¡¡Pelotudos!! La oposición y sus listas separadas
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Ad portas de que se cumpla el plazo fatal para la inscripción de listas y candidaturas a Convencionales Constituyentes para la elección de abril próximo, el escenario en la oposición es desolador –sobre todo en virtud de la reciente pero previsible unidad de la derecha política. A pesar de innumerables discursos de antipatía entre la derecha “liberal” (Evopoli y parte de RN) y la derecha “iliberal” (Partido Republicano), el pragmatismo por el poder puede más. A sólo días de la elección más relevante de los últimos 30 años ya nadie recuerda cómo Felipe Kast criticaba el hecho de que el Partido Republicano se planteara con una forma de discusión dedicada “solo a pelear”, o que Mario Desbordes haya sostenido que el líder de aquel partido, José Antonio Kast, desplegaba una “política desde el odio” en base a “mentiras”. Si hay algo que la derecha chilena ha demostrado en su historia reciente es unidad de propósito –aquel eslogan por el cual dicen “desvivirse” los representantes del FA. Cuando se trata de conservar el orden establecido no hay división interna que importe; se podría decir incluso que la conciencia de clase y privilegios es una característica o condición sine qua non de dicho espectro político. El grito de guerra anti-marxista es claro y parece incorporado sin excepciones: “¡Privilegiados del mundo, uníos!”.
Su contraparte, la oposición política, se encuentra, como digo, en un escenario desolador, de absoluta división. No vale la pena entrar en detalles para todos conocidos. Baste recordar las polémicas semanales de Fuad Chahín con Giorgio Jackson, Gabriel Boric y/o Guillermo Teillier, de Pamela Jiles y Renato Garín con todo el establishment político –al que paradójicamente pertenecen–, de Daniel Jadue con sus otrora camaradas de la ex Nueva Mayoría, de Gonzalo Winter con los “Locos Addams”, o ahora recientemente de Jorge Ramírez con Beatriz Sánchez, entre el sin fin de actos del circo “progresista”. El individualismo partidario, si se puede formular así, ha derivado en una política de trincheras de corto alcance, con proyectos específicos que no superan un par de metros de distancia. Atrás quedó el proyecto de una “revolución en libertad” o una “sociedad socialista”. Mientras que la DC está en éxtasis por haber ganado primarias en las que votaron menos de un 3% del padrón electoral, el PC apunta a la consolidación de un polo de izquierda para al fin acercarse a su tan pretendido anhelo de lograr relevancia política –por poca que sea. Mientras el FA está embebido del “baile de la diferencia” para alcanzar por fin una identidad propia –muy característico de la fase egocentrista descrita por Piaget–, el PS y el PR apuntan a una subsistencia en la historia de un pasado prometedor que, sin embargo, ya no es.
Entretanto, en este nauseabundo panorama, la ciudadanía pide unidad y participación, conectando así con los dos fundamentos más relevantes del ejercicio político: realismo, en el entender de que sólo con unidad se pueden generar transformaciones, e idealismo, en tanto pretende abrazar un horizonte de inclusión que históricamente le ha sido esquivo. En una entrevista dada a la revista universitaria “Babuino”, Carlos Altamirano Orrego –otrora ferviente polarizador político en tiempos de la UP– sostenía una autocrítica que ha de retumbar con particular fuerza el día de hoy. Este reproche apuntaba a que en la UP no habían sido capaces de generar las mayorías necesarias para sobrellevar los cambios propuestos por el gobierno de Salvador Allende –para nadie es un secreto que el programa de gobierno de Radomiro Tomic no distaba en demasía del programa de la UP. La historia al respecto es conocida y no es mi intención detenerme en ella, sino más bien plantear la reflexión acerca del futuro: ¿será que aquí se perderá nuevamente la posibilidad de generar cambios de relevancia dada la incapacidad de generar las mayorías necesarias para llevarlos a cabo? ¿Será que en 40 años más volverá a escucharse la misma autocrítica? ¿Se pensará en ese momento que esta vez sí se habrá aprendido de las falencias pasadas? El eterno retorno de los errores de la centro-izquierda no ofrece luces de optimismo.
No obstante, las esquirlas de la tragedia escapan por mucho a la centro-izquierda como tal. Éstas, más bien, atentan contra la ciudadanía y el proceso por ella deseada. A partir del proceso Constituyente se abrió una vía de canalización institucional del problema sociopolítico que estalló en octubre de 2019. No hay que ser muy letrado en sociología para entender que si la mayoría de la población deseosa de cambios se encuentra subrepresentada en la Convención Constitucional, se corre el riesgo de producir un déficit de legitimidad que podría terminar agravando uno de los problemas que detonó aquel estallido –si no verdaderamente rebelión– de octubre, confeccionando así la próxima crisis de envergadura. Por ello, a nadie ha de sorprender los masivos reproches que se oyen en la calle respecto de las dirigencias políticas de oposición. Uno de los adjetivos más escuchados –dejando de lado obviamente los insultos de grueso calibre– es el término “pelotudo”, cuya cuarta acepción de la RAE apunta a una persona que es “lerda, parsimoniosa, irresponsable” –apelativo que parece acercarse bastante bien a la situación en cuestión. La torpeza y parsimonia con que las dirigencias de la oposición se han tomado este problema, hablan por sí solas. La falta de conciencia y responsabilidad histórica resulta insólita. Ya no queda ni para suspiro pseudo-marxista, aunque siga siendo posible escuchar a lo lejos: ¡Pelotudos, uníos de una vez por todas!”.
Por Rafael Alvear
Felipe Portales says:
¡No se puede culpar a las víctimas de la eficiencia de sus victimarios!
Gino Vallega says:
La concertación ,ahora Unidad Constituyente u otros nombres de fantasía , desde la partida , tras el acuerdo con los cívico-militares , fueron buenos alumnos en la materis «como renovarse a neoliberal» y cumplieron y siguen cumpliendo su triste papel de engañar y engañarse asignándose el nombre de «centro izquierda».El derechista Piñera ( I y II ) los llama «oposición» para darles lustre y facilitar el engaño ,pero el momento de votar ,los honorables
(en particular , abiertamente los DC ) apoyan y salvan a Piñera.Así se ha llegado al tristísimo show de los constituyentes con la derecha dura en una lista que va a sobrepasar fácil el 1/3 que requieren para neo-modificar la constitución y la derecha blanda dividida en varias listas sin futuro , negando al
80% de independientes (reglas impasables) la posibilidad de escribir una nueva constitución : una nueva traición de los «partidos30años».Sólo me queda agregar que se organicen para Abril para que el pueblo NO VOTE POR LAS DOS DERECHAS Y MARQUEN SÓLO INDEPENDIENTES.
Estudien a los/las candidatos/candidatas y voten contra las dos derechas , no se dejen impresionar por los nombres de los conocidos de siempre !
Diego Barahona says:
En Chile hay una derecha con dos caras, la de la UDI-RN y demases y la del PPS-PPD-PR-DC, por otro lado, por la traicion de la concertacion recien la gente de izquierda se esta organizando y el ejemplo mas claro es el levantamiento social.
Como hombre de izquierda jamas votaria en un lista donde los traidores están presentes porque al final mostraran la cara y se sacaran una foto con las manos en alto celebrando cualquier bodrio que no diga nada.
Si no puedo votar, entonces esperare, porque más temprano que tarde el pueblo conquistara las calles, expulsara a los comerciantes y limpiara el país de tanta basura que habita en el gobierno.
De todas maneras, la solución está a la vista y podemos ve la luz al final del tunel y las grandes alamedas nos verán pasar, a nosotros o nuestros hijos y construiran desde las ruinas un Chile justo y solidario y como dijo el Presidente Mártir, la historia es nuestra y la hacen los pueblos