Elección del fin de semana determinará qué tan mínimos serán los mínimos
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Estamos a pocos días de las elecciones de miembros para la Convención Constitucional, alcaldes, concejales y gobernadores. Se han escrito ríos de tinta sobre la primera de ellas y sus efectos en los próximos 30 o 40 años, cualquiera que sea el resultado final. Y esto, independientemente que una Constitución vale lo que vale por el respeto o su contrario que los gobiernos históricamente tienen por ella. De ella y con razón los comentaristas han explicado con detalles por qué se trata de un engaño monumental. El pueblo, depositario original de la soberanía, no podrá constituirse libre y democráticamente para redactar la nueva Constitución. El reglamento impuesto discretamente por la casta política que domina el Parlamento chileno impide el ejercicio democrático más elemental. No se pueden cambiar ni los tiempos, ni los reglamentos, ni el quorum de los acuerdos. Todo está debidamente amarrado. Como velo protector de la actual constitución Pinochet-Lagos, está la exigencia de respetar todos los tratados internacionales suscritos por Chile, garantizando con esto que el modelo exportador de nuestra riqueza que regala nuestros recursos naturales a las compañías transnacionales está asegurado.
La respuesta de la clase dominante a la rebelión del 18-O fue el nefasto Acuerdo por la Paz. Su poder permanece incólume. Los dueños del poder no están dispuestos a permitir que nada sustancial cambie en este país. Tal es el carácter y esto es lo que significa la realización de la elección para la Convención Constitucional que, como se ve, no tiene nada que ver con la democracia.
Como la caldera social ha seguido en lenta ebullición esta vez, producto de las restricciones sanitarias y el amplio despliegue de las FFAA sumado a la represión constante y hasta anticipada de Carabineros, y en vista del solo anuncio de la Huelga General convocada para el 30 de Abril, el Gobierno, que se cae a pedazos, consideró necesario realizar otra maniobra de bajo estofa politiquera invitando al Senado y Cámara de Diputados a una reunión de emergencia. Como lo dijimos en comentario anterior, allí concurrió la senadora Yasna Provoste en su calidad de presidenta del Senado para discutir sobre un supuesto paquete de ayuda a la población: los muy bien llamados “mínimos comunes”. Qué es lo mínimo que le damos a los trabajadores para que trabajen y terminen con manifestaciones y huelgas.
Pero al igual que los ofrecimientos de una nueva Constitución democrática que el Acuerdo Por la Paz se encargó de negar, el anuncio de acuerdos mínimos entre el Gobierno y el Parlamento servirán a la oligarquía y sus mandatados para medir qué tan mínimos pueden ser los mínimos que estarán dispuestos a dar a los trabajadores.
De allí la importancia de estas elecciones. Porque si no hay un rechazo masivo en las urnas a candidatas y candidatos de la Derecha y la “Oposición”, la casta dirigente descansará tranquila y habrá que contentarse con migajas como mínimos comunes.
Por estas razones, el pueblo trabajador debe intentar propinarle otra derrota electoral a los dueños de Chile. No solo porque esta derrota puede ser determinante para las elecciones presidenciales que vienen en Noviembre próximo, sino porque las urgentes necesidades de un pueblo cesante y sufriendo de hambre literalmente hablando quedarán nuevamente postergadas, conduciendo al país cada vez más a una gran catástrofe humana, social y económica. Esta es la importancia de derrotar la Derecha ahora. Más exactamente derrotar las dos Derechas parlamentarias. Derrotar a las seis familias dueñas de la mitad de Chile. Derrotar cualquier desvarío militarista que pudiesen tener algunos oficiales hijos de la burguesía que se creen tienen la misión última de defender el sistema que los favorece.
En el actual momento político es preciso ver más lejos que el engaño actual que representa la votación de candidatos para la Convención Constitucional, la que algunos llaman a boicotear no votando, ya que se trata justamente de un monumental engaño. Se trata no solo de derrotar a los representantes del sistema de dominación cuantitativamente -un objetivo difícil de conseguir – sino que cualitativamente: que no sean electos y electas todos los personajes y personajillos emblemáticos de la Derecha como Marcela Cubillos, Teresa Marinovic, Cristian Monckeberg o Gonzalo Blumel o los operadores políticos y parlamentarios que con distintos disfraces así como algunos “independientes” que concurren a ganar un lugar para asegurarse que nada cambie. La derrota de esos personajes, si así ocurriese, sería políticamente importante pues demostraría claramente que la sociedad quiere cambios de verdad y rechaza el modelo de dominación actual.
En la misma oportunidad se realizan también las elecciones a alcaldes, concejales y gobernadores. Estas elecciones son también muy importantes. Si creemos que la nueva sociedad nace primero en donde realizamos nuestra vida cotidiana, esos “territorios” como llaman hoy los politicólogos, son el primer lugar donde se debe ejercer la democracia popular y participativa echando las bases de un Poder Popular. Entonces, y a pesar de la confusión que provocan tres elecciones simultáneas hay que preocuparse también de derrotar en esas instancias a la Derecha y a la clase política. En los dos últimos casos, se trata de concursos más o menos abiertos donde la Derecha no tiene garantizado nada. Los agoreros de la derrota no tienen aquí argumentos para restarse a llamar a la movilización a favor de candidatas y candidatos populares. El campo de lucha está más o menos equilibrado a pesar que los representantes del poder utilizan recursos fiscales para su propaganda política, como lo hace el Alcalde de Pirque estos días, enviando carta abierta a los adultos mayores de la comuna – una de concentración de los patrones de fundo más antigua de Chile- para votar por el candidato de su preferencia[i]. Hay que derrotar los representantes de esa clase oligárquica. Por más que se diga otra cosa, no es lo mismo elegir por ejemplo alcalde de Valparaíso a J. Sharp o a C, Bannen de la UDI.
Tal derrota de las dos Derechas es técnicamente posible aún cuando sea menos probable. Porque veamos el estado de ánimo de la gente que se refleja en las encuestas. ¿Qué dicen las encuestas – todas ellas – sobre la popularidad de Piñera y su gobierno? Qué dicen las encuestas – hace rato – sobre la popularidad del Parlamento y el Senado? Qué dicen las encuestas sobre las simpatías por todos los partidos políticos desde la UDI hasta el FA? Qué dicen las encuestas sobre la popularidad sobre ese ejército de candidatos presidenciales de la Derecha y la ex Concertación donde los más destacados no pasan del 4% de aprobación?
Todos sabemos que las encuestas mienten. Pero es también verdad que los resultados de estas preferencias son parecidas y sus cifras son estables y con poca variación en un largo período de tiempo, particularmente aquel que ha transcurrido desde el 18-O hasta hoy. Y eso en todas las empresas que organizan encuestas, sean ellas favorables al sistema o a la “Oposición”.
¿No representan nada esas preferencias para la votación del próximo fin de semana? ¿Porqué desperdiciar toda esta rabia acumulada, esta desesperación de millones de chilenos y chilenos, esta toma creciente de conciencia de la explotación de unos pocos sobre unos muchos? ¿Cuántas veces en la historia reciente los trabajadores masivamente como ahora están dispuestos a luchar seriamente para conseguir sus objetivos, donde el desempleo y el hambre nos han hecho retroceder decenios?
Permítanme repetirlo. Tal derrota para la Derecha significaría que los trabajadores han descubierto el engaño actual de los “mínimos comunes” que la clase política discute con el gobierno, para la salvación política de ambos. El gobierno no existe hace rato y su criminal política de defensa a ultranza de las ganancias ha permitido la muerte de miles de compatriotas por el virus que los ha obligado a tener que salir a trabajar. La clase política por su parte está igualmente en desbandada porque sabe que no representa a nadie en este país. Corre ahora a discutir de “mínimos comunes” – solo ahora descubren la miseria y el hambre – porque ve sus intereses seriamente amenazados por el desprecio popular y la absoluta desconfianza que despiertan. Pueden perder la pega. Unos y otros perjudican grandemente las opciones electorales de sus militantes y amigos en la próxima multi-elección. Por otra parte sus candidatos presidenciales no tienen más apoyo que sus pobres familias políticas y el dinero que sigue llegando de las empresas, las mismas “creadoras de empleo” que no han despedido más trabajadores solo porque tienen el dinero de los contribuyentes que les llega del Gobierno. La propagandeada operación “mínimos comunes” para “ayudar a los que más lo necesitan” como dicen piadosamente, ya se sabe que es más de lo mismo.
La gran propuesta de la “Oposición” es establecer TEMPORALMENTE durante 3 meses lo que llaman pomposamente Renta Básica Universal de Emergencia. Universal no es pues se trata de darla a las familias que están en el Registro Social de Hogares. Y los millones de chilenos que recibirían este beneficio dejarían la linea de la pobreza solo por tres meses “prorrogables” pide la “Oposición” Una descarada propaganda electoral a una semana de elecciones a la cual con justa razón y por ese motivo se ha restado el PC y el FA. Este fin de semana que pasó (8-9/5) la “Oposición” realizaba una maratón virtual para proponer medidas y más medidas para parchar lo que no tiene arreglo. Nada que sirva para combatir el desempleo estructural y el hambre consiguiente. Ellos solo discuten cual es el mínimo en los tiempos actuales, que es necesario dar a un trabajador para que este pueda comer y seguir produciendo ganancias al patrón que lo explota. Ni más ni menos. La llamada tasa de subsistencia. ¿O alguien estará pensando que estos “mínimos” tienen como objetivo servir para mejorar el nivel de vida de los chilenos de manera permanente?
Una potencial derrota, aunque fuese simbólica sobre la Derecha produciría también un efecto de lucha feroz entre las fracciones políticas de la Derecha y la “Oposición” para elegir un candidato(a) que fuese capaz de combatir a quien ofrece mandarlos a la calle como Pamela Jiles o la amenaza que representa para el sistema un gobierno de Jadue y el PC. Ya en estos días solamente la UDI tiene a dos candidatos que se muestran las garras, lo que a juicio de mantenerse sería una derrota segura en las primarias según ellos. Una lucha donde la candidata Matthei juega a dos bandas: candidata presidencial y candidata a la alcaldía de Las Condes. Por si acaso. Otro tanto tiene la DC donde la candidata oficial, la senadora Rincón, tiene una imprevista rival en la senadora Provoste, que aparece estos días representando la casta política para salvar el poder establecido. Buena defensora del sistema del cual vive hace ya por lo menos dos decenios. La ex Concertación por su parte se debate en la desesperación de ver que perderían una primaria contra Jadue, cualquiera fuese el candidato que acordaran, algo que está lejos de suceder, tal es la ambición de sus aspirantes. De Boric mejor ni hablar porque aún no tiene ni siquiera las firmas para ser candidato oficial. De acuerdo a lo sabido estos días, no es nada seguro que este modesto triunfo se concretice. Tal es el grado de descomposición de la política chilena, lejos de los intereses de las grandes mayorías.
Todas estas percepciones son comunes en grandes segmentos de la sociedad chilena. Un rechazo total a todo lo establecido, a la falsa democracia en la cual vivimos, al sistema de dominación y sus representantes. ¿Qué mejor que golpearles en la cara y en su terreno en un acto electoral que normalmente las elites realizan para mantener el statuo quo y avanzar otro paso en la dirección justa de una sociedad sin explotación que favorezca a las mayorías y no a las minorías nacionales?
Por las razones expuestas bien vale la pena votar. Organice su red personal, hable con sus familiares y amigos, haga crecer sus propias convicciones en términos concretos. Lea las cartillas de electores de su distrito porque hay algunas que son numerosísimas y muchas candidatas y candidatos son desconocidos para los electores. (que bien se la piensa el sistema organizando esta gran confusión de tres elecciones en una!). No se quede rumiando en su casa pensando que nada vale la pena. Eso querría que sintiésemos justamente los dueños del Poder. Si nos movilizamos una cantidad suficiente, otro gallo puede cantar y de paso habremos avanzado otro paso en la organización del trabajo político de ganar conciencias para cambiar la sociedad definitivamente. Solo la acción y voluntad de los individuos pueden cambiar la realidad social.
Por Patricio Serendero
[i] En Pirque hasta mitad de los años 50 del siglo pasado todavía se vendían los fundos con tantos votos para el Partido Conservador o Liberal, o sea, aquellos de los campesinos que vivían en el fundo, obligados a votar por el candidato del patrón.
Renato Alvarado Vidal says:
Fue divertido – y significativo – escuchar a Joaquín Lavín diciendo que lo importante para su sector, es tener un candidato que pueda enfrentar a Pamela Jiles o a Daniel Jadue; el eventual candidato de la Concertación ni siquiera se le cruzó por el horizonte.
Gino Vallega says:
Para orientar a quienes lean El Clarín , falta que sus periodistas den listas de nombres por los cuales votar y por los cuales NO VOTAR ; que se den ,con claridad , los nombres de las listas a NO VOTAR y aquellas que prometen mejores resultados para la convención constituyente : hay demasiado ruido y poca información positiva.
NO VOTE LISTAS DE «PARTIDOS30AÑOS».ELIJA VOTAR INDEPENDIENTES NO COMPROMETIDOS CON LOS PARTIDOS POLÍTICOS TRADICIONALES.