Los partidos continúan la fiesta: Unos celebran las primarias y otros llaman a rehacer el Frente Amplio
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Vivimos un momento luminoso. La poderosa luz del sol parece iluminar las posiciones de clase de los distintos sectores y lo que ayer fue un caos, comienza a ordenarse. Las fuerzas del régimen, muy particularmente sus partidos, comienzan a articularse y buscan un puente que los conecte con las ilusiones de las masas. Pero cuando estos depredadores van hacia ellas, no lo hacen en su auxilio. Los partidos se «articulan» —como les gusta decir— para intentar ahogar las movilizaciones, sacar a los trabajadores de las calles y restablecer el orden patronal de los últimos 30 años. Las pasadas primarias electorales y el llamado «Manifiesto para lista unitaria de fuerzas transformadoras a la Convención Constitucional», son claros signos de esta voluntad de la «cocina» del poder.
Las elecciones primarias del pasado fin de semana —un regalo del Estado a los partidos del régimen para que estos puedan dirimir sus conflictos internos a costa del erario nacional— fueron, efectivamente, una fiesta. Una fiesta en que organizaciones como Renovación Nacional o la Democracia Cristiana, pudieron salir de sus letrinas por primera vez tras el levantamiento popular, y mostrarse en los medios exhibiendo algún éxito. De acuerdo al último boletín del Servel, votaron cerca de 419 mil personas en las primarias de gobernadores, mientras que en las de alcaldes los sufragios ascendieron a 148 mil. En total, esto equivale a un 3% de los 14,5 millones de personas habilitadas para votar, muy por debajo del 5% que los expertos habían fijado como piso para este acto eleccionario.
Este 3% de participación es una inequívoca expresión de la nula capacidad de movilización de los partidos con representación parlamentaria. Que un mes después del Plebiscito, en que un 80% del electorado se manifestó contundentemente en contra del régimen y su Constitución, la participación en las primarias debe ser leída prioritariamente y más allá de la parafernalia de los medios, como una derrota política mayúscula que corrobora el derrumbe político de las instituciones del régimen en su conjunto.
En este contexto, en Valparaíso, no son pocos los que han observado con cierto entusiasmo el triunfo de Rodrigo Mundaca en las primarias para Gobernador del Frente Amplio en la región. Sus parciales destacan lo contundente de su votación, más de 64% frente a sus oponentes y su condición de independiente dirigente de MODATIMA. Sin ir más lejos, Izquierda Diario ve en el triunfo de Mundaca una derrota relativa de los partidos del Frente Amplio viendo en este fenómeno una alternativa de organización de los «desencantados».
Nos parece que tales perspectivas son erradas. Las cosas en política son lo que son y no aquello que deseamos que sean. Ni en las del Frente Amplio en la región de Valparaíso, ni en ningún lugar del país, las primarias fueron algo distinto que un intento desesperado del régimen de revitalizar a sus partidos. En estas elecciones primarias siempre y en todos los casos gana el régimen porque están concebidas —repetimos— para que los partidos políticos con representación parlamentaria, los que sustentan el infame Acuerdo por la Paz, diriman sus diferencias. No hay espacio acá para la participación popular de ninguna forma. Los más nobles independientes que integrarán las listas de los partidos, Mundaca no es una excepción, son sólo eso: candidatos de esos partidos. Que militen o no en ellos es una mera formalidad.
Un Manifiesto de colaboración de clases
La «fiesta democrática» -como dicen los escribas del gran capital— del domingo, pasado ayudó a los partidos de la forma que hemos indicado. Pero es en el ala izquierda del Congreso, donde este acto ha despertado un particular entusiasmo. Aquí ubicamos la sorprendente convocatoria del mentado «Manifiesto para lista unitaria de fuerzas transformadoras a la Convención Constitucional» hecho público el día martes pasado por un grupo de organizaciones sociales y ciudadanas, entre los que merece destacar la Coordinadora No+AFP y el Colegio de Profesores, ambas organizaciones protagonistas de la Mesa de Unidad Social. A estas organizaciones se suman los partidos legales Humanista, Igualdad, Comunes, Revolución Democrática y Convergencia Social.
El Manifiesto propone «ciudadanizar el proceso constituyente y que la composición del órgano que elaborará la propuesta de una nueva constitución sea un reflejo pleno de la diversidad del país», seguidamente resume un programa de transformaciones democráticas referidas al Estado, la economía, el sistema político y los derechos sociales. Finalmente se llama a que «nos autoconvoquemos a la brevedad en una reunión, para concretar y aterrizar las ideas acá expuestas, y dar inicio así a la construcción de un pacto común para la elección de convencionales constituyente (sic), que levante una lista unitaria, compuesta por movimientos sociales, ciudadanía y partidos transformadoras (sic)».
A pesar de lo pomposo que pueda resultar esta convocatoria no es más que un llamado a recomponer el Frente Amplio incorporando al mismo organizaciones sociales. Este Manifiesto debe definirse a partir de la tarea concreta que pretende realizar: un frente entre algunas organizaciones de trabajadores entre las que destacan la Coordinadora No+AFP y el Colegio de Profesores de un lado, y del otro, partidos con existencia legal, dentro de los cuales se encuentran RD y Comunes, los cuales suscribieron el Acuerdo por la Paz. En consecuencia lo que se nos presenta como «autoconvocatoria» es en realidad una versión siglo XXI del viejo y podrido proyecto de frente popular que aspira, por su propia conformación, a someter a los trabajadores a la política de las organizaciones patronales como en este caso inequívocamente lo son (RD y Comunes), aquellos que con la sangre del pueblo suscribieron el Acuerdo por la Paz.
Adicionalmente, que este Manifiesto no diga una palabra sobre los principales reclamos populares que sustentaron el levantamiento popular del 18 de Octubre, demuestran el carácter patronal del Manifiesto. Ni la Asamblea Constituyente, ni la libertad a los presos políticos, ni la disolución de carabineros, ni el juicio y castigo a Piñera y a su Gobierno asesino son recogidos en este llamamiento, precisamente porque esta convocatoria se hace desde el Acuerdo por la Paz y no contra él. Que nada digan tampoco del art. 135 que obliga a la Convención Constitucional respetar los tratados internacionales que aseguran los intereses imperialistas en Chile ni nada digan, respecto de la legislación que criminaliza la protesta social ni de aquella anti obrera que facilitó que la cesantía llegue hoy a un 30% de la fuerza laboral, se debe a que estos partidos firmantes —que impúdicamente prometen someterse en este Manifiesto a las propuestas de que surjan de la base social— son responsables de esta misma legislación que es la aplicación del Acuerdo por la Paz. Estos partidos, aunque se definan «transformadores» son —por las razones anotadas—nuestros enemigos en la lucha.
Nada podemos esperar de los partidos sostenedores régimen capitalista. De nuestros enemigos de clase no podemos esperar más que maniobras para dividirnos y desmovilizarnos.
En esta perspectiva convocamos a un gran frente de trabajadores, un frente de la clase explotada, que se defina contra el Acuerdo por la Paz y sus sirvientes. Un frente que se proponga la unidad de las organizaciones en lucha para hacer realidad una Asamblea Constituyente desde las bases, libre y soberana. Un frente unitario que se proponga movilizar y que ponga al centro la necesidad de una Huelga General retomando el camino hacia un nuevo levantamiento popular. Sólo sobre estas bases es posible hablar de unidad y de listas de independientes, de independientes de verdad, que levanten el programa de la clase trabajadora y el conjunto de las reivindicaciones que han dado cuerpo a la lucha hasta hoy.
Las primarias del fin de semana pasado fueron un intento frustrado de dar legitimidad y de oxigenar a sus partidos. El Manifiesto, un intento redactado a la rápida de legitimar —ellos le dicen a esto «ciudadanizar»— el Acuerdo por la Paz. El campo de lucha está abierto a mediodía, en él los trabajadores levantamos nuestras banderas por nuestro propio gobierno, el Gobierno de los Trabajadores.
Por Gustavo Burgos
Fuente: El Porteño
Publicado en El Clarín de Chile con la autorización del autor