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Piñera, más perdido que el teniente Bello

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A comienzos del siglo XX un teniente, de apellido Bello, desapareció entre los cerros de San Antonio, y fue imposible encontrarlo, vivo o muerto. De ahí surgió el famoso dicho “más perdido que el teniente Bello”.

A la intención de acusar constitucionalmente al Presidente, cada día se agregan nuevos parlamentarios de distintos colores para apoyar este libelo, y de prosperar esta acusación, sería el único Presidente de Chile en ser juzgado dos veces, en un período de cuatro años. La única acusación a un Presidente que ha sido aprobada por el Senado fue la del Presidente Carlos Ibáñez del Campo, pero en ausencia, cuando estaba exiliado en Argentina; (este ex dictador, para no despertar sospechas a su regreso a Chile, se abstuvo de usar el apellido de Bello, y lo cambió por el de  Aránguiz que, hasta el Presidente Dávila, lo tendría como vecino).

La situación del Presidente Piñera sobre su salud y la duda sobre sus competencias para gobernar comienza a complicarse a medida que transcurren  los días. En 1891, Julio Zegers acusó a José Manuel Balmaceda de enajenado mental, pero en el fondo, la guerra civil entre dos fracciones de la oligarquía – la presidencialista y la parlamentaria – no tuvo mayor trascendencia, pues se trataba de reemplazar al “rey” por la “fronda aristocrática”, es decir, llevar al “Champú” al suicidio y repartirse el poder entre los parlamentarios, que siempre lo habían tenido -.

Los senadores Guillier y Bianchi, un poco más agudos y decididos que sus colegas, han constatado algo que la mayoría de los chilenos sabe: desde el 18 de octubre de 2019 el Presidente Piñera está padeciendo de trastornos, notoriamente graves, y su narcisismo patológico se suma la incapacidad de comunicarse con sus gobernados y, lógicamente, pasa de etapas de euforia y falso optimismo, a profundas depresiones, (los especialistas creen que no está lejos de sufrir de trastornos de bipolaridad).

Si continuamos en este desgobierno, varios hechos corroborarían estas hipótesis: en el auge de la insurrección de octubre de 2019, ante el rechazo de los militares de hacerse cómplices de una masacre, tomó el micrófono y, públicamente, declaró la guerra a los chilenos; era casi imposible comprender el significado de sus palabras y las consecuencias a venir; (con un mínimo de sentido común y en franca deliberación, el general Iturriaga nombrado para dirigir el Estado de excepción,  ´declaró ser un hombre feliz y que no estaba en guerra con nadie, menos contra sus compatriotas´). La esposa de Piñera,  Cecilia Morel, se colgó a la lámpara de su marido, y expresó que estábamos invadidos por los alienígenas, a quienes costaba dominar, (a lo mejor, los verdes alienígenas eran los chilenos muertos de hambre).

La pandemia vino en auxilio de Piñera: al fin podía confinar a los “rotos”, que muy pronto se enfrentarían con “la pelada”, y no con los carabineros; a fin de que el plan de eliminación diera los resultados esperados bastaba con ofrecerles Bonos fantasma e impedir que sobrevivieran de sus magros ahorros, producto del ahorro forzoso.

El Presidente pasó de la depresión a la euforia y, provocando al pueblo, se le ocurrió tomarse una foto al pie del caballo del general  Baquedano, (según Joaquín Edwards Bello, esta estatua correspondería al general Foch, héroe francés en la Primera Guerra Mundial, y como muchas de las crónicas del genial escritor, son más ficción que realidad; según este mismo autor, Baquedano era un anciano, ya bastante limitado, pero la estrategia infantil de la ´bayoneta calada´, le dio buenos resultados). El general “exitoso” era bastante limitado mentalmente. Edwards Bello cuenta que las hermanas Pinto encerraban al general en un baño, estilo campesino, cuando hacía sus necesidades para reírse de él.

El Presidente Piñera no cabía de alegría cuando el mundo reconoció que Chile lideraba la inoculación de la vacuna contra el Covid-19 y, de nuevo, ´Su Excelencia´ rememoró los buenos tiempos de su primer gobierno, cuando ´salvó la vida de 33 mineros, enterrados en las profundidades de la tierra´.

En otro escenario se le ocurrió pensar que podría pasar a la historia si dominaba al Congreso que, a falta de gobernabilidad, osó tomarse el poder: en medio del desprestigio de los políticos, los parlamentarios reemplazaron a los romanos “tribunos de la plebe”, y apoyaron el primer retiro del 10% de los ahorros en las AFP, y nada de tontos, pues hasta aquellos diputados que no se atrevían a hacer uso de la palabra en el hemiciclo, se convirtieron, con su voto, en “salvadores” del pueblo, que tenían que decidir por el virus del Covid-19, o de morir por inanición.

El primer retiro resultó un éxito, pues reactivó la economía y redujo el endeudamiento, por consiguiente, los candidatos a distintos cargos de elección popular, en vez de colocar la foto del Presidente Piñera en sus carteles de publicidad en campaña, ahora ellos mismos se presentaban como adalides del segundo retiro del 10%. Piñera volvió a caer en la depresión y, en su desesperación, temía que los “rotos” se apropiaran de las acciones de sus empresas, pero encontró una posible solución: un organismo ridículo – pretende ser Tribunal Constitucional – con mayoría de gobierno, había nominado como presidenta del TC a una antigua jefa del “segundo piso”, María Luisa Brahm, que podía determinar que los parlamentarios no tenían atribuciones para reformar la Constitución.

El Presidente se veía cada vez más solo y demacrado y, para completar el Armagedón, sólo faltaba que los diputados y senadores de gobierno se plegaran a los de oposición para aprobar, con mayoría nunca vista, superando los 2/3 exigidos.

Con el 90% de los chilenos en contra, traicionado por sus propios partidos que antes lo apoyaban, con una acusación constitucional ad portas y, posiblemente, declarado incompetente para regir los destinos del país, a Sebastián Piñera sólo le restan sus amigos empresarios, que ahora se solazan pronunciando estulticias, (los Bonos que el gobierno ofrece, hacen que la gente se quede en su modorra y no trabaje, por ejemplo).

Por mucho que busquen a Sebastián Piñera en los Cerros de Manquehue, o bien lo vean comprando vino de calidad en una botillería de lujo, el “más perdido que el teniente Bello” va a ocupar el lugar del Presidente Piñera, a no ser que trajéramos a colación la anécdota de Ramón Barros Luco: cuando se hundió el Blanco Encalada salvó – como Jonás – su vida gracias a un pez, (mito o realidad, don Ramón es el personaje más parecido a Sebastián Piñera). En otro alcance, la Revista Topaze presentaba al Presidente Arturo Alessandri como loco: famosa es la caricatura del “doctor japonés” cuando le pregunta don Arturo “¿cómo estoy? Y el “doctor” le responde: “cabecha mala”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

23/04/2021

Historiador y cronista

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  1. Gino Vallega says:

    Debemos llamar a los «historiadores» , «cuentistas populares» ? La historia nacional , contada al «divino botón» , es entretenida , sin duda. La Bipo del Piñe , no lo es.

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