Crónicas de un país anormal Nuestra Región Latinoamericana

El club de las vacunas VIP en Argentina y la pandemia como arma política

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Previamente al triunfo de Alberto Fernández, actual Presidente de Argentina, la política de ese país ya estaba podrida: un 50% de pobres, la moneda, (el peso), que  no valía nada y el Presidente saliente ya vendido al país al Fondo Monetario Internacional, (FMI).

Argentina fue uno de los países sudamericanos en aplicar rigurosas medidas para hacer frente al COVID-19, tales como un confinamiento prolongado y medidas sanitarias muy estrictas. En el comienzo de la pandemia el Presidente Fernández fue aplaudido por la gran mayoría de los ciudadanos, pero con el transcurrir de los días, el amor se transformó en odio y desagrado.

La derecha argentina, antes callada por la derrota de su Presidente, Mauricio Macri, revivió al organizar grandes marchas en Buenos, frente al Obelisco, como también en las demás ciudades del país, apoyadas por el Grupo Clarín y La Nación, y por otros medios de comunicación de masas.

La adquisición de las vacunas se iba complicando: en un comienzo se negoció con el Laboratorio Pfizer que, con tantas condiciones y exigencias, llegó a la ruptura – así sucedió con otros Laboratorios -. Al final, Argentina terminó negociando con el laboratorio de la Vacuna Sputnik V. El creer que el asunto de las vacunas, en plena pandemia, es apolítico se torna una candidez; Sputnik, inoculada previamente en Rusia, era puesta en duda por sus rivales de otros países, (nunca falta el imbécil antisoviético que se niega a aceptar esa vacuna, olvidándose que la “guerra fría y el Muro de Berlín cayó hace muchos años).

El ministro de Salud de Argentina, Ginés González García, (ex embajador en Chile, y que tuvo la gracia de aparecer con un buen bostezo mientras hablaba Piñera en uno de sus monótonos discursos), es un viejo militante del peronismo, y muy competente en Salud Pública. Su campaña de organización de la vacunación funcionaba bien, y ya contaba con la primera remesa de vacunas, sin embargo, el viernes, 19 de febrero y debido a una hábil jugada, el antiguo Montonero, Horacio   Verbitsky, en la radio expresó que había llamado a su amigo, el ministro de Salud, para preguntarle hacia dónde tenía que dirigirse para recibir su vacuna; se le citó a la sede del Ministerio de Salud, donde fue inoculado. La historia, que parecía inocente, resultó ser una bomba de tiempo.

Los Diarios de derecha aprovecharon el escándalo para dar a conocer una serie listas de funcionarios que también habían sido vacunados en ese Centro de Salud, (no faltaban personajes políticos famosos, como el ex Presidente de la República, Eduardo Duhalde, su esposa, dos hijas y el chofer, así como ministros y muchos otros importantes personajes del peronismo y de Cámpora).

El Presidente, Alberto Fernández, actuó de inmediato al pedir la renuncia de su ministro de Salud, y así, dar por superado lo que él consideraba “un error político”, sin embargo, la Prensa de derecha ha aprovechado la situación para denunciar el escándalo de proporciones.

Es lógico que lo actuado por los gobiernos peruano y argentino es un abuso imperdonable y de una inmoralidad, mucho grave que los delitos que conlleva, pues significa que cada una de las dosis de la vacuna podría haber salvado la vida de un adulto mayor o de haber protegido a un médico u otro funcionario de la salud.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

23/02/2021

 

Historiador y cronista

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  1. no hay odio en la población…a gines se lo reconoció como un muy buen ministro….pero lo que hizo es totalmente reprochable…No es cierto sobre la cantidad de vacunados. la justicia actúa… Aca se dice que en Chile hay 34.000 vacunados Vip….Saludos

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