Crónicas de un país anormal

Las venturas y desventuras del sufragio universal

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 39 segundos

 

Según J.J. Rousseau la voluntad de la mayoría no tiene nada que ver con la voluntad general, por consiguiente, en el caso de Chile, por ejemplo, el más inútil e incapaz de los Presidentes de la transición a la democracia obtuvo, en la segunda vuelta, la abrumadora mayoría, 54%, de los votos. ¿Cómo se puede comprender que un millonario, (Sebastián Piñera), cuyos negocios siempre están al filo de la ilegalidad, haya obtenido tal cantidad de votos? O el pueblo es estúpido, o bien, los compró con falsas promesas y dinero.

La máxima “la mayoría electoral hace legítimo a un Presidente” se cae por su propio peso: en general, Carlos Ibáñez del Campo, (1952), estuvo a punto de lograr la mayoría absoluta, y gobernó como correspondería a un general, y ya bastante limitado mentalmente. Eduardo Frei Ruiz-Tagle obtuvo la primera mayoría, (58%), cuando todos sabíamos que hablaba con monosílabos, y que, durante su gobierno remató con la privatización del agua, entre otros desastres, (durante su gobierno el país tuvo un crecimiento negativo, por ejemplo).

Al remontarnos al pasado, recordamos que el sufragio universal masculino fue un logro de la revolución de 1848, llamada ´La Primavera de los pueblos´, que comenzó en Francia y luego se extendió por los demás países de Europa.

Luis Felipe, “el rey burgués”, hijo de Felipe ´Igualdad´, (según la leyenda había dado el voto decisivo para decapitar a su primo, Luis XVI, de la rama de los Orleans, parientes de los Borbón), durante la Revolución Francesa había militado en el Partido Jacobino, y el joven Luis Felipe, (hijo de Felipe Igualdad), había sido oficial del ejército revolucionario que logró llegar hasta Bruselas, entonces en guerra contra la Revolución Francesa y favor de la monarquía en toda Europa.




El hecho de haber pertenecido a los Jacobinos no le sirvió a su padre para salvarle la cabeza, (también fue guillotinado, al igual que su pariente, Luis XVI). Luis Felipe, (hijo), para salvar su vida anduvo errante por Europa, (incluso, utilizó un nombre falso para ser admitido como profesor de geografía).

En 1830, la burguesía y el pueblo en las barricadas logró derrocar al último rey borbón, Carlos X, un rey muy reaccionario y conservador. Después del triunfo de la revolución de 1830, se presentaban dos alternativas: la república o la monarquía constitucional; al final, se decidió por esta última, nombrando como rey a Luis Felipe, quien realizó un gobierno dominado por los banqueros. Su ministro de Gobierno, Guizot, sostenía que ´el crecimiento sin límites era la meta de la sociedad´. El político y escritor, Alfonso de Lamartine, autor de La historia de los girondinos, encabezó la revolución de febrero de 1848, que fue la menos mortífera del siglo.

Durante ese mismo año, (1848), por primera vez en la historia de Francia, tuvieran lugar las primeras elecciones de Presidente de la República. Los electores, (de Parlamento), pasaron de 250.000, (a quienes se les exigía un certificado de censo de impuestos), a 7.000.000 millones de votos, mediante el sufragio universal masculino para la elección presidencial.

El pueblo, por lo general, ignoraba cómo votar, y la papeleta era sólo un simple papel en que el votante escribía el nombre del candidato, y como la mayoría de la gente era analfabeta, la papeleta era llenada por los curas o por los burgueses alfabetizados. En esta primera elección presidencial ganó Luis Napoleón Bonaparte, convirtiéndose en el primer Presidente de Francia.

El Presidente se entendía mal con la Asamblea Nacional, y ambos poderes conspiraban para apropiarse del poder a través de un golpe de Estado. Luis Napoleón se anticipó y, por medio de un golpe de Estado, se proclamó emperador de Francia, (como lo hiciera antes su tío, Napoleón Bonaparte, el 18 Brumario), con el nombre de Napoleón III.

Víctor Hugo era el escritor más famoso de entonces en Francia, e indignado por la traición, escribió el libro Napoleon Le Petit, en el cual catalogaba al emperador como “un enano imbécil”. Víctor Hugo no podía soportar que Luis Napoleón Bonaparte, cuatro años antes, había jurado respetar la Constitución como Presidente de la República, y el 2 de diciembre de 1852 se proclamara emperador, cometiendo perjurio. Para complementar el golpe, convocó a un plebiscito, en el cual fue “ratificado como emperador con más de 7.000.000 de votos”.

En su enojo, Víctor Hugo escribió: “proclamo que 2+2 no es igual a 5”, para explicar que, así Luis Napoleón Bonaparte aprobado por 7.000.000 millones de electores en el plebiscito, no tenía “validez moral” para gobernar Francia, pues había cometido perjuro y que, al contrario, merecía la cárcel.

Víctor Hugo se exilió en Bruselas y, posteriormente, (imitando a Napoleón I, quien se refugió en Santa Elena), partió a la inglesa Gernesay, desde la cual podía mirar las costas de Normandía. El exilio favoreció a la humanidad, pues fue una de las épocas más prolíferas de su creación literaria, entre ellas, la más importantes de sus obras, Los Miserables.

Víctor Hugo, (1871), había considerado que la Comuna de París estaba condenada al fracaso, (en esta apreciación coincidía con Carlos Marx, y discrepaba con Bakunin), sin embargo, una vez masacrada la mayoría de los comuneros, Víctor Hugo abrió su casa, en Bruselas, para acoger a los refugiados de la Comuna, convirtiéndose en único escritor francés en auxiliar a los refugiados comuneros.

Víctor Hugo murió en París, a la edad de 83 años, (muy avanzada para la época). A la ceremonia del entierro, en El Panteón, fue acompañado por más de un millón de franceses, y en uno de los carteles que portaban los obreros, se leía: “Murió Jean Valjin”; también concurrió al sepelio un grupo de prostitutas, que transformó el entierro de uno de los grandes hombres de Francia en una “pertusa”.

La primera experiencia de sufragio universal masculino demostró que, la mayoría de votos, no coincide con la mayoría moral: muchas veces la mayoría elige a gobernantes incompetentes e inaptos para gobernar, y que, a los pocos meses de su mandato, el pueblo quiere echarlos del poder, (el caso de Sebastián Piñera, en Chile, que de 54% ha bajado al 7% de apoyo ciudadano). Nada más tonto es sostener que “la voz del pueblo es la voz de Dios”.

El sufragio universal, que actualmente incluye el voto de la mujer, no tiene nada que ver con la democracia representativa, pues, en la mayoría de los casos, los representantes traicionan a sus representados, legítimos detentores del poder.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

29/12/2020

 



Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *