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Convención Constitucional: No hay peor lucha que la que no se da

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Como ya se sabe, la situación política actual en la perspectiva del proceso por una nueva Constitución es de una correlación de fuerzas totalmente favorable a la Derecha económica y política. Desde el Acuerdo por la Paz, la legislación posterior estableciendo los mecanismos de elección hasta la últimas maniobras – con la colaboración abierta del Servel – para impedir que personas fuera de la clase política pudiesen candidatearse a la Convención Constituyente (CC). Ningún peso ha salido del bolsillo de las grandes empresas para ayudar en la pandemia, a pesar que sus representantes repiten frecuentemente que “en esto estamos todos juntos y solo juntos podemos salir adelante”. Un objetivo imposible de cumplirse en el capitalismo neoliberal. Esto explica porqué el Gobierno de Piñera gobierna solo para los ricos. Y por esta misma razón la única ayuda que han recibido los trabajadores, es el de su propio bolsillo, ya sea con los retiros sucesivos del 10% de los fondos de pensiones o con los pocos pesos que el Gobierno ha ido dando a gotas, dinero por lo tanto de los contribuyentes. Y ya sabemos quien paga impuestos.

Para conseguirlo, la Derecha política ha contado como siempre desde los últimos decenios con la colaboración y asociación de esa otra derecha en el Parlamento, formando una casta política sólida defensora del neoliberalismo. Esta clase política copa al mismo tiempo todo el aparato administrativo del Estado donde los funcionarios de jefaturas son ideológicamente afines al sistema establecido.

Asegurada en su flanco electoral para la CC, la Derecha prepara ya su campaña presidencial para Noviembre próximo. Algunos de sus candidatos dicen que “tienen calle” como se dice hoy – a pesar que tener calle aquí se entiende por pasearse con unos cuantos fotógrafos y saludar a cuanto transeúnte desprevenido se aparezca en el camino – como es el caso de los alcaldes representados por el “socialdemocrata” o “socialcristiano” Lavín (según el estado de la meteorología) o la dura Sra. Matthei que dispara a diestra y siniestra reclamando contra candidatos de “los poderes fácticos”. Como si ella fuese antagonista de esos mismos poderes fácticos. Ambos son representantes por las comunas donde vive la clase dominante en Chile como se podía esperar. Otros candidatos vienen de un gobierno en fase de hundimiento  tales como Desbordes o Briones, o el “tapado” de las empresas Sichel, quien contó generosamente con el salario del Banco del Estado para preparar su lanzamiento a la campaña presidencial. El señor Briones se presenta para hacer cosas nuevas nos dice. El, que ha sido un fiel seguidor y ejecutor de las políticas neoliberales del Gobierno, presentándose para ofrecer algo nuevo.

Verdaderamente hay que tener la piel muy gruesa para no darse por enterado que el Pueblo rechaza con todo la política económica que él precisamente defiende. Estos últimos tres candidatos vienen de liceos con número como le gusta repetir mil veces a Desbordes que sus apellidos no hacen parte del catálogo de los burgueses chilenos. Se une a ellos el señor J.A. Kast, cuya virtud consiste en confesar abiertamente su adhesión al liberalismo más duro – por decir lo menos de este personaje fascista – y la defensa de los ricos, que los otros candidatos no se atreven a confesar y que causará más de algún dolor de cabeza entre ellos a la hora de contar los votos. La Derecha sabe muy bien cuando hay que unirse para defender los intereses económicos de la clase social que representa. Toda una lección. En el caso que la carrera electoral presidencial de sus candidatos originales tenga algún tropiezo y el futuro se vea incierto, ella podrá eechar mano de las candidatas de la “oposición”, las señoras Rincón y la escogida desde Nueva York la Señora Narváez. Ambas dos dan plenas garantías que lo esencial del sistema neoliberal no cambiaría con ellas en la Presidencia.




Parece casi increíble que un gobierno de Derecha como este, que ha despojado al pueblo de la riqueza creada, que lo ha asesinado, mutilado, torturado y violado y que ha demostrado una total inepcia e irresponsabilidad para administrar el Estado, se prepare sin cualquier pudor para darnos más de lo mismo convencidos que volverán a repetirlo. En un año pasaron de estar acorralados desde el 18-O a la perspectiva casi cierta que obtendrán un cupo más que suficiente de constituyentes que se encargarán de dejar la “nueva” Constitución tal como está hoy en su esencia. Pasar del 20% de Rechazo a ser ya casi seguramente los ganadores del proceso. Y de yapa colocar otro defensor suyo en el sillón de O’Higgins en Noviembre próximo. Victoria total hasta aquí.

 

Y la Izquierda

Tal es el estado de dominación económica, política e ideológica de la clase dominante chilena hoy día. Quienquiera que se declare de Izquierda, debe reconocer su derrota independientemente de mil errores achacados a alguien que no los propios. Aquí entendemos por Izquierda a los militantes y no militantes que estamos por poner fin al neoliberalismo y al capitalismo para construir en un proceso una sociedad socialista. Al respecto no hay que dejarse engañar por el término “centro-izquierda”. Son ellos los que han co-gobernado con ese nombre durante 30 años juntos con la Derecha profundizando el neoliberalismo.

La trágica paradoja es que la urgente necesidad de unidad de la Izquierda es torpedeada sistemáticamente, no por la Derecha y sus medios de comunicación sino que por sectores de la propia Izquierda tanto partidaria como independiente. Para la primera de estas, las acusaciones y consiguiente justificación para la falta de unidad estaría en que no puede haber unidad sin programa. Un argumento poco creíble pues existen pocos partidos, pero existen, cuyos programas mínimos son suficientemente parecidos. (Al menos en el papel a pesar que todo el mundo sabe que el papel aguanta todo.) La reciente alianza electoral para la elección constituyente del conglomerado Chile Digno Verde y Soberano[i] es una prueba que en el futuro no muy lejano una unidad de la Izquierda en un plano superior puede ser conseguida. Y esto, independientemente que esperamos ver que pasa entre el discurso y la acción con esta alianza electoral, que es lo único que cuenta. Pero esta es apenas una alianza electoral. Cada cual defiende lo suyo intransigentemente. Ideología, tradiciones, banderas, historia, desconfianza, mucha desconfianza. Las razones de la falta de unidad orgánica más allá de una elección puntual como esta, parecieran estar más en la disputa por saber quien dirigirá la lucha unitaria y el posicionamiento futuro de cada cual para su propia sobreviviencia política. El sectarismo parece estar en el ADN de la Izquierda.

De otra parte, en alguna Izquierda no militante o de micro partidos de Izquierda se dispara contra la unidad  utilizando la generalización fácil – y por lo tanto lejos de una correcta interpretación de la realidad – de que todos los parlamentarios(as) de partidos políticos son vendidos a la Derecha por dinero o por ideología o por ambas. Se echa igualmente en el mismo saco a muchos de las y los concurrentes independientes a la CC, a los cuales se les tacha de querer pasar a la Historia en la foto, o de ser operadores encubiertos de la clase política, o farandurelas y faranduleros procurando ganar popularidad. En el mejor de los casos, son tachados despectivamente de “ingenuos”, contemplando con pena el inútil esfuerzo desplegado en una lucha sin cualquier futuro según ellos. Es verdad que todas esas categorías de personas existen, al igual que en cualquier conglomerado humano. Pero no son todos(as) y sus ideas no están tampoco fijas. Muy por el contrario. No solo existen contradicciones en la realidad material del Universo. También existen contradicciones en nosotros mismos. En nuestra propia conciencia. Tenemos ideas y práctica contradictorias muchas veces. Lo que significa que nuestras ideas pueden cambiar. O aceptar algunas ideas que son nuevas para nosotros. Si esto no fuera así, no habría necesidad de la propaganda política. Tampoco de la publicidad comercial.Si estas existen, es porque las personas pueden cambiar de opinión. De eso se trata.

Toda esta crítica de la propia Izquierda a la que nos referimos es como para desalentar a cualquiera causando frustración y abandono de todo intento de hacer algo para cambiar el futuro. Particularmente a aquellas y aquellos millones de desempleados que ven su futuro y el de sus hijos sin esperanza alguna de mejorar. Pareciera que hemos quedado en un interregno entre la correcta y justa denuncia del engaño de la CC que se prepara ya completamente planificado y en ejecución, y la frustración y consiguiente conclusión que no tenemos mucho que hacer mejor que esperar otra situación como esta y no participar ahora.

Como no hay peor lucha que aquella que no se da, vale siempre la pena, mismo en la actual situación de confusión y desorientación de la Izquierda, luchar por nuestros objetivos si acaso entendemos que los procesos sociales maduran o no dependiendo de nuestra acción. De nuestra práctica política. No es solo con ideas que se puede cambiar el mundo. La práctica es la herramienta al servicio de las ideas para la transformación de la realidad social. Y por su vez esta influencia las ideas.

 

Sobre la nueva constitución

Respecto de la Constitución, es posible por ejemplo pensar que se podrían coordinar los esfuerzos entre los elegidos (as) de Izquierda para la CC y que de esa coordinación desde muy temprano se raye la cancha al resto de los 155 elegidos y pueblos originarios. De un lado, los militantes declarados del Rechazo, que en justo rigor ni siquiera deberían participar en un proceso que al menos en la letra dice que se trata de redactar una nueva Constitución. La Sra. Marcela Cubillos es el mejor ejemplo de esto. Ella dirigió la campaña del Rechazo. Por lo tanto, nada tiene que aportar para una nueva Carta Fundamental. ¿Cómo es posible que ella y muchos otras y otros como ella sean candidatos(as)? Este aparente absurdo es la mejor denuncia contra la casta política que organizó este monumental engaño histórico al Pueblo. Sus políticos no tienen empacho en decirnos que pretenden ir allí para asegurarse que nada cambie, demostrando con esto una vez más que a la Derecha nunca le importó la opinión mayoritaria y democrática de las mayorías que dice defender.

De otro lado, deberán estar quienes se reconocen de Izquierda defendiendo propuestas esenciales para terminar con el neoliberalismo y el capitalismo. Estas propuestas ya han sido gritadas por el Pueblo en todas las calles de Chile. Repitámoslas brevemente. En el nuevo texto constitucional tal vez el cambio más esencial sea el de terminar con el principio de subsidiariedad del Estado que impregna toda la actual Constitución, esto es, permitir la participación activa del Estado en la economía, fundamentalmente en los sectores declarados como estratégicos; establecer el que los principios de la Constitución se sobreponen en Derecho a aquellos establecidos en cualquier tratado internacional existente o futuro donde Chile es firmante en tanto pueblo soberano ( el actual proyecto de ley que la Derecha urge de aprobar al Parlamento, el tratado internacional TPP11 es precisamente la negación de nuestra soberanía nacional); declararnos un Estado Social y Económico que garantice derechos universales en Salud, Educación, Pensiones y Vivienda; un Estado democrático que asegure efectivamente el respeto a los DD.HH. que ilegalice los Partidos y movimientos fascistas;  un Estado Plurinacional con todo lo que eso conlleva de respeto a derechos de los pueblos originarios; un Estado Feminista, donde toda la legislación pertinente debe tener ese sello; un estado que protege y defiende el Medio Ambiente donde este debe ser una prioridad como palanca de cualquier modelo de desarrollo que de adopte. En fin, una Fiscalidad que tenga como meta la justa contribución de todos al desarrollo nacional.

Estos y otros principios deberían servir para la propaganda y sobretodo la educación política en el proceso electoral del 11 de Abril, algo fundamental en un país que ha estado desinformado y despolitizado institucionalmente por décadas de dominación burguesa.  Serviría igualmente para identificar y agrupar los y las escogidos(as) en la CC para organizarse al interior de esta. Y serviría también como lo proponen algunos, y en última instancia si todo estuviese perdido, para obteniendo un tercio de los votos, trabar cualquier articulado peor que el correspondiente de la Constitución actual.

Este debería ser uno de los elementos de la lucha futura inmediata. El otro, y tal vez el más importante pilar por sus potenciales efectos sobre el primero, es el que se debe dar simultáneamente con el proceso constituyente tanto en la calle, la asamblea, el cabildo, el sindicato, el movimiento social, el lugar de trabajo la escuela o la Universidad. Lugares de discusión y educación interna al mismo tiempo que centros de acción práctica. Educando, explicando, ganando más adeptos. Todo esto ya ocurre en el momento presente. Se trata de multiplicarlo y reproducirlo en cada lugar de Chile para galvanizar las conciencias de millones de compatriotas. Será preciso mantener una presión permanente durante todo el proceso constituyente, publicitando cada una de los principios esenciales que deberían queden en el nuevo texto constitucional, educación no solo dirigida a la población que votará sino a los propios escogidos en la CC. No es imposible proponerse convencer algunos miembros indecisos de la CC de la razón y justicia de estos argumentos. Su solo intento habrá valido la pena. Ellos deberán estar conscientes en todo momento que el Pueblo estará vigilante de sus deliberaciones y decisiones. De que las votaciones de cada artículo serán públicas y donde cada cual deberá responder políticamente por sus decisiones. Todo este esfuerzo desplegado, al interior de la CC y fuera de ella durante los dos años que dura el proceso tendrá otra fecha de lucha importante en el Plebiscito de salida para confirmar la nueva Constitución. Allí nuevamente estos principios deben ser el punto esencial en la dirección del voto que se pida a la población. Un voto masivo por ejemplo en contra del nuevo texto propuesto caso la Derecha gane, tendrá la fuerza moral de un no rotundo de la gente que no se ha dejado engañar. Un votación masiva en ese sentido sería de un gran apoyo motivador para el futuro de la lucha. Porque esta continuará después en un proceso de más largo aliento,  por nuevos y mejores cambios constitucionales exigiendo plebiscito sobre las materias que el Pueblo considere continúan siendo lesivas para sus intereses. No será por decreto que se determinará cuanto tiempo durará la nueva Constitución. No está escrito en la piedra que debamos esperar 40 o 50 años como nos dicen ahora que sería la fecha de la próxima modificación constitucional. Eso nos quiere hacer creer toda la clase política del Partido del Orden. Que ellos aprobarán “su” Constitución y que luego nos olvidemos de ella hasta nuestros tataranietos.

En este largo tiempo político con sucesivas elecciones que se avecinan, los principios arriba indicados pueden servir igualmente para llamar a no votar no solo por los(as) corruptos de siempre sino por todos aquellos que defienden el modelo neoliberal y se oponen a los cambios. Y en este proceso de luchas sociales es posible que surja la necesaria y ansiada unidad orgánica de la Izquierda. Porque habrá que repetirlo mil veces, sin esta unidad de principios y programa en una orgánica no habrán cambios profundos ni permanentes y si se consiguen no será posible defenderlos después.

En resumen, no hay que desechar en el presente una gran posibilidad de lucha y agitación política de los postulados de Izquierda solo porque el enemigo de clase lleva hasta aquí las de ganar. Todo campo de batalla político sirve para la agitación de nuestras ideas.

Vivimos entonces un momento político muy importante, que reclama un gigantesco esfuerzo y sacrificio colectivos para ganar el derecho a comenzar a diseñar una sociedad donde impere la Justicia Social, y una vida digna para todas y todos. La Izquierda ha cometido errores en este proceso y no ha podido canalizar el ímpetu de la rebelión social en curso por una falta de ser sentida como la dirección política natural del movimiento por el pueblo trabajador. Fue suplantada por los muchos movimientos sociales que la sobrepasaron en profundidad, claridad y determinación en la lucha.  Errores cometemos todos. También los pueblos. Y la Izquierda con él. Es parte de nuestra condición humana. Pero también es parte de esta condición el estar dispuestos a rectificar y levantarse una y otra vez después de cada caída para continuar la lucha.

 

Por Patricio Serendero

[i]     La coalición es integrada por el Partido Comunista (PC), la Federación Regionalista Verde Social (FRVS); los movimientos político-sociales Acción Humanista (AH), Izquierda Libertaria (IL), Movimiento Socialista Allendista (MSA), Movimiento Victoria Popular (MVP), Izquierda Cristiana (IC), Somos y Renace.



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  1. Gino Vallega says:

    En la evolución del proceso «constituciónal» , se empezó pensando en evitar que las dos derechas obtuvieran 1/3 de representantes ; ahora ,parece que se trata de conseguir 1/3 de izquierda para «vivir con dignidada ó morir con gloria» ?El pueblo (51%) votó casi 80 /20 % por APRUEBO y CC100% elegida , pero las reglas (los fatídicos 2/3 ) impuestas por los «partidos30años» del duopolio indican que gana el 20% del rechazo.Parece una norma que en la «larga y angosta» , las paradojas sean lo normal del acontecer ordinario , que el borregismo acepta con una sonrisa fatalista.Pero no hay peor batalla que la que no se da y dado que ya partió el tren , hay que ver si se puede arreglar , con organización , el votar por los más promisorios progresistas para llenar los vagones con personas adecuadas.Si no se logra , habrá que «poner una barrera» para detener el convoy.

  2. Felipe Portales says:

    Lo esencial que los partidos de izquierda no han hecho es esclarecer que el quórum de los dos tercios convierte todo el mal denominado «proceso constituyente» en un evidente fraude antidemocrático, ya que impedirá que la mayoría de los representantes del pueblo puedan aprobar una nueva Constitución dejándole el poder de veto a la derecha tradicional. Y que, menos aún, no hayan planteado que el único modo de frustrar dicho fraude es convocando al pueblo (pese a la desventaja de no tener recursos y ningún medio masivo de comunicación) a que elija un tercio de los convencionales de izquierda, comprometidos a impedir que nuevamente (como en 1989 y 2005) las dos derechas hagan una Constitución a su gusto. Y que si no alcanzan el tercio y los convencionales no democratizan sus normas, se retiren de la Convención para así no legitimar de ningún modo un nuevo fraude constitucional.

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