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Liquidación forzosa. ¡Todo a luca!

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A una semana de las elecciones, donde el pueblo alzó la voz, empieza a hablarse otro lenguaje. Resultó ser una paliza a las estructuras del viejo poder. La derecha quedó pilucha, cubierta apenas con una hoja de parra. Aunque no lo desee, la desnudez sonroja a sus alcahuetas. La centro izquierda, cuya ambigüedad le ha permito sobrevivir a tropezones, aferrada a privilegios, lame sus heridas. Sitiado en su reducto en calidad de náufrago, Piñera se dispone a liquidar la escenografía, donde montó “Las preciosas ridículas” de Molière, para engatusar a los borregos. Previo a estas elecciones de mayo, ofreció en funciones callejeras, “Soy de la Clase Media”, farsa escrita por él. Desde luego, su principal actividad es vender baratijas y reliquias de santos que nunca existieron. No se debe hablar aquí de su gestión como presidente. Jamás entendió a cabalidad su función, obnubilado por acrecentar su patrimonio. Enfermiza obsesión destinada a enriquecerse a toda costa, pues las costas del océano Pacífico, son parte de su propiedad. Como sabe de negocios y administración de bancos, en años logró redondear su fortuna, iniciada en una alcancía que le obsequió un familiar. Chanchito de greda negra de Quinchamalí, el cual se extravió. Allí, empieza a ahorrar, chaucha sobre chaucha, mientras sus compañeros del parvulario, compraban golosinas a una señora, que las vendía en un canasto.

Después de la debacle en las elecciones del 15 y 16 de mayo, pondrá en venta los enseres de su tramposa actividad, acumulados durante años. Se destaca, una bola de cristal, no de otro material, como podría suponerse. Hay quienes a todo le otorgan una segunda intencionalidad, lo cual es ajeno al espíritu de quien escribe esta crónica, aunque al hacerlo, se muere de la risa. En la bola de cristal, los brujos de su corte imperial, le ven la suerte, mientras una lechuza desplumada, observa la escena. No siempre las desgracias llegan solas. El brujo, cuyo nombre se ignora, había vaticinado una holgada votación a favor de la dictadura empresarial; perdón, del conglomerado de gobierno. Esta manada de próceres, ¿había pensado que iba a perder las alcaldías emblemáticas de Santiago, Maipú, Viña del Mar y Ñuñoa entre otras? Además, suponía que Sharp en Valparaíso, después de ser denostado hasta el delirio, sería derrotado. Ganó al trote. Ni hablar de Daniel Jadue, cuya votación en Recoleta es una paliza. Sigue al frente de una comuna, antiguo reducto de inmigrantes árabes, judíos, españoles e italianos, que en su mayoría, eran vendedores ambulantes. Algunos de sus descendientes, olvidados de sus ancestros, desprecian ahora a quienes ejercen este oficio.

En la venta pública, cuya inauguración y lugar aún se estudia, también hay en oferta, una profusión de disfraces de bufones, payasos, saltimbanquis y un  apetecido traje de Luis XV, Rey de Francia. En un arranque de honestidad, el soberano francés —no el chileno— opinó: “Después de mí el diluvio”. El burlón de turno, discurrió para su capote: “Siempre que en esa fecha esté lloviendo”. Quienes deseen adquirir curiosidades a “luca”, encontrarán velones y casullas para concurrir a procesiones y cilicios destinados a mortificarse. Se incluyen látigos de cuero, cinturones de castidad y las novelas gazmoñas del actual embajador de Chile en España. Como el tránsfuga va a quedar cesante, hace guiños a los vencedores. También se ofrece, aun envuelta en papel celofán, la obra completa de Aristóteles. Así se llamaba también el poeta chileno Aristóteles España. A los 18 años, la dictadura cívico-militar, lo relegó a la isla Dawson. “¡Muera la poesía!” Le gritaban sus carceleros analfabetos, mientras le hacían mofas y le negaban el derecho a escribir.

En la venta pública se incluyen sábanas de dos plazas. Como van a ser muy solicitadas por los infelices, para secarse las lágrimas, serán cortadas y vendidas en formato de pañuelo. Aquellos sinvergüenzas que jamás lloran por la muerte de un ser querido, sí lo hacen cuando pierden el poder y el dinero. 

 

Por Walter Garib

 

    

 

 

 

Escritor

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  1. Don Walter, si yo pudiera expresar sus sentimientos, con mis palabras, acerca de la realidad de estos engendros, no hubiera podido hacerlo como usted lo ha. Créame, lo he releido y todavía me quedan ganas de volver a hacerlo. Gracias, no solamente a usted, sino tambien a otros del Clarin, como el VIEJO, que expresan vividamente lo que otros no podemos

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