, los dos Chiles…pasan a formar parte de un lugar común. En el caso de las últimas elecciones en Perú, la sierra estuvo más lejana que nunca de la Lima virreinal: el candidato – hoy Presidente electo con mayoría de votos, triunfó en todas las provincias de los Andes – y, en el fondo, tal como ocurrió en la guerra civil en Estados Unidos, podemos hablar con propiedad de dos Perú, Lima, diametralmente diferente a las tierras de los Andes.

Los sendos candidatos del balotaje representan este quiebre, el Perú “invertebrado”, (como describía José Ortega y Gasset sobre España). Pedro Castillo representa y se identifica a cabalidad con el Perú Andino, incluso, prefiere alimentar las gallinas que a participar en conferencias de prensa; antes de la primera vuelta muy pocos ciudadanos sabían de él y, hasta se burlaban por su manera de vestir, propia del campesino. La otra candidata, Keiko Fujimori, era la líder de los partidos limeños: Fuerza Popular, aliada al APRA, no era más que el producto de una democracia corrompida que, desde 1990, los Presidentes de la nación, salvo Panigua – duro en el cargo sólo un año – han sido condenados a la cárcel y, uno de ellos, Alán García, prefirió el suicidio a la prisión.

Cuando los partidos políticos se corrompen, la democracia, llamada representativa, no es más que un basurero donde las distintas instituciones del Estado se convierten en un vertedero: la burocracia termina siendo una fábrica reproductiva de mafiosos.

Los descendientes políticos de Víctor Raúl Haya de la Torre, entre quienes se encontraba  Alán García que gobernó durante dos períodos, destruyó la economía y, además, dio lugar al ingreso al poder de Alberto Fujimori, padre y padrino de las mafias corruptas al extremo.




Haya de la Torre, antes de su muerte, firmó la Constitución que abría el camino al dictador Fujimori quien, a su vez,  impuso su nueva Carta Magna, una mezcla de parlamentarismo y presidencialismo, por la cual el Presidente nomina al Primer Ministro, quien se encarga de formar gabinete ministerial, y si el Parlamento rechaza la confianza del Ejecutivo por dos veces consecutivas, se produce el cierre del Congreso. Por otra parte, si el partido político al cual pertenece el Mandatario de turno es minoritario, y si la oposición logra los dos tercios del Congreso, el Presidente es vacado por incapacidad moral.

A partir de 1990, con el triunfo de Fujimori, se instaló un sistema de partidos políticos, caracterizado por un combate permanente entre el Ejecutivo y el Congreso unicameral. En octubre de 1992, Fujimori ordena el cierre del Parlamento e instaura una dictadura, en la cual persiguió a cuanto rival se le pusiera en su camino. La corrupción se instaló y  esta condición persiste hasta ahora. Los fuji-videos de Vladimiro Montecinos, la prensa corrupta, vendida al sistema, sumada la renuncia de Fujimori al poder por medio de un fax, enviado desde Japón, abrieron camino a una seudo democracia, liderada por Alejandro Toledo, (hoy en proceso de extradición desde Estados Unidos). Los sucesores de Toledo, Ollanta Humala, Alán García, Pedro Pablo Kuzcinsky y Martín Vizcarra, siguieron por la senda de la vacancia, (en el caso de Vizcarra, el cierre del Congreso y, posteriormente, él mismo vacado).

El destino de todos los últimos Presidentes del Perú es el recurso al acceso de la “caja chica” de Odebrecht y, como resultado, la huida ante el requerimiento de la justicia. PPK se ha salvado por su avanzada edad, y permanece con prisión domiciliario. Alberto Fujimori,  (torturó a su propia esposa), depositó en su hija, Keiko, la jefatura de la mafia, cuando apenas contaba con 19 años de edad, en que se inició en las lides políticas. Ahora, con tres veces de candidata a la presidencia de la república, Keiko ha sabido muy bien utilizar el recurso de la mafia por medio de su Partido Fuerza Popular. Ahora, la Fiscalía pide 30 años de prisión por graves delitos corrupción, entre ellos asociación ilícita, lavado de dinero, y otros delitos, (el lunes 14 de junio, la Corte de Justicia se pronunciará sobre la situación judicial  de Keiko, quien podría a la cárcel.

El triunfo de Pedro Castillo podría ser el fin de una democracia mafiosa y corrupta.

Rafael Gumucio Rivas (El Viejo)

13/06/2021

 



El Clarín de Chile

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