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Megaelecciones: la expresión en el voto de la revuelta popular

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No hay dobles lecturas. Las megaelecciones chilenas del 15 y 16 de mayo han recogido y conducido el espíritu del 18 de octubre del 2019. Es el primer resultado electoral desde la mayor revuelta popular de los últimos treinta años cuya expresión política ha sido un repudio a los partidos tradicionales, en especial a la derecha más dura y la exConcertación, y un apoyo importante a los representantes independientes y los partidos de izquierda. El orden político de las tres últimas décadas, que contuvo una institucionalidad basada en la ortodoxia del mercado, que favoreció a las grandes corporaciones a costa de las y los trabajadores, el medio ambiente y los y las ciudadanas, ha perdido representantes en todas las elecciones del fin de semana, desde las gobernaciones regionales, las municipales y en la Convención Constituyente encargada de elaborar a partir de junio una nueva constitución.

 

La mayor pérdida para la derecha dura ha sido en la elección de los y las constituyentes al no haber obtenido un tercio de la convención, el quórum que permite vetar artículos que no favorezcan a sus representados. Podrá negociar con los sectores reformistas de la exConcertación, tal vez con algunos de los independientes, pero la mirada atenta de una población movilizada hacia una clase política deteriorada no facilitarán estos pactos ni quedarán en la impunidad.

 

Los resultados han dejado mudos a los analistas y encuestadores en cuanto todos erraron en sus proyecciones. Aun cuando las protestas bajaron su intensidad desde el año pasado, principalmente debido a la pandemia y a las restricciones sanitarias, la población mantiene su malestar y ha golpeado a los políticos y a las elites ya no con barricadas y marchas sino con sus propias herramientas institucionales. Otros que también han quedado mudos son los políticos tradicionales, que muy a su pesar han debido aceptar la contundente derrota. Uno de los pocos que ha sacado la voz este lunes es el diputado demócrata cristiano Gabriel Silber al reconocer que su partido es uno de los “más damnificados” en esta elección.

 

Hay regocijo en los partidos que han triunfado. La coalición Apruebo Dignidad, entre el Partido Comunista y el Frente Amplio, logró no solo una importante representación constitucional sino también en las elecciones municipales con triunfos muy visibles en comunas muy pobladas. Y tienen también esperanzas bien fundamentadas en las próximas elecciones de noviembre para renovar la Cámara de Diputados y Diputadas, la mitad del Senado y al o la futura presidente.

 

Lo fundamental será la elaboración de la nueva constitución. Los cambios más importantes serán aquellos que desinstalen el repudiado modelo neoliberal. ¿Qué es lo más básico? Es aquello que la derecha y sus representados, que son las grandes corporaciones, han cuidado durante más de treinta años. Y es también lo que ha estado pidiendo el pueblo a gritos desde el año 2019 y sigue en el aire. Para empezar, recuperación de derechos básicos como salud y educación gratuita y de calidad, recuperación de los recursos naturales, como el cobre y el litio en manos de privados, un sistema de previsión social de reparto y digno, paridad de género en todas las instituciones, derechos de los pueblos originarios, derecho al agua como bien público y el fin a todos  discriminaciones. En fin, transformaciones, como decían los lienzos el 2019, para vivir con dignidad. Una panoplia básica que puede ir más lejos con las nuevas mayorías, como la protección del medio ambiente como valor primordial, cambios en el poder legislativo, por ejemplo la eliminación del Senado, el paso de un sistema presidencial a uno parlamentario o una descentralización real del estado chileno. A pesar que la convención impide que la nueva constitución incluya asuntos que crucen los tratados de libre comercio, es posible que se alteren estas normas con la futura composición de la convención en la que hay numerosos constitucionales que representan a sectores perjudicados por esos tratados.

 

Es evidente el debilitamiento de los políticos tradicionales y su narrativa neoliberal. El domingo por la noche el presidente Sebastián Piñera admitió la derrota de su sector cuando dijo que “no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y anhelos de la ciudadanía. Estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y nuevos liderazgos”. Un fracaso que se suma a muchos otros y que podría ser la lápida sobre su gobierno y su figura. Porque Piñera ha hecho todo mal desde octubre del 2019. Desde la brutal represión y violaciones a los derechos humanos por agentes del estado a la nula respuesta a las demandas sociales. Por todo esto, y pese a la buena campaña de vacunación contra el Covid-19, es el presidente más repudiado desde el fin de la dictadura en 1990 y es posible que su malogrado gobierno y su abierta defensa de las grandes corporaciones industriales y financieras haya influido en esta derrota electoral.

 

Y es también claro el fortalecimiento de la voluntad popular. En numerosas redes sociales podían leerse esta mañana los mensajes de reconocimiento, y agradecimiento, a los jóvenes que han entregado incluso su vida por las demandas que  recogerá la convención constitucional. A los asesinados por Carabineros de Chile, a los que perdieron la vista, a los millares de mutilados, a los de la primera línea de combate callejero, a los jóvenes que saltaron los torniquetes del metro y a los centenares de presos políticos de la revuelta que siguen en la cárcel. Sin ellos lo que ocurrió este fin de semana no hubiera sido posible.

 

Tal vez el efecto más relevante de los contundentes resultados electorales es su continuidad. El espíritu rebelde del 18 de octubre sigue presente y se expresa como un proceso en plena marcha. Es posible que estemos ante un cambio de régimen, transformación anotada por algunos analistas. De ser así, se abre en Chile un escenario de máximo interés que tiene una siguiente etapa en noviembre próximo en unas elecciones presidenciales que probablemente ganará la oposición al actual gobierno.

 

Por Paul Walder

Periodista

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  1. Renato Alvarado Vidal says:

    Algo destacable es que esta derrota del «partido del orden» se produjo en una elección en la que disminuyó la participación y en la que fuimos a votar los viejatos que acostumbramos hacerlo como un ritual republicano; el electorado más joven y más identificado con la rebelión popular vio con desconfianza esta Convención Constitucional no soberana y acotada desde el mismo mecanismo de elección de los participantes; si este grupo hubiese votado, el descalabro de la casta política habría sido aun más acusado.

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