Joe Biden y Kamala Harris y su futuro de piedras en el camino
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La estrategia de Biden, frente a la locura desmesurada de Donald Trump, se centra en la aparición prudente y esporádica. La diferencia entre un caudillo y, además, magnate y autoritario, y un político tradicional, dialogante y casi paternal, es demasiado visible.
Es cierto que la fórmula demócrata no arrasó – como lo anunciaban las encuestas – sin embargo, el Partido Demócrata logró un récord histórico de participación en los comicios. No es casual que Biden sea el Presidente electo de los Estados Unidos con el mayor número de votos en la historia de Estados Unidos, también sería extraño que, al final del recuento de los sufragios sumara más electores que Trump, en las elecciones de 2016.
El Presidente Trump anunció, con bastante anticipación, su estrategia a seguir en las elecciones del 2020: se trataba de organizar a los republicanos a fin de que usaran el voto presencial, el día de los comicios, (3 de noviembre), e intentar el triunfo en Florida y Texas, insistiendo que los votos emitidos por correo acarreban un fraude del “demoníaco” Partido Demócrata, (Bernie Sanders la denunció con pelos y señales).
Las Enmiendas de la Constitución norteamericana exigen un quórum muy similar al de las Constituciones pétreas: deben ser aprobadas por los 2/3 de Cámara de Representantes y del Senado, además, ratificada por un alto porcentaje dos tercios de los 50 estados, razón por cual ha sido imposible, por ejemplo, la reforma de la Enmienda 2, que permite a todo ciudadano la tenencia y utilización de armas.
La Enmienda 20 precisa el fin del período presidencial, y el inicio para el nuevo Presidente el día 20 de enero, precisamente a partir de las 12 horas. (El Presidente sólo puede ser reelegido una sola vez; el único que lo hizo por tres períodos fue Franklin D. Roosevelt). El nuevo Congreso deberá reunirse el 3 de enero, y en una sección de dicha Enmienda define el reemplazo del Presidente en caso de muerte, aprobación de juicio político, o de la vacancia, definida en la Enmienda 25, que dice relación con que el propio Presidente se declare incapaz de gobernar, o bien, el Vicepresidente y los Secretarios de Estado soliciten la vacancia a la Cámara de Representantes. Nancy Pelosi, (la vieja bruja según Trump), intentó una participación de una Comisión de Cámara de Representantes; (en la Constitución de Perú la vacancia por inmoralidad permanente ha sido aplicada por el Congreso a varios Presidentes en ejercicio).
Hasta ahora no sabemos la composición exacta del nuevo Senado, que tiene tres posibilidades: una mayoría republicana, (1 Senador más), un empate, que lo resolvería la Vicepresidenta de la República, Kamala Harris; en el caso de que el Presidente Biden no cuente con mayoría en el Senado, se vería bloqueado para gobernar, y tendría que recurrir a las Órdenes Ejecutivas, fácilmente anulables por siguiente Mandatario, (ya lo hizo Trump con las Órdenes Ejecutivas de Barack Obama, y también lo puede hacer Biden con las dictadas por Trump).
Hacia mediados de diciembre deberán votar los Electores para la elección de Presidente y Vicepresidente. Normalmente deberán hacerlo siguiendo el mandato de la elección popular en cada uno de los estados, (sólo tres delegados han quebrantado la norma de ajustarse a la votación ciudadana). En toda la historia de Estados Unidos ha habido un solo empate: en 1800, entre Thomas Jefferson y Aaron Burr, en que se dirimió en favor de Jefferson.
En cuanto a la situación actual, el problema radica en la complejidad del federalismo norteamericano que permite a cada estado el definir a su amaño sus reglas electorales. Es muy probable que Trump tome el camino judicial, y de cuestionar la elección en alguno de los estados, deberá comenzar el juicio en los tribunales del Estado, pudiendo llegar hasta la Suprema Corte, (el referente más conocido fue el del año 2000, en se disputaban los votos de un condado de Florida; el arbitraje favoreció a George W. Bush frente al demócrata Al Gore).
Al no existir mayoría de votos en ambas Cámaras que favorezca al Presidente, una oposición encarnizada y en un clima de polarización extrema, la Constitución entrega al Congreso una serie de instrumentos que puedan paralizar la gobernabilidad.
La fórmula Biden-Harris ha sabido utilizar, muy hábilmente, el conflicto permanente entre la Prensa y el Presidente Trump, y los resultados dados a conocer por los distintos medios de comunicación al país y al mundo, se convirtieran en un hecho indiscutible; en un último desencuentro de Trump con los medios de comunicación la Prensa tuvo ocasión al censurar los dichos del Presidente y denunciarlo por propagar noticias falsas, sin importar la Enmienda 1, que garantiza los derechos de expresión sin censura previa.
A fin de que la Corte Suprema pueda intervenir en una Enmienda y luego decidir sobre la voluntad popular, se necesita la aprobación de cinco de los jueces que la integran. Parece evidente que Presidente apresuró el nombramiento de la jueza, Amy Cony Barret , que le daba la mayoría de los seis jueces.
El discurso tanto de Biden, como el de Harris, fue el llamado a la unidad; el Presidente electo reforzó su discurso con algunas citas bíblicas, hecho que lo identifica como católico y como persona convencida del diálogo y de la unificación.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
08/11/2020
Germán Westphal says:
Sólo dos precisiones:
(1) En la disputa electoral del año 2000 entre Bush y Gore que la Corte Suprema decidió a favor de Bush, la diferencia en Florida era de sólo 537 votos ciudadanos y hubo claros problemas en su computación inicialmente mecánica. La decisión de la Corte Suprema no fue arbitraria. En el caso actual, la diferencia es bastante más substancial en los varios estados en que Trump alega que los resultados son fraudulentos. Incluso en Georgia, donde se están recontando los votos, Biden lleva la delantera por más de 10 mil votos y es perfectamente posible que al final del día agregue 16 votos más del Colegio Electoral a los 190 que hasta ahora tiene, a menos que en el conteo inicial haya habido algún error realmente garrafal.
(2) La Enmienda 1 de la Constitución de EE.UU. ciertamente garantiza la libre expresión sin censura previa. Sin embargo, cabe recordar que las principales cadenas de televisión censuraron a Trump sólo después de que había hecho una serie de afirmaciones falsas, sin base alguna y en abierta contradicción con los hechos. En cuanto a esto, también hay que tener presente que ningún medio tiene ninguna obligación de darle tribuna a nadie y si censura a alguien afirmando que ha faltado a la verdad, esa persona tiene derecho a demandarlo por injurias y calumnias. Ya veremos qué pasa!
Por cierto, un excelente artículo. Muy sobrio y muy bien informado, algo que desgraciadamente no abunda en lo mucho que se está publicando sobre EE.UU. por estos días y que en algunos casos linda en lo planfetario.