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Más que el triunfo de Biden, la mayoría celebra la derrota de Trump

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Joseph Biden es presidente-electo pero la noticia que la mayoría festeja es que Donald Trump fue derrotado en una elección que fue sobre todo un referéndum sobre su presidencia.

Biden y su compañera de fórmula y vicepresidenta-electa Kamala Harris, junto con  gran parte de la cúpula política y económica del país, y casi todos los medios y decenas de mandatarios que enviaron sus felicitaciones alrededor del mundo, de inmediato empezaron a preparar la transición, ignorando por completo la insistencia de Trump que esto no se ha acabado.

Trump rehusó reconocer el resultado, por ahora.  Emitió un tuit declarando “Yo gane en grande” esta mañana y se fue a jugar golf donde recibió la noticia de que su contrincante fue declarado victorioso por todos los principales medios.  En otra declaración poco después  agregó que “el hecho es que esta elección está lejos de acabarse” e informó que a partir del lunes su equipo estará disputando la contienda en tribunales mientras repite que la elección “fue robada”.

A la vez, rompiendo con la tradición, el alto liderazgo republicano guardó silencio sobre el triunfo de Biden, provocando aún más tensión sobre el conflicto que busca detonar el presidente.




Pero toda la atención ya no giraba sobre el, sino sobre el inicio de la era pos-Trump.

Biden ofreció su primer discurso  como presidente-electo esta noche cerca de su casa en Wilmington, Delaware,  en el cual nunca mencionó el nombre del presidente.  Declaro que “me comprometo ser un presidente que no busca dividir, sino unificar”, y resaltó su mensaje de campaña que busco la presidencia “para restaurar el alma de Estados Unidos” y que “este es la hora para sanar”.

Afirmó que el mandato de esta elección es “promover las fuerzas de la decencia”, la ciencia y la esperanza para “la batalla contra la pandemia, por la justicia racial y salvar al mundo al controlar el cambio climático”.

Declaro que esta elección “fue una victoria por nosotros, el pueblo” (primer frase del preámbulo a la Constitución) y que se ganó con más votos, 74 millones, en la historia.  Indicó que su campaña fue impulsada por una coalición amplia multirracial y de identidades, incluyendo republicanos, y que como presidente, gobernará para todos.

“Esta noche todo el mundo está viendo a Estados Unidos” al cual llamó “un faro para el mundo, pero no solo por nuestro poder, sino por nuestro ejemplo” y con ello subrayó que trabajará para recuperar el respeto internacional por este país.

Ofreció una apasionada defensa del mito del “sueño americano”, donde el país ofrece una oportunidad igual a todos. Insistió que “somos un pueblo bueno… Somos Estados Unidos de América, no hay nada que no podamos hacer y concluyó” “seamos la nación que sabemos que podemos ser”.

Harris, quien está haciendo historia como tanto la primera mujer, como persona de color y también como hija de inmigrantes (su madre es inmigrante de la India, su padre de Jamaica) en ocupar la vicepresidencia, declaro al presentar a Biden en el acto de victoria que “por cuatro años ustedes marcharon y organizaron por la igualdad y la justicia, por nuestras vidas y por nuestro planeta y despues votaron… optaron por la esperanza, la unidad, la decencia, la ciencia, y si, la verdad”.

Resalto el papel de las mujeres y sobre todo las de color en que han rescatado a esta democracia constantemente, y en torno al momento histórico de su próximo papel, declaro que “yo seré la primer mujer en este puesto, pero no seré la última”.   Ahora empieza la tarea más difícil-combatir la pandemia, el racismo, la crisis económica.  “America esta lista, y también Joe y yo”.

El festejo concluyo con fuegos artificiales y configuraciones aéreas con el número 46 y otras realizadas por drones guiados pro computadora.

Despues de cuatro años de lo que una amplia gama consideraba como “el presidente más peligroso de la historia” de Estados Unidos, caracterizado por la persecución de inmigrantes incluyendo el enjaulamiento de niños, el abierto endoso de agrupaciones supremacistas blancas y neonazis, el desmantelamiento de normas ambientales, el deterioro de los derechos civiles y el manejo irresponsable de la pandemia, Trump se vuelve en el primer presidente desde 1992 en fracasar ser reelecto.

Biden será el 46o presidente de Estados Unidos, ganando en su tercer intento como candidato con un mensaje de restaurar la unidad y la “normalidad” política y su empatía personal en un país agotado por el manejo errático por un mandatario distinguido por haber mentido y engañado más de 20 mil veces, incluso sobre su manejo de la pandemia que fue probablemente el factor principal de su derrota.

Biden, quien cumplirá 78 años este mes, será el presidente de mayor edad al iniciar su mandato.  También será solo el segundo presidente católico, despues de John F. Kennedy.

Pero esta elección no fue entre candidatos de dos partidos, sino, como repetir el senador Bernie Sanders, “entre la democracia y Donald Trump”.  El presidente-electo, cuya carrera de 48 años en Washington es distinguida como un político centrista del Partido Demócrata, y un campeón de esfuerzos y negociaciones bipartidistas nunca genero un entusiasmo masivo entre el electorado.

Por lo tanto, su tarea de reparación de daños y restauración de normas también tendrá que responder a las diversas corrientes dentro y fuera del Partido Demócrata, un abanico amplio de sectores e interés que se unieron en su objetivo de deportar a Trump, pero que no tienen un consenso más allá de eso.

El triunfo electoral no fue de las dimensiones que deseaban los demócratas, quienes esperaban una “ola” suficientemente masiva como para ahogar la era Trump y proclamar que fue un desvío abnormal de esta democracia. Pero aunque Biden obtuvo 4 millones más votos que Trump, su contrincante llego a mas de 70 millones, incrementando el número con que gano en el 2016.  Por lo tanto, la amenaza del populismo derechista con sus tintes neofascistas no se ha aniquilado sino estará más que presente al iniciar la era pos-Trump.

Pero aun con gran parte de Washington, Wall Street y el mundo reconociendo el resultado, Trump rehusa ingresar a su pos-era y procederá a disputar la legitimidad de esta elección, tanto ante tribunales como con sus bases ultraderechistas en las calles, como empezó a suceder hoy en varias entidades donde coreaban el lema “alto al robo”.

El nuevo presidente tiene cita el 20 de enero del 2021 para asumir su puesto.  Entre hoy y esa fecha, Trump sigue como el residente de la Casa Blanca y todos saben que es capaz de hacer mucho daño en lo que deben ser sus días finales.

 

Por David Brooks



Corresponsal La Jornada

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  1. Germán Westphal says:

    Y ahora, ¿qué sigue?

    8 de diciembre: Todos los recuentos de votos y los casos judiciales relacionados deben estar resueltos.

    14 de diciembre: El Colegio Electoral vota de acuerdo a los resultados del voto popular en los diferentes estados y el Distrito de Columbia. Esto es una formalidad.

    23 de diciembre: Los resultados del Colegio Electoral deben haber sido entregados al presidente del Senado y otros funcionarios.

    6 de enero: Se realiza una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado para contar los votos electorales. El presidente del Senado (el actual vicepresidente M. Pence) anuncia el ganador, es decir, el candidato que ha obtenido 270 votos electorales o más. Si hay empate, el presidente es elegido por mayoría simple, algo que no sucederá en 2021 a menos que Biden pierda exactamente 21 votos electorales de los 290 que tiene actualmente. Para que esto suceda, al 8 de diciembre tendría que haber perdido Arizona y Wisconsin, los únicos estados que suman 21 votos electorales. Si pierde más votos electorales, gana Trump.

    20 de enero: Fecha de inauguración. La participación de Trump es incierta.

  2. Los partidarios de las democracias liberales, de los valores de la tolerancia, del progreso social y de los derechos individuales, de las sociedades abiertas y el respeto a las minorías, del conocimiento científico y el amor a la cultura pueden celebrar —en Estados Unidos y allá donde estén— la derrota de una de las grandes amenazas a sus ideas desde que se afianzaron en Occidente como modelo de referencia tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La victoria del candidato demócrata, Joe Biden, en las presidenciales de EE UU, la mayor potencia mundial, frena el paso al nacionalpopulismo. Biden no es un candidato perfecto o inspirador. Pero representa el regreso a la Casa Blanca de la moderación, el respeto a los principios y a las instituciones democráticas, así como la vuelta al diálogo y al multilateralismo en la escena internacional. Su éxito es un cambio de era para su país y para Occidente.

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