Recordando algunas cifras: El cobre y el comercio exterior chileno
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 33 segundos
El cobre ha permitido poner en azul las cifras del conjunto del comercio exterior chileno durante el año 2020, en circunstancias que muchos otros productos tradicionales en la cartera de exportaciones chilenas marcaron en rojo. Los datos que se tienen son hasta el mes de noviembre, pero es difícil que las cifras de diciembre cambien las tendencias de todo el resto del año.
Las exportaciones de cobre aumentaron desde 30.051 millones de dólares en el periodo enero noviembre del 2019 hasta 32.590 millones de dólares en el mismo período del año 2020. Un crecimiento de 8.4 %, equivalente a 2.539 millones de dólares. Las exportaciones de frutas, de vino embotellado, de salmón y, en general, el conjunto de las exportaciones no mineras presentaron caídas durante el período analizado. Este mayor valor de las exportaciones cupríferas se debió fundamentalmente al mayor precio del cobre en el mercado internacional, sobre todo en la segunda mitad del año. Y ese mayor precio del cobre tiene sus causas, a su vez, en el buen desempeño de la economía china, que presentó tasas positivas de crecimiento a pesar del coronavirus y de la crisis mundial correspondiente. El buen desempeño del cobre ha permitido que el conjunto de las exportaciones chilenas haya aumentado desde 63.154 millones de dólares en el período enero noviembre del 2019, a 65.585 millones de dólares en el mismo período del 2020, lo cual representa un incremento de 2.3 % y de 1.431 millones de dólares.
La situación que presenta Chile no es poca cosa. Es uno de los pocos países de América Latina – junto con Paraguay – que se proyecta como aumentando sus exportaciones durante el año 2020. Todos los demás países, en promedio, han presentado una caída en el año 2020 que se ubica entre – 13.2 % y -11.3 %.
El crecimiento en el valor de las exportaciones de cobre ha venido de la mano con el decrecimiento de las exportaciones de petróleo, combustible que Chile debe importar casi en la totalidad de sus necesidades, y que al calor de la crisis mundial presentó menores precios en el mercado internacional y Chile mismo se vio enfrentado a un menor consumo e importación. El valor de las importaciones de petróleo pasó de 3.781 millones de dólares en enero noviembre del 2019 a 2.014 millones de dólares en igual período del 2020.
El hecho de que el cobre esté pasando por una buena racha a nivel internacional no puede ser considerado como un elemento que favorezca la idea de que Chile deba seguir siendo un exportador de cobre en una forma altamente primaria, y que las políticas seguidas en Chile con relación al cobre deban ser mantenidas. Muy por el contrario, este buen momento del cobre genera mejores posibilidades de avanzar hacia un grado mayor de industrialización y tecnificación del cobre de exportación y hacia una mayor participación del Estado chileno en los beneficios que el cobre genera. Ambos elementos deben estar en la agenda de las grandes reivindicaciones de la nación chilena, y es mejor avanzar en ellas en un periodo de vacas gordas y no en períodos de vacas flacas, donde todo se hace más duro y más difícil. En términos de mayor valor agregado es bueno recordar que, de todo el cobre que se exportó en los 11 primeros meses del año recién pasado, 18.075 millones de dólares – más del 50 % de lo exportado – correspondieron a concentrado de cobre, que es prácticamente la roca tal como sale del yacimiento, con un mero proceso de chancado y de humedecimiento, para fines de mejor traslado. No se avanza en otros procesos de mayor complejidad tecnológica, y se está más lejos aun de avanzar hacia el llamado cobre verde, que es cobre generado en base a procesos de alta sustentabilidad ambiental.
En materia de mayor participación en la renta cuprífera, la meta máxima a alcanzar debería seguir siendo r la nacionalización de la gran minería del cobre, pero si ella no es posible, por lo menos en el corto plazo – por razones legales o de costos – el aumento del royalty y/o la definición, para todos los efectos fiscales, de valores de exportación centralmente definidos, ya serían avances en aras de captar para beneficio nacional un mayor porcentaje da la riqueza generada. El avance mundial hacia los automóviles eléctricos generará un uso más intenso del cobre por cada carro producido, lo cual abrirá una nueva era en el mercado mundial del cobre, que Chile no puede dejar pasar, de la cual no puede ser mero espectador, o de la cual no puede gozar solo por la vía de la política del derrame.
Por Sergio Arancibia