Chile al Día

Paulina Aguirre Tobar: Una flor roja de resistencia

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En la página de Facebook Arci Mediaterronia Tv, un sitio web de noticias y medios de comunicación de la ciudad de Cosenza (ubicada en la región italiana de Calabria), la escritora Chantal Castiglione publica hoy domingo 17 de enero una crónica titulada “Paulina Aguirre Tobar: Una Flor Roja de Resistencia” en memoria de esta joven militante del MIR, combatiente revolucionaria asesinada por agentes de la dictadura el 29 de marzo de1985 en Santiago.

Esta crónica consta de dos partes, en la primera de ellas Chantal Castiglione mediante un formato tipo carta testimonial rescata la memoria de esta joven luchadora popular, trayéndola metafóricamente al presente y haciéndonos escuchar su voz rebelde a través de este instrumento literario. Esta “Carta de Paulina” está traducida al español en dicho sitio, pero la segunda parte de la crónica, en donde la escritora italiana hace una reseña de la vida de Paulina y relata los antecedentes y hechos relativos a su ejecución en un falso enfrentamiento, está en italiano, por lo que me he tomado la libertad de traducirla para transcribir y difundir completamente este hermoso homenaje y rescate de este trozo memoria histórica popular.

 

 

PRIMERA PARTE: HABLA PAULINA

“Resistencia, Revolución, Rebelión a la dictadura. Una misión. Lucha, guerrilla. No quiero vivir más de rodillas durante el régimen. La resistencia en Chile tiene el rostro de tantas mujeres que como yo nunca se han rendido. Vamos adelante con nuestras ideas y valores. Caminamos por la calle. Somos el pueblo que marcha hacia un mañana hecho de libertad y Derechos Humanos garantizados para todas y todos

Un mañana sin ejecutados, sin terror, sin represión masiva, sin desaparecidos. Porque la desaparición forzada no es una mentira sino una práctica habitual efectuada sistemáticamente por la horda cívico-militar fascista y pinochetista.


Mi generación ensangrentada por las torturas, los golpes, las violaciones físicas y psicológicas, trasladados a campos clandestinos de detención o de exterminio. Tengo el deber moral de gritar que lo que ocurrió a miles de compañeras y compañeros: ¡fue un  genocidio!
Yo también soy víctima de la máquina de la dictadura. Contaré mi historia, mi corta, intensa y digna vida con el puño en alto, mis pasos orgullosos y llenos de esperanza. La militancia política como el lazo que me ata aún más a mis familiares: a mi papá Luis, a mis tíos Pedro y Carlos, este último fusilado en Antofagasta.

 

Luis Aguirre con la foto de su hija Paulina

Me llamo Paulina Alejandra Aguirre Tobar, “Luisa”. Soy una militante del MIR. No podría ser de otra manera. Me acuerdo cuando, desde niña, acompañaba cada domingo a mi papá por las poblaciones a vender copias de “El Rebelde”. Su compromiso político, su lealtad, su sacrificio por los ideales, un ejemplo para mí de lo que debería ser un hombre y también un compañero. Por eso  escogí el nombre de “Luisa” durante mi militancia para rendir homenaje a él, a Luis.


Desde pequeña asumí una postura firme y una fuerte convicción para terminar con la dictadura. Tenía 14 años, los años setenta estaban terminando mientras la dictadura continuaba con sus malditos y siniestros planes de aniquilación. Violencia política y odio en contra de quienes la dictadura etiquetaba como subversivos. Éramos solo muchachos y muchachas  llenos de sueños que salían de los cajones de los  guardarropas de nuestra juventud. Un guardarropa hecho de aspiraciones, de colores fuertes y brillantes, de compromiso, de estudio, de luchas, de pasiones, de vida, de amistad, de amor, de ideas como alas de papeles para desplegar el vuelo hacia la libertad.


Soy una estudiante del liceo Valentín Letelier en los cursos vespertinos en Recoleta. Tengo 20 años. Amo tocar la guitarra, dibujar, escribir poemas. Mis poemas no trascienden mi compromiso político: palabras como balas, como pistolas, como fusiles para destruir la cultura dictatorial del miedo, del terror y del olvido.

 

El MIR me envió a Santiago como militante de guerrilla urbana. Viaje a Cuba para realizar algunos cursos de formaciones. Trabajé cinco años en la clandestinidad. Me sentía parte de una gran familia solidaria, idealista y combativa. Nuestro enfoque y esfuerzo convergen en la organización y en el desarrollo de la Resistencia Popular. Nuestras huellas jamás lograron borrarlas.


Integrantes de la CNI me asesinaron el 29 de marzo del 1985. Esperaron que regresara del liceo. Abrí la puerta, me dispararon a sangre fría y montaron un supuesto enfrentamiento. Una práctica frecuente durante la dictadura cívico-militar. Me pusieron en la mano izquierda, yo no soy zurda, una pistola que nunca he disparado. Los responsables de mi asesinato y del consiguiente montaje son Miguel Soto “el paco Aravena” quien materialmente me acribilló, Álvaro Corbalán y Kranz Bauer que alteraron el sitio del suceso para simular un enfrentamiento que nunca sucedió.


Dejo estas palabras en forma de poesía a mi padre, como un legado también para las y los jóvenes de mi tiempo y  los que vendrán, perseverando en la Revolución y en la Resistencia a cada forma de régimen totalitario y de represión institucionalizada y legalizada:
«Cuando el dolor,
la sangre, el odio y la muerte
son necesarios,
miles de manos se tienden
para tomar las armas.
Acuérdense ustedes de mi
Siempre»

 

SEGUNDA PARTE DE LA CRÓNICA DE CHANTAL CASTIGLIONE:

“Paulina Alejandra Aguirre Tobar, estudiante, tiene 20 años, es militante del MIR  cuando es asesinada por la CNI (Central Nacional de Informaciones).

En Chile la Resistencia a la dictadura cívica-militar de Pinochet tiene también el rostro de las mujeres que como Paulina deciden no agachar la cabeza y comprometerse activamente para terminar con el régimen.

Es una estudiante en los cursos vespertinos del Liceo Valentín Letelier en Recoleta. Toca la guitarra, le gusta dibujar, pero sobre todo escribir. Escribe sin olvidar su compromiso político, más aún, para ella eso constituye una fuente de inspiración.

Motivada por su situación familiar, desde pequeña decide cuál es su lugar, se coloca a rostro descubierto y con la mirada firme en contra de la dictadura que tanto sufrimiento había provocado a su familia.

Luis, su padre, fue torturado en Calama y luego trasladado a Santiago. Su tío Pedro fue encarcelado en Chuquicamata y su otro tío, Carlos, fue ejecutado en Antofagasta. Por eso no sorprende su compromiso y la pasión con la que emprende la lucha.

Ingresa al Movimiento de Izquierda Revolucionaria a los 14 años, al final de los años setenta.

Gracias a su padre, que la llevaba desde pequeña con él cada domingo por los pueblitos a vender “El Rebelde” conoce a este Movimiento. Después, cuando su padre es expulsado al exilio, se integra al MIR y en su honor elige llamarse Luisa.

 

Es transferida a Santiago como militante de la guerrilla urbana. Es también la encargada de recibir a los militantes destinados al proyecto guerrillero de Neltume, como parte de la construcción de la Resistencia a la dictadura. Cuando el proyecto fracasa la joven combatiente trabaja cinco años en la clandestinidad y después va a Cuba para asistir a cursos especiales de formación, donde se reencuentra con su padre.

El 29 de marzo de 1985 Paulina decide regresar a casa, una casita de madera ubicada al interior de un terreno en El Arrayán, en la comuna de Lo Barnechea. Ha pasado seis días en casa de su abuela en Macul, porque después del terremoto la cabaña había sufrido daños en sus muros. El 27 de marzo, los trabajadores que estaban realizando las reparaciones encuentran municiones en una división de la muralla. Advierten a la propietaria que vive en otra casa en el mismo terreno, la que avisa al Ministerio de Defensa y se le informa a la CNI. En realidad, la joven es víctima de un montaje orquestado por los agentes.

Dos días después, Paulina, apenas finaliza las clases vespertinas en el liceo de Recoleta, toma el autobús y regresa a su casa en Lo Barnechea. Lo que ella no sospecha ni remotamente es que los hombres de la CNI la siguen desde hace días. En casa la esperan los integrantes de la Brigada Azul, bajo el mando de Álvaro Corbalán, encargados de eliminar todos los y las miristas.

Según la “versión oficial” de entonces, cuando la joven abre la puerta, los agentes le habrían ordenado detenerse e identificarse. Paulina, en cambio, habría desenfundado la pistola y disparado en contra de ellos. Así, siempre según la versión del régimen, no les habría dejado otra opción que responder el fuego.

Es necesario recordar que los aparatos represivos chilenos recurren reiteradamente a la escusa fantasiosa del enfrentamiento armado para justificar lo que en realidad son verdaderas ejecuciones.

Quien asesinó a la joven mirista fue Miguel Soto, alias “El Paco Aravena”. Inmediatamente llegan hasta el lugar Álvaro Corbalán y Kranz Bauer para modificar la escena del crimen y dar paso al plan del montaje.

Una investigación judicial posterior demostró que la estudiante no estaba armada y no tenía restos de pólvora en sus manos, lo que puso aun más en relieve la manipulación que existía detrás de este homicidio, también gracias a los errores cometidos por los asesinos. Le colocaron un arma en la mano izquierda, pero Paulina no era zurda y la pistola no había sido disparada. La mataron a sangre fría. El certificado de la autopsia habla claro: el cuerpo presentaba ocho orificios de entrada de proyectiles, dos de los cuales le traspasaron el cráneo. Muerte instantánea.

La dictadura es miserable porque esconde sus propios delitos y crímenes. Pone en escena un espectáculo indignante, espartano y grotesco acurrucado por la cubierta cálida de la impunidad. En el fondo ellos se han creído Dios, decidiendo la muerte de miles de chilenos y chilenas, han jugado con las víctimas como juega el gato con el ratón, conejillos de indias sobre las cuales experimentar y saciar su sed de odio y de violencia, para después volver a sus tibias casas donde su mujer y sus hijos como si nada hubiese pasado, sin remordimientos, sin arrepentimientos de ningún tipo. Su guerra santa en contra de la “subversión” debía ser combativa de cualquier modo y con cualquier medio.

Así barrieron con una generación de jóvenes y muchachas dignas y valiosas que no se rindieron jamás a la voluntad del dictador y de sus secuaces civiles y militares.

Decidieron resistir consciente e inconscientemente arriesgando su propia vida.

¡PAULINA AGUIRRE PRESENTE AHORA Y SIEMPRE! “

Chantal Castiglione

 

 

Lienzo en Escuela de Trabajo Social Universidad de Valparaíso 29 marzo 2019

 

NOTA ADICIONAL:

Para conocer un poco acerca de la autora de esta crónica, rescaté los siguientes elementos de desde algunas páginas en internet:

En el sitio web “enciclopediedelledonne”, se manifiesta lo siguiente: “Chantal Castiglione nació en Cosenza el año 1986. Estudió en la Universidad de Calabria donde obtuvo una Maestría en Ciencias Políticas con una Tesis experimental respecto a la Sociología de los Movimientos Sociales titulada “Entre Esperanza e ilusión: una generación en movimiento”, analizando las historias y los personajes de la izquierda joven extraparlamentaria, la represión, las masacres de Estado, las tramas ocultas, la lucha armada y el papel de la memoria. Temas de los cuales se ocupa desde hace diversos años por razones de estudio, y desde hace aproximadamente un año a través de su blog.”

Es autora de los libros: “Entre esperanza e ilusión: Italia en los años de plomo” y “Canto para un rebelde, cartas de lucha y desobediencia”

En una entrevista hecha por Anna Zupi el 20 junio 2020, ante la pregunta ¿cómo nace tu pasión por la escritura?, Chantal Castiglione responde: “Desde pequeña siempre he amado escribir, relatar. En el colegio los temas eran mi especialidad. Después, con los años, esta pasión se fue transformando cada día más en una necesidad para hacer sentir mi voz, para expresar quien soy y  también para mostrar y resaltar a quien, por uno u otro motivo, no puede hacer sentir su voz. Me dejé secuestrar por el microcosmos de lo vivido. Sobre todo gracias a la película “Los Cien Pasos”, donde con la historia de Peppino Impastato entendí que escribir quiere decir también luchar, que las palabras son un arma poderosa a las cuales cualquier tipo de poder les teme. Y desde ese día no he parado más. Escribir es también una terapia, un quererse bien, ir más allá de todo y de todos. Las palabras como un escudo, como una defensa también…”

(Peppino Impastato fue un luchador popular italiano, fundador de la radio comunitaria autogestionada “Radio Aut” en la ciudad siciliana de Cinisi, desde donde denunció las actividades y negocios ilícitos de la mafia. Fue asesinado a la edad de 30 años por la mafia siciliana en la noche y madrugada del 8 al 9 de de mayo del 1978, haciendo explotar su cuerpo en la vía férrea en un brutal, siniestro y vil montaje, con la intención de hacer aparecer su muerte como un suicidio, mecanismo que forma también dolorosamente parte de nuestra memoria histórica chilena)

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 18 enero 2021

Corresponsal Valparaíso

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