Chile al Día Crónicas de un país anormal

El chileno, el “rey de los huevones”

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Eduardo Matte Pérez: “Los dueños de Chile somos nosotros”

Y Matte Pérez continúa – “los dueños del capital y del suelo, lo demás es masa influenciable, vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio…”

Los Edwards descendían de piratas y los Matte, eran vendedores de tocuyo, en la calle Ahumada. Este es el origen de la oligarquía chilena, hoy convertidos en millonarios gracias a la explotación de las riquezas naturales y, sobretodo, y por la fundación de bancos y la especulación financiera.

El encuentro entre el Presidente Piñera y Eliodoro Matte, que tuvo lugar recientemente, no es más que la repetición de esta alianza entre comerciantes y banqueros emulando a sus viejos parientes piratas y comerciantes del siglo XIX.

Las Constituciones de 1833 y la de 1925 – para qué hablar de la de 1980 – no son, como algunos creen, un pacto social entre la oligarquía y el  pueblo, sino que se trataba de las reglas de convivencia entre oligarcas.( como en la primera constitución francesa eran ciudadanos pasivos)

Con los años la oligarquía supo incorporar a algunos inmigrantes blancos europeos, con apellidos de muchas consonantes, (los Luksic, los Angelini, los Paulmann …, que se concentraban entre Valparaíso y Coquimbo, (ahí irrumpieron los Chadwick y los Piñera…).

Para los oligarcas de la época la política y los negocios formaban una sola unidad, (alguien que los conoció bien, el historiador Alberto Edwards Vives tasó, en su libro La Fronda Aristocrática, cada uno de los cargos políticos, por ejemplo, el de senador valía X suma, la de diputado, un poco menor, y la de alcalde, más reducida. Para ser Presidente tenía que haber especulado en la Bolsa, ser propietario de un Banco o bien, haberse casarse con una mujer adinerada mientras más fea mejor (Luis Barros y Ximena Vergara El modo de ser Aristocrático Aconcagua)

Si comparamos el Chile de Sebastián Piñera con el de Germán Riesco, en esencia sigue siendo el mismo: en el tiempo de Riesco, las salitreras y los Bancos de los Edwards; (sin haber sido director del Banco de Chile, les era muy difícil convertirse en senador o diputado); actualmente, el Presidente es especulador de la Bolsa, y cada cargo político tiene su valor económico, que lo pagaba, hasta hace poco tiempo, el Banco Penta, SQM, Corpesca, Latam, y otros.

En 1901 el diputado liberal Alfredo Irarrázaval decía, ante la Cámara de Diputados, “los bancos son las entidades que tienen la dirección de la política”. Entre la oligarquía se contaba con algunos dirigentes decentes en el Partido Conservador – aún no habían prostituido a Jesucristo – entre quienes se menciona a don Abdón Cifuentes, que no había hecho de la política un negociado; por carecer de dinero, el Partido Conservador no lo llevó como candidato a senador, siendo reemplazado por uno de los Matte Pérez, de ese mismo Partido.

Además de especular en la Bolsa y en los Bancos, en la época parlamentaria había otras formas de hacerse rico, por ejemplo, ser abogado de empresas calicheras y ganarle juicios al fisco, que es el origen de las riquezas del joven inmigrante italiano, Arturo Alessandri. Su hermano, José Pedro, se enriqueció presidiendo el sindicato de Obras Públicas, club aristocrático que ganaba todas las licitaciones de esta rama, entre ellas, el Ferrocarril de Arica a La Paz.

Los chilenos, en muchas ocasiones, nos jactamos de nuestra originalidad histórica: Chile fue el único país latinoamericano que tuvo un régimen parlamentario, y también, junto con Francia y España, el Frente Popular. El tirano Augusto Pinochet, durante su gobierno, aplicó a la perfección el modelo neoliberal de mercado, (el único que ha superado, de lejos, al de Margaret Thatcher y al de Donald Reagan, quienes justificaron su derrota de no haber podido implementar el neoliberalismo con medidas más drásticas, debido al sistema democrático imperante, como sí se hizo en Chile bajo la dictadura).

Durante el gobierno de Germán Riesco hubo un gran éxito en la especulación de la Bolsa: había personas que, en un solo viaje a Valparaíso, en el antiguo tren, que duraba tres horas, terminaban millonarios, luego de una larga jornada de Mapocho a Viña del Mar. (Castedo Leopoldo Chile: Vida y muerte de la  república Parlamentaria) En el comedor del tren se escuchaban los gritos de júbilo de los nuevos millonarios, que destapaban champagne francés, licor del cual Chile era el principal importador. Hoy, la plutocracia de los Piñera y sus amigos, han descubierto una manera más segura y fácil de engordar a la Bolsa de Comercio: consiste – como sabemos – en obligar a los chilenos a cotizar el 10% de su salario en las AFP, so pretexto de tener un ahorro para la jubilación, y para que la AFP le administre sus fondos se le paga una comisión y éstas le pagan comisiones fantasmas a quienes invierten en la Bolsa y en los mercados secundarios. Al final, son los cotizantes, trabajadores obligados a ahorrar, los que aportan el 75% del PIB chileno. El milagro no lo hizo ni los Matte, ni los Piñera y sus “dilectos amigos”, sino los propios trabajadores chilenos, que ahora solicitan el uso del 10% de su propio dinero, posición que no le gusta mucho a Piñera, pues si siguen con el 10% indefinido, según ellos, se acaba el negocio de triangular con los fondos de los ahorrantes.

Antiguamente era famoso el “cuento del tío”, (en el extranjero, “el paquete Chileno”): El gran periodista, Juan Rafael Allende, en la comedia, El cuento del tío, relataba el viaje de don Inocencio, un rico hacendado chilote que vino a Santiago para conseguir una beca para su hijo; sabía que para lograr su objetivo había que gastar en el pago de algunas coimas para llegar hasta el ministro; “20 pesos para el portero; doscientos pesos para el oficial de Partes; mil pesos para el subsecretario; dos mil pesos el ministro, con quien por fin se veía, (el ministro necesitaba el dinero para pagar el banquete a unos correligionarios). Don Inocencio aceptaba siempre, creyendo tener la suma requerida en un paquete que llevaba entre las manos. Pero el paquete – abierto a los ojos anhelantes y codiciosos de los funcionarios venales – sólo contenía papeles recortados del mismo tamaño que un billete bancario. Don Inocencio había sido víctima del clásico “cuento del tío” (Vial 612).

A partir de octubre de 2019 parece que los chilenos ya no quieren seguir pareciéndose a don Inocencio, pero, aunque se rebelen ante tanto robo y abuso, aún la plutocracia, con apellidos saturados de consonantes, tiene poderosos empleados y protectores, (si no, pregúntenle a la UDI). Cuando tenían al Presidente con la soga al cuello y sonando ocupado, los parlamentarios vinieron en su auxilio, y en un trasnoche prometieron, para calmar los ánimos, un plebiscito en que el pueblo debiera decidir si quería una nueva Constitución, y para más remate, si querían hacerlo con los congresistas en una Convención mixta, (algo así como una fiesta de don Inocencio con los funcionarios a quienes intentó comprar con billetes falsos).

Chile fue, es será siendo el territorio del “rey de los huevones”, y como dice el tango Cambalache, “en el 1900 y en el 2000 también” el que no roba es un gil.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

02/12/2020

Bibliografía:

Gonzalo Vial, Historia de Chile. (1981-1973), Vol. 1, tomo II, Zig-Zag, Santiago, 1981.

Castedo Leopoldo

Chile: Vida y muerte de la República Parlamentaria

Sudamericana 1999

Luis Barros y Ximena Vergara

El modo de ser Aristocrático

Aconcagua

Edwards Vives La fronda arístocratica

 

 

 

 

Historiador y Cronista

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    • Poquísimo. ¿quienes han hecho el trabajo sucio a través de toda la historia de Chile? ¿La oligarquía o los huevones comunes? ¿quiénes entregaron su vida en la Guerra del Pacífico para entregarle los minerales del norte a los Ingleses? ¿La oligarquía o los huevones comunes? ¿Quienes asesinaron a 3600 mineros y familias en la Escuela Santa María en Iquique? ¿los oligarcas o los huevones comunes en uniforme? ¿quiénes torturaron, hicieron desaparecer y asesinaron a miles para el golpe del 73? ¿Los oligarcas o los huevones comunes en uniforme? ¿Somos los chilenos comunes los reyes de los huevones? ¿acaso no está a la vista?

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