Crónicas de un país anormal Política Global

El Colegio Electoral confirmó elección de la dupla Biden-Harris

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 34 segundos

A Donald Trump se le están acabando las balas de plata: en primer lugar, la Corte Suprema rechazó el reclamo de los abogados del actual Presidente, a pesar de la mayoría conservadora en sus miembros – según Trump, “una verdadera traición” -; en segundo lugar, el procurador sostuvo que no se había podido comprobar fraude alguno; en tercer lugar, como era de esperar, a raíz de las cifras contundentes que daban el triunfo a Biden, el Colegio Electoral ratificó el resultado de 302 electores a favor del candidato electo, frente a 232 votos de Trump. Ningún elector traicionó el mandato popular, que sólo ha ocurrido con seis electores en la toda la historia de Estados Unidos.

Donald Trump está empecinado en imponer su tesis de fraude, y ahora sólo le queda un camino: la confirmación del resultado del Colegio Electoral, por parte de la Cámara de Representantes y del Senado. Los Republicanos están elaborando una lista alternativa de “electores”, que darían el triunfo a Trump, pero el resultado de esta maniobra es bastante improbable.

El primer mandatario se niega a abandonar la Casa Blanca, así signifique un costo político sin precedentes para los Estados Unidos, ahora polarizado, en plena guerra racial, enfrentamientos entre partidarios y detractores de Trump y, además, el hecho de ocupar el primer lugar en el mundo en contagiados y muertos a causa del Covid-19.

Estados Unidos, en general, ha considerado a América Latina como su “patio trasero”, bien cuidada por “mayordomos, dictadores y militares, ayudados y protegidos por el imperio, (Kennedy se preocupó del sur del Río Bravo al ver el peligro del triunfo del comunismo en América Latina, luego de la entrada triunfal de Fidel Castro a La Habana, (1959), abandonando el apoyo a los tiranos y privilegiando a gobiernos civiles que adoptaran el Programa de Alianza para el Progreso; el modelo era La Revolución en Libertad, de Eduardo Frei Montalva, en Chile).

El hecho de que el Presidente de Estados Unidos fuera Demócrata o Republicano no importaba mayormente para América Latina, pues los gobiernos de derecha le aseguraban que los comunistas, por ejemplo, no llegaran al poder. La única sorpresa fue el triunfo de Salvador Allende, en Chile, y Nixon se propuso hacer crujir la economía, y derrocarlo con el apoyo de un ejército chileno, formado en Panamá, (en la Escuela de las Américas).

La política de Trump, especialmente hacia Latinoamérica, durante los cuatro años de su mandato, fue más de amenazas que de acciones: cuántas veces prometió, por ejemplo, invadir Venezuela, pero como no es tonto, muy pronto se dio cuenta de que Juan Guaidó era un sinvergüenza y ambicioso de poder y, además, lo que restaba de COPEI y ADECO era un conjunto de megaterios insignificantes, incluso Enrique Capriles, que tuvo el liderazgo por un corto tiempo, se había desinflado. En el extremo derecho se ubicaba la histérica,María Corina Machado, que lo único que deseaba era la invasión por parte de Estados Unidos, y a cualquier precio. (Con una oposición como la venezolana no se podía, ni se puede, hacer nada, salvo pactar el gobierno). En cuanto a los demás países Latinoamericanos Trump ha tenido buenas relaciones, por ejemplo, con López Obrador, de México, sin embargo, existe el riesgo de que América Latina se convierta, (según especialistas de La Casa Blanca) en una “factoría china”.

Nuevas materias primas, (el litio, el potasio, las energías limpias y las tierras raras…), constituyen el futuro promisorio en reemplazo de las materias fósiles. Si agregamos la posibilidad de construir una sociedad mixta, entre capitales chinos y los de los países latinoamericanos, a fin de construir transporte eléctrico, red de electricidad fotovoltaica, mareomotriz, eólica, y otras, eliminando el carbón y el petróleo, América Latina, aliada a China, Rusia, India…podría acercarse a las grandes potencias.

Está claro que nuevo gobierno, que a partir del 20 de enero de 2021 presidirá Joe Biden, va a seguir en forma mucho más moderada y caballeresca la disputa con China y Rusia, pues el mundo de hoy es tripolar, (Estados Unidos-China-Rusia), por consiguiente, Estados Unidos para no terminar como una potencia del tercer mundo, necesita competir con China y Rusia, (y posiblemente con la India), esta vez de haberse apropiado del triunfo que antes le dio la Segunda Guerra mundial, (el dólar como moneda mundial de intercambio va perdiendo su hegemonía, lo mismo cabría para el FMI y el Banco Mundial).

Biden, a un paso de obtener la presidencia, tendrá que gobernar con un Partido Demócrata dividido, entre la mafia de Wall Street y de la izquierda, de Elizabeth Warren, Bernie Sander y otros.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

15/12/2020

 

Historiador y cronista

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *