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¿Y quiénes son estas muñecas?

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Cuando existen demasiados temas de qué escribir, es difícil escribir. El 21 de noviembre de este año, se deben realizar las cacareadas elecciones presidenciales. Ajustados al tiempo verbal, corresponde decir: “se realizarían”, pues la pandemia nos mantiene en la incertidumbre, enclaustrados en nuestros hogares. Dedicados al ocio, aunque le desagrade al señor Ariztía, exigidos a ver TV y tragar las noticias manipuladas. De pronto, surge un programa satírico y los afectados, amenazan agarrar las armas, pues ignoran el arte de debatir. Otra vez se le quiere poner mordaza a la libertad de expresión. Se debe señalar también como culpable de este intríngulis, al desbarajuste político, ad portas de las nuevas elecciones. Unida a la oscuridad de las promesas que sostienen las campañas electorales, donde alrededor de 18 postulantes a la presidencia, pugnan por convencer a los borregos. Es sabido que en Chile, y en infinidad de lugares de la tierra, son quienes definen las elecciones. Se trata de un conglomerado amorfo, fácil de engañar y manipular, cuya credulidad es patológica. Dominados por la ingenuidad, creen en las promesas y se las tragan. Admiran y veneran a quien los saluda de mano y los invita a comerse una empanada.

A meses de la elección presidencial, donde se elegirá al sucesor de “Don Promesa”, siempre que no renuncie antes y se emplume al dorado exilio, candidatos y candidatas empiezan a acicalarse. Ha llegado la hora de hacer teatro callejero, imitación vulgar del que realizan los verdaderos cultores de esta milenaria actividad. Se desempolvan quienes viven en permanente anonimato; otros se quitan las telarañas del olvido, las odiosas legañas, y de pronto, como alguien los convence de sus dotes de profetas, anuncian su candidatura. Ni siquiera poseen el pudor de negarse a las adulaciones y se apresuran a mostrarse en los escenarios de la farándula. Cambian de sonrisa, modulan mejor, buscan amistades vinculadas al poder y se arriman a quienes manejan las finanzas. De no haber dinero, no hay candidatura posible. ¿Han sopesado que el elegido o elegida deberá rehacer el país desde sus cimientos o cenizas, atacado por un cataclismo? Siempre se va a decir que el gobierno que finaliza su gestión, es el peor de la historia y se repite como monserga. Lo cual ahora, sí es verdad. La administración del señor de los tiempos mejores y el oasis de paz, engañó a Chile. ¿Cómo describir semejante debacle que se veía venir y no hubo voluntad política, ni estrategia alguna en mitigarla? Como de costumbre, los damnificados son los de siempre; y quienes nunca pierden, volvieron a enriquecerse.

Nombrar a los candidatos que escuchan voces de ultratumba durante las noches, que les hablan de ser el salvador de la patria, el elegido por los dioses del Olimpo, el amado por los borregos, llenaríamos esta crónica. En medio del tiquismiquis (alharaca) hermosa palabra que acabo de leer en una novela y desconocía su significado, uno se pregunta, si la multitud de candidatos y candidatas, reúne cualidades para aspirar a la primera magistratura. El abanico es variopinto y el electorado, puede elegir a cualquiera.

Decir cualquiera, puede ser una injuria gratuita y los agraviados, van a recurrir a la justicia y acusarnos de lenguaraces. Como la libertad de expresión cada día se cuestiona y escribir lo que se piensa, es un delito, uno termina escribiendo elogios al sinvergüenza. En una crónica anterior, hablaba de la posibilidad que las elecciones de abril se postergaran y así sucedió. Ahora si la pandemia continúa y seguimos encerrados, vuelta a aplazar las elecciones de mayo. A este compás de cueca brava, se llegará a fines de año, donde aún no se completa la vacunación de la gente y se produce un nuevo aplazamiento. En tal caso, se recomienda que los 18 o más postulantes al trono de Chile, decidan realizar un bingo o una carrera de ensacados, para definir al vencedor.

Por Walter Garib

 

 

 

 

Escritor

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