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La Moneda está cercada y el centro de Santiago es escena de un proceso de destitución

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Desde el viernes de la semana pasada ha habido un cambio sensible en las manifestaciones en el centro de Santiago. Son más focalizadas, renovadas, más organizadas. De cierta manera, menos masivas. Pero el principal cambio está en el espacio urbano: se han desplazado desde la Plaza Dignidad (explaza Italia) hacia los alrededores La Moneda, para copar gran parte de las calles del centro de Santiago.

La renovación de las movilizaciones y protestas ha sido un efecto de muchas circunstancias. Pero sin entrar en un análisis, la causa a la mano es el rechazo por parte del gobierno al proyecto de ley de un segundo retiro del 10% de los fondos de pensiones y cuyo colofón ha sido el recurso de inconstitucionalidad presentado por Sebastián Piñera y sus principales ministros ante el Tribunal Constitucional (TC). Una acción desesperada que ha encendido nuevamente la mecha de las barricadas. Piñera ha intentado derribar una de las iniciativas legislativas más apreciadas y esperadas por la población, con cerca de un 90 por ciento de aprobación según encuestas.

Esta movida presidencial ha sido el catalizador. Y la primera línea en la calle y enfilando hacia La Moneda ha sido la reacción explosiva en cadena. Una expresión física de la indignación que cruza nuevamente de forma transversal a toda la población. Lo que está en la calle, en las barricadas incendiarias, en las molotov, se levanta también en todas las redes sociales, en las comunidades, en los territorios y en las organizaciones más formales de trabajadoras y trabajadores. Desde el lunes la Unión Portuaria de Chile inició un paro y ha llamado a través de sus redes al inicio de un proceso que conduzca a un paro nacional. Un mensaje que han escuchado otras agrupaciones y centrales, incluso hasta la anquilosada CUT, que en un tweet llamaba a su gente a sacudirse y los instaba a hacer algo.

La crisis social que condujo a la revuelta del año pasado, y que nunca se apagó, ha derivado pese a la contención de la pandemia, a una crisis política e institucional: no es solo un gobierno en crisis; es un orden, una estructura, el modelo representado de forma infame por la constitución de Pinochet y remozada por Lagos.

Las protestas que hoy están a una manzana de La Moneda sabemos que no son solo por el proyecto del 10%. Los lienzos y los gritos piden la renuncia de Piñera y pasan también por gran parte de la clase político, enclaustrada en sus privilegios.

Este miércoles pudimos ver la Alameda cortada por barricadas y una batalla campal entre jóvenes de la primera línea y la policía. No lo vimos en la televisión, sino en imágenes y videos puestos en las redes sociales por comunicadores autoconvocados. A través de streaming observamos un proceso insurreccional en plena escalada.

Es interesante saber qué dice el gobierno de este proceso. Este jueves La Tercera reproduce lo que dice y se dice en el Ministerio de Interior, en cuyas oficinas se debe sentir el olor a neumático y lacrimógena. Para el ministerio de Rodrigo Delgado, “en esos casos es más difícil la contención porque los manifestantes se meten por calles aledañas como Ahumada o Bandera. Además, identifican a un grupo más pequeño pero mucho más violento quienes, de acuerdo a Interior, se mueven como un “cardumen de peces”. Asimismo, indican que su perfil está más vinculado al anarquismo”. Por eso, sigue La Tercera, se ha tenido que hacer un despliegue distinto, concentrando al personal policial más hacia La Moneda por las calles aledañas. Asimismo, Carabineros e Interior están realizando reuniones diarias para ver el tema del orden público y las manifestaciones.

Sin embargo, indican fuentes policiales, no están usando más contingente uniformado, siendo el mismo que ya fue reforzado desde el 18 de octubre de 2019. Las mismas fuentes agregan que ven bajo el riesgo de que lleguen a La Moneda, como pareciera ser el objetivo de algunos de los encapuchados que se han aparecido por esos sectores.

En el gobierno prevén manifestaciones de este tipo al menos hasta enero. Dicen que este tipo de hechos partieron desde antes que comenzaran a surgir críticas por los reparos que ha puesto el gobierno al proyecto que impulsó la Cámara para el segundo retiro del 10% de los fondos previsionales. Y tiene que ver más con las críticas que han surgido respecto a los detenidos en el marco del estallido social.

“Hay grupos minoritarios, no más de 400 y 500, que no creen en la democracia ni en la hoja de ruta que nos trazamos el 25 de octubre como país y nosotros tenemos que mantener el orden público y contener a aquellas personas que no creen en los procesos democráticos. Una de las grandes lecciones que hemos aprendido es distinguir las manifestaciones legítimas de aquellas acciones violentas”, dijo el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli.

 

 

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