Ha llegado la hora de armarse
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Desde el púlpito de su capilla, rodeado de monaguillos, uno de los 127 candidatos a la presidencia de Chile, expresó: “Defiendo el derecho de un ciudadano honesto —omite a la ciudadana honesta— que cumple los requisitos, a que tenga en casa un arma de fuego”. No las enumera, pero él como ex policía, dice poseerlas. ¿Cuántas? De hecho, se autoproclama ciudadano honesto. Son armas de fuego, las pistolas, revólveres, ametralladoras, obuses y bazucas, incluido un cañón. Este candidato del gusto de la borregada y de quienes desprecian a los patipelados, irrumpe en la arena del circo romano. En calidad de mercachifle, ofrece armas a las personas honestas, que por el hecho de ser honestas, abominan armarse. Les repugnan las armas de fuego y de sólo tocarlas, sienten aversión.
¿Y quién determinará los requisitos de los postulantes? Desde luego, deben realizar un cursillo de ética, de comando, de tiro al blanco y disponer de los recursos, para adquirir por ejemplo, una pistola “Bersa”, en $395.000, o una Smith & Wesson en $599.000. Ahora, si tienen casas a la orilla de un lago o la playa con el litoral incluido, y si quieren repeler a tantos malcriados, que le van a arrojar cáscaras de sandía a la arena, deben comprar un arma por dos millones de pesos. Los dueños de helicópteros podrán tener en sus naves, misiles aire-aire, para ahuyentar las encerronas aéreas. A quienes no les alcanza para comprar armas de fuego, se deben resignar con poseer un arco y flechas, una lanza, un garrote con clavos, o en el peor de los casos, la honda que usa el nieto para matar pajaritos.
Volvamos al concepto de honestidad. El diccionario la define, como: Calidad de honesto (a). Decente, decoroso (a). Recatado (a), pudoroso (a). Razonable. Justo (a) etc. Como se puede observar, el abanico de candidatos y candidatas a armarse es amplio, y puede abarcar a la mayoría de los chilenos. Todos sabemos donde militan los sinvergüenzas, quienes a la postre, van a ser los primeros en armarse. En el mercado negro, estas armas se pueden conseguir a mitad de precio, aun cuando, existe siempre el riesgo, de que sean robadas. También hay un mercado de armas usadas, pero no bajan de los $200.000 pesos. Que las personas se armen, conduce a una extrema peligrosidad y desconfianza, pues se incentiva que la gente deshonesta, también se quiera armar. Un ejemplo al más claro repudio a las armas, puede verse en la estatua de bronce en la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, llamada: “Convirtamos espadas en arados”. Se trata de un regalo de la Unión Soviética, esculpido por Yevgueni Vuchétich, que representa la figura de un hombre, martillando una espada, para convertirla en un arado.
Como siempre, la cultura abre caminos de paz, luchando por la dignidad del hombre y cerrándole las puertas a la barbarie. Es sabido y los ejemplos son múltiples, cómo en los regímenes fascistas, se perseguía la libertad de expresión. La censura, ahogaba a la disidencia y existía un comité en las sombras, como en los tiempos de la Santa Inquisición. Se dedicaba a valorar si una obra de arte debía ser exhibida, fuese una pintura, teatro o de cine. Se examinaba a los libros con lupa y en su mayoría, eran incinerados. ¿Acaso hemos olvidado lo que sucedió en nuestro país? ¿Se ha llegado al inicio de una censura solapada, utilizando la honestidad? Dentro del guirigay, bien podría crearse en Impuestos Internos, una oficina donde se otorgue el certificado de honestidad.
Es hora de “armarse” de paciencia, al comprobar la irrupción de Mesías profesionales o vendedores de baratijas, en el mercado político. Cuya única misión es auspiciar la exaltación de la fuerza, como método para imponer su ideología. Ahora, si usted pretende acreditar su honestidad en alguna actividad social, muestre entonces una pistola.
Por Walter Garib
Gino Vallega says:
Se dice que el Paco Desbordes guarda en su desván un auténtico «sombrero tejano» como el que usaba Harry Truman cuando decidió usar la «atómica» , para usar en su campaña presidencial.