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Los dos Chile relucen durante la pandemia

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Aun cuando la pandemia  se encuentra instalada hace casi un año y persisten sus devastadores efectos asociados a enfermedad, muerte y sus nocivas consecuencias socio económicas, los súper ricos chilenos no han perdido el tiempo y ahora se sabe que lejos de dejar ir un solo peso su obsesión por el dinero los ha llevado a seguir acrecentando sus ya colosales fortunas.

Ajenos a la solidaridad los dueños de Chile continúan lucrando en medio de las penurias de las mayorías, especulando y aprovechando los privilegios que les otorga el modelo, de modo que sus dinerales, bienes y patrimonios han aumentado a tal punto que hoy son más poderosos que a comienzos de 2020.

En momentos en que la circulación viral no se detiene y se proyectan  nuevos y oscuros  escenarios sanitarios, parecen relucir los dos Chile contrapuestos  que conviven en el país: está la minoría dominante que asentada en la propiedad de todo menosprecia al resto,  y por otra parte el mundo popular que atraviesa  por un doloroso drama acentuado por la falta de un régimen de seguridad social que proteja efectivamente a la población en caso de desgracias o fuerza mayor como son los problemas de salud, accidentes, invalidez, vejez o desempleo.

La publicación Forbes da cuenta de diversos magnates chilenos que han aprovechado la crisis en su propio beneficio, y señala los nombres de Luksic – cabeza del clan familiar más acaudalado del país – que de un año a otro creció en 9 mil millones de dólares; Julio Ponce Lerou, controlador de SQM, financista de la política y regalón de Impuestos Internos,  y el empresario Sebastián Piñera,  quien también ejerce la presidencia de la República (según Forbes posee más plata que su tío Trump).




Tales antecedentes se conocieron coincidiendo con el despido masivo de 500 trabajadores del Banco de Chile, una de las innumerables propiedades de Luksic. Reafirmando el dicho de que el hilo se corta por lo más delgado, la entidad bancaria explicó que ello se debió al “proceso de transformación que vive la economía en general y el sector financiero en particular”.

Pese a que las urgencias de muchos no pueden esperar, los gigantes del mercado hacen sus propias proyecciones con impudicia. Cencosud anunció un ambicioso plan de inversiones por 1.800 millones de dólares para los próximos tres años que incluye la creación de un nuevo formato de supermercado y la construcción de más de una veintena de centros comerciales; a la vez el grupo Falabella dispuso 800 millones de dólares para logística y tecnología, y para abrir nuevas tiendas en la región.

Mientras millones de angustiados afiliados han debido recurrir al retiro de sus propios fondos previsionales para poder subsistir y pagar al mercado,  las AFP suman ganancias por 900 millones de pesos cada día. Esa cantidad no se compadece con las miserias que entregan con el nombre de pensiones, que llegaron a no más de 116.500 pesos mensuales para el 50%  de quienes jubilaron en  noviembre pasado.

Los términos solidarizar, compartir, ayudar o colaborar no están en el léxico de los económicamente poderosos, mezquinos y soberbios,  y por eso se halla trabado el proyecto que establece por única vez un impuesto especial para los súper ricos, esto es,  de 22 millones de dólares hacia arriba. La conclusión es que Piñera quiere lo mismo que Pinochet,  porque también cree que “hay que cuidar a los ricos”.

Tras el país reluciente, satisfecho, multimillonario y altanero, está el otro país, el de los pobres y menos pobres, agobiados por el modelo agravado por la pandemia: allí están los que perdieron el empleo, los que buscan trabajo sin encontrarlo, los ambulantes, los sin casa, los que llevan una vida en campamentos “de tránsito”, los que ganan lo mínimo o simplemente no tienen ingresos, los que están comiendo en ollas comunes y muchos más, en total millones de personas que no dejan de preguntarse cuándo comenzará – al fin – la equitativa distribución de las enormes riquezas que hay en Chile.

Por Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso



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  1. Gino Vallega says:

    -«la equitativa distribución de las enormes riquezas que hay en Chile.»- no se ve venir en camino y menos si alguien piensa que los super ricos abrirán sus faltriqueras para ayudar a los más necesitados : los señores de «las platas» , en su descarnada avaricia , sólo tienen sus sentidos puestos en donde aparecerá el próximo «dólar» para apropiárselo. Se sonríen entre ellos , se palmotean las espaldas , pero pelan los dientes si hay dineros de por medio.
    Cómo vamos ,clase media ! más cerca de caer que de subir , se decidirán por apoyar al pueblo ó seguirán esperando el milagro de la conversión de los oligarcas y plutócratas chilenos ?

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