Cuando el divorcio era muy difícil de lograrlo no quedaba otra solución que la convivencia, así la separación fuera de hecho y de común acuerdo. Cataluña y España han tenido una muy mala relación desde hace siglos: los catalanes no se sienten españoles y los españoles en Cataluña tampoco están a gusto.

Cataluña es una gran ciudad industrial, más cerca de Francia que de España, y como un intelectual francés describía a España, “era un país de campesinos y de curas” y, por el contrario, Cataluña, tierra de inmigrantes que, junto a Andalucía, era la cuna del anarquismo”.

El gran mérito de la II República española fue el de haber consignado en la Constitución la institución de las Autonomías; desafortunadamente, la autonomía vasca sólo se llevó a cabo en la guerra civil. Si hay algún mérito de Manuel Azaña, Presidente del gobierno español en la II República, es el del Acuerdo entre el gobierno y Francis Macías, Presidente del gobierno catalán, por la autonomía que, posteriormente, (1934), llevó a la autonomía, así hubiera sido por un día. El héroe de esta hazaña fue el catalán Lluís Companyis, (después fue fusilado por los franquistas).

A partir de los intentos del Presidente de la Generalitat, Arthur Mas, Cataluña no ha logrado su independencia, a pesar de que la mitad de los catalanes son partidarios de seguir siendo españoles, mientras que la otra mitad quiere la independencia, unos son monárquicos, (sabiendo que la mayoría de los Borbones son degenerados), mientras que los otros son republicanos.

Recientemente, mediante un plebiscito los catalanes, por mayoría, aprobaron la independencia, pero el Presidente de la Generalitat en ese entonces, Carlos  Puigdemond , atrasó la puesta en marcha, tiempo que aprovechó el gobierno español de Mariano Rajoy para impedir la independencia, enviando a la cárcel o al exilio a los líderes independentistas. En las elecciones celebradas una vez terminada la aplicación de la intervención del gobierno español en Cataluña, los independentistas volvieron en gloria y majestad y, así, la pugna se ha hecho interminable, (con Uriol Junqueras, el líder de la Izquierda Republicana, en la cárcel, y Carlos   Puidemond, Juntos por Cataluña, en el exilio “dorado”, en Waterloo, en Bélgica, la disputa ha continuado sin mayores cambios).




El 14 de febrero de 2021 se realizaron las elecciones para el Parlamento de la Generalitat, (sólo votó el 50% del padrón electoral), en que resultó triunfador el candidato del Partido Socialista Catalán, Salvador Illa, con 33 curules; en segundo lugar, casi un empate técnico, Pere Aragonés, del Partido izquierda Republicano, (33 diputados); en tercer lugar, Laura Barrás, del Partido Juntos por Cataluña, (32 diputados); en cuarto lugar, los franquistas fascistas del Partido VOX, (11 diputados; la CUP, (Comité de la Unidad Popular), (9 escaños); Ecp-Pec, (8 escaños), El Partido Ciudadanos, (6 curules); el Partido Popular, (2 escaños).

Si sumamos los escaños, los partidos independentistas tendrían fácilmente la jefatura de la Generalitat, y bastaría que se aprobara el plebiscito solicitado al gobierno para lograr su independencia. Si miramos desde otro ángulo, la suma Partido Socialista Catalán, Izquierda Republicana y la fracción de Podemos catalana, la izquierda podría tener la mayoría de los escaños de la Generalitat, pero el CUP no votaría por los socialistas, (pues los socialistas aceptan la monarquía, mientras que el CUP es republicano).

El Partido Ciudadanos ha resultado el derrotado en estas elecciones en Cataluña: ha bajado de 36 escaños en 2017, a sólo 6 en 2021, (por suerte, este Partido de ´señoritos´ catalanes va a desaparecer en el corto plazo).

El Partido Popular, después de la corrupción y los robos dentro del seno del Partido, no tiene ya ningún futuro en España, así se haya visto “a muertos cargando adobes”.

En la derecha la hegemonía pertenece a los franquistas fascistas de VOX, a quienes hay que “aplicarles la dialéctica de los puños y las pistolas”, (lo proponía, en su momento, José Antonio Primo de Rivera), pues en democracia, los fascistas no tienen cabida.

No sabemos con certeza cuál será el destino de este pésimo matrimonio, de todas maneras, España seguirá siendo “Invertebrada”, como lo escribiera José Ortega y Gasset; o bien, un conjunto de naciones, salidas de la imaginación del Partido Socialista Español.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17/02/2021

 

 



El Clarín de Chile

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