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“Juan sin Miedo” y el tirano (in memoriam del juez Juan Guzmán)

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La valentía del juez y de un neurólogo para establecer la verdad que otros decidieron torcer y negar permitiendo que el dictador Pinochet nunca fuese juzgado ni sancionado  

 

El fallecimiento del juez Juan Guzmán Tapia reavivó la memoria de muchos chilenos permitiendo reflotar algunos capítulos de su quehacer judicial en una de las épocas más siniestras y sanguinarias de la Historia del país andino.

Corría el año 1998 y Augusto Pinochet se encontraba detenido en Londres, Inglaterra, donde el juez español Baltasar Garzón deseaba que fuese sometido a juicio por los tribunales ingleses. No obstante, y con la presión del gobierno y de la derecha chilena que pujaban por sacar a Pinochet de Inglaterra, los tribunales londinenses aceptaron la tesis impulsada por las autoridades chilenas en cuanto a que el dictador sufría de varias enfermedades (incluyendo un problema de ‘demencia’), por lo que decidieron dejarlo en manos de esas autoridades con el convencimiento de que la justicia del país sudamericano haría su trabajo tal cual prometiera el gobierno del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a través de su canciller, José Miguel Insulza.

Como es sabido, Augusto Pinochet regresó a Chile y quedó de manifiesto que contaba con un buen estado de salud mental, lo que sin embargo no fue reconocido por la justicia local ya que no se le sometió a juicio tal como el gobierno –desde La Moneda- había prometido a los tribunales londinenses, y el dictador se reintegró al Poder Judicial en calidad de ‘senador vitalicio’.

El 11 de marzo de 1998 Augusto Pinochet Ugarte se había convertido en el primer senador vitalicio de la historia de Chile, un día después de entregar el mando del Ejército a Ricardo Izurieta. Cuatro años y tres meses más tarde, luego que la Corte Suprema lo sobreseyera en el caso «Caravana de la muerte» por demencia irreversible, el ex dictador renunció al cargo, que fue interrumpido por los 503 días que estuvo detenido en Londres y por el desafuero dictado por la Corte de Apelaciones el 5 de junio del 2000.

En esos años -1999 a 2004-  el juez Juan Guzmán encabezó numerosas exhumaciones de restos de detenidos-desaparecidos, a raíz de los cuales creó la figura del «secuestro permanente». En el 2000 logró el desafuero de Pinochet (en su calidad de senador designado y vitalicio) en el marco de 19 delitos de secuestro permanente, a los que se sumaron otros 57 casos de homicidio.

En el 2001 se abrió entonces un nuevo proceso contra Pinochet, y el juez Juan Guzmán estuvo a cargo de las indagatorias y del desarrollo del mismo. Las presiones comenzaron de inmediato. Se pretendía que el juez Guzmán aceptara la tesis de la ‘demencia irreversible’ que impedía juzgar al general. En esos avatares, Guzmán –bautizado ya por alguna prensa como “Juan Sin Miedo”-  decidió solicitar opiniones de expertos neurólogos y siquiatras. La mayoría de ellos se encontraban trabajando en Chile, pero el magistrado agregó a la lista a un destacado neurólogo chileno que vivía y trabajaba en el exterior, Luis Fornazzari, académico de la Universidad de Toronto, Canadá. Su trabajo clínico y de investigación clínica está dedicado a las enfermedades neurodegenerativas del Sistema Nervioso Central, principalmente demencias. El año 2017/2018 el Royal College de Canadá lo nombró uno de los mejores docentes en Neurologia, y el año 2019 el Colegio Médico de Ontario lo nombró uno de los mejores médicos de Ontario.

El doctor Fornazzari aceptó la solicitud del juez Guzmán y auscultó la salud mental de Pinochet. Lo que ocurrió en esos meses podemos saberlo gracias a lo que el propio médico ha escrito. Pase y lea, por favor.

<<El 28 de Noviembre del año 2000 el Juez Juan Guzmán Tapia, el famoso Juez “Juan sin Miedo”, me nombraba perito experto en el juicio al General Pinochet, por crimenes de lesa humanidad en Chile. Esto muy a pesar del desprestigiado Servicio Médico Legal (SML) organismo que ocultó durante décadas los atropellos a los DDHH en Chile.

 

<<EL SML se oponía a la presencia de cualquier experto en el juicio y le proponía al Juez Guzmán que la evaluación del General se hiciera de competencia forénsica, “rapidita”, ya que hacerla como lo quería el Juez “enojaría al General, al Ejército y al presidente de turno”.

 

<<En Enero del 2001, el Juez llamó a que se hiciera una evaluación neuropsicológica, basada en los cánones forénsicos internacionales y tal como lo hacíamos y seguimos haciendo en las Clinicas de la Memoria en todo el mundo. En la primera semana de Enero del 2001 el Juez Guzmán me citó en su oficina en el tristemente famoso Cuartel en Mackenna del Servicio de Investigaciones de Santiago,.

 

<<Después de entregar mi cédula de identidad , temiendo perderla para siempre y muy asustado por ese miedo a los poderes fácticos que permanecen muy activos en Chile hasta hoy, entré a la oficina especialmente habilitada, para el Juez Guzmán, por la Policía De Investigaciones. Era un cuarto pequeño, tal vez de unos 3×3 metros, con paredes, techo y piso de concreto, con una mesa y dos sillas.

 

<<El Juez se levanta a recibirme y quiere ponerse la chaqueta . La temperatura dentro y fuera del cuartel era sobre 30 grados centígrados, por lo que le ruego que no lo haga y le pregunto si me puedo sacar la mía. El accede con una amplia y cordial sonrisa y me agradece que haya aceptado la designación de perito experto por parte de los abogados de DDHH y que él lo había aprobado, basado en mi trabajo y experiencia.

Inmediatamente me confidenció sus dudas sobre los profesionales del SML e incluso de los peritos de la Universidad de Chile y del mismo medico neurólogo de Pinochet, ya que habia detectado que ninguno era realmente experto para evaluar funciones cognitivas.

 

<<Allí también me confidencio sus dudas sobre la pobrísima evaluación hecha al General en Londres por supuestos expertos, pero sin experiencia en demencia. El Juez se alegró cuando yo le dije que los conocía y le corroboré sus dudas. En ese momento el Juez aprobó mi sugerencia de evaluar al anciano general durante tres días, con toda la batería neuropsicológica moderna, además de un CT fresco, es decir hecho en esos días y con exámenes de sangre para detectar medicamentos y substancias extrañas durante los tres días que duraba la evaluación. También le sugerí que debido a nuestra responsabilidad debíamos filmar esa evaluación forénsica, con lo que el Juez estuvo totalmente de acuerdo y dijo que asíse haría.

 

<<Sin embargo el aún omnipoderoso General y sus abogados se opusieron. El Juez Guzmán me confidenció la enorme presión que recibió por parte de prácticamente todo el poder judicial chileno, del SML  (Servicio Médico Legal) y particularmente del Ministerio de Justicia de ese año (2001) para no evaluar al Dictador.

 

<<El Juez me relató haber recibido llamadas telefónicas e incluso visitas intempestivas del Ministro de Justicia para detener el proceso.

 

<<Incluso una noche cuando volvía del cine con su esposa, un auto le hizo una encerrona y de él se bajaron cuatro jóvenes adultos quienes a la luz de una linterna le mostraron fotos de sus dos hijas adolescentes y le gritaron:”nosotros sabemos que Ud. pertenece a la familia militar Juez Guzmán y que va a hacer un buen trabajo. No lo olvide“. Después de lo cual se subieron al auto y huyeron.

 

<<A pesar de las amenazas el Juez siguió adelante con el proceso.

 

<<La esposa del Juez, hija de un partisano francés de la segunda guerra mundial, lo apoyó en su causa durante todo el proceso y decidieron enviar a sus hijas a Francia donde familiares por el periodo de la evaluación.

 

<<Todo esto culminó el 29 de Enero cuando el Juez Guzmán fichó y sometió a proceso al Dictador Pinochet.

 

<<Durante la entrevista que tuve con el Juez Guzmán no me quedó duda que estaba frente a un verdadero Juez. Jamás en mi vida había conocido a alguien que por su formación en Chile y en Francia, y por su ejercicio profesional en el modesto Poder Judicial chileno desde provincia al gran Santiago, me haya impactado, hasta hoy, por su visión justiciera, independiente y al mismo tiempo humanitaria.

 

<<Al finalizar nuestra entrevista, me acompañó hasta la salida del cuartel McKenna,y con un apretón de mano y una sonrisa me despidió diciendo “Ud. Doctor será nuestros ojos y los ojos del mundo durante la evaluación del General“.

 

<<Chile perdió la semana pasada a un hombre extraordinario. Un verdadero juez que ha dejado la vara muy alta en el poder judicial chileno>>.

 

El diagnóstico del doctor Luis Fornazzari fue concluyente. El exgeneral estaba mentalmente sano y podía ser llevado a juicio en los tribunales. Ese diagnóstico, por cierto, no fue el mismo que evacuaron los profesionales que vivían y laboraban en Chile.

 

En Wikipedia es posible leer lo siguiente: <<El 1 de julio de 2001, Pinochet fue internado de urgencia en el Hospital Militar y ocho días después se sobreseyó  temporalmente el caso. ​ Debido a que la defensa alegó la existencia de problemas mentales, el procedimiento fue sobreseído definitivamente el 4 de julio de 2002. Ese mismo día Pinochet renunció a su cargo de senador vitalicio cediendo a la fuerte presión de la oposición política y el gobierno. ​ Pese a lo anterior, gracias al estatuto de expresidente  creado durante el gobierno de Ricardo Lagos ​ mantendría el fuero y la dieta parlamentaria, así como los demás derechos de los demás senadores hasta su muerte>>

 

El miedo y la traición a  los valores y principios eran aún cosa viva en muchas instituciones del país. Además, como el mismo médico Fornazzari relata, las presiones contra el juez Guzmán fueron  tenebrosas, y entre ellas estaban las del Poder Judicial, el SML y el mismo gobierno del socialista Ricardo Lagos, cuyo ministro de justicia (en ese momento era José Antonio Gómez) solicita al magistrado “detener el proceso”. Inconcebible, inaceptable.

Sólo como un agregado más, tal vez menor, es oportuno relatar que el doctor Luis Fornazzari ha confidenciado a sus amigos en Canadá lo que ocurrió en los primeros minutos de su entrevista profesional con el dictador. Pinochet lo reconoció casi de inmediato, ya que se habían conocido muchos años atrás en Iquique, y regalándole una gentil sonrisa, le dijo: “doctor, le recuerdo perfectamente, y recuerdo también a sus hermanas…qué bellas chiquillas eran”.

Definitivamente, Pinochet nunca sufrió ‘demencia’ alguna. Los “dementes” eran otros…muchos de ellos se encontraban en los tres poderes del estado y en las mesas dirigenciales no sólo de los partidos de la derecha, sino también de las tiendas  partidistas de la llamada “Concertación de Partidos por la Democracia”.

La Memoria continúa viva, y exige agradecer al juez Juan Guzmán y a profesionales como el doctor Luis Fornazzari. Personas como ellos han permitido que Chile y su gente aún conserve vivo un mínimo de confianza en algunas instituciones y en el futuro del país. Fueron dos dignos chilenos que cumplieron con el cometido exigido por sus respectivas profesiones, y no defraudaron las impetraciones de la verdad, pese a haber luchado solos, sin más apoyo que sus propias convicciones, en procura de mantener enhiesto un  indesmayable respeto  a la justicia y a la verdad.

 

Por Arturo Alejandro Muñoz

 

 

 

 

 

 

 

 

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