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Declaración Pública Fuerza Pobladora de Chile: Ante la farsa constitucional, rebeldía poblacional

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«Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la muerte.

Menos mal que existen los que no miden qué palabra echar, ni siquiera la última.

Se arriman a la noche y al día y sudan si hay calor y si hay frío se mudan.

No esperan echar sombra o raíces pues viven disparando contra cicatrices”.

Silvio Rodríguez

 

Estamos a pocos días del Plebiscito y no cabe duda el resultado, que a mediano plazo va culminar con una Nueva Constitución, con maquillajes en la redacción, argumentado con oportunas consignas, que bien sabe el pueblo en su fuero interno, no vendrán a traer la dignidad tan manoseada este último año. La sabiduría que nace y se refuerza desde la experiencia del pueblo, es que las cosas seguirán igual. Los ricos y poderosos, junto a toda la clase política que administra este sistema desde el Congreso y las instituciones del Estado, seguirán siendo los privilegiados; y al otro extremo, los pobladores, los trabajadores, los pobres de Chile, tendrán que seguir sobreviviendo con mucho esfuerzo, con su trabajo, explotados por esa casta de privilegiados.

Toda esa sinfonía de promesas de un cambio para Chile, donde parece que lo único válido es sumarse como ovejas a su show electoral, no es más que un intento de encasillar al pueblo en esa participación pasiva, para contenerlo, para que no proteste, para que no amenace a los privilegiados, para que no intente realizar acciones en pos de soñar una sociedad diferente. Porque si ese sueño se hiciera política, se hiciera organización, se hiciera proyecto, no cabe duda que pondría al pueblo en la calle luchando, demostrando su fuerza, decidido a conquistar el poder. Nadie con seriedad puede creer que el protagonismo del pueblo se traduce en marcar un voto, en un evento apropiadamente ordenado en filas de electores, en secreto y con su voz acallada por el silencio de una cabina.

Sin duda que existe una crisis política, generada por los mismos políticos de todo el arco iris actual, que se han ido turnando en los sillones de la institucionalidad estos último 30 años; pero también es cierto, que el pueblo debe recorrer caminos para fortalecer su fuerza, para que pueda ser un actor concreto y efectivo en medio de estas crisis. Mientras más demore superar la debilidad de la organización de la clase popular, más favorecerá a los que hoy dominan. Los dueños del poder económico, aliados con el amplio campo de políticos, sean los viejos conocidos o los jóvenes que se abrieron paso con un discurso tan falso como este proceso constituyente, prometiendo un cambio en la forma de hacer política, hacen el trabajo colaboracionista de administrar este modelo, y mantenerlo sin grandes cambios. Le harán un retoque a algunas frases e incorporarán otras a una Constitución, que no podrá ser más que una nueva representación de este sistema desigual.

Los derechos humanos, a la vida, a las necesidades básicas, ya han sido escritas en numerosas cartas fundamentales, sin embargo, son ignoradas a cada momento en la vida diaria de las personas y especialmente del pueblo trabajador. Reescribir sobre el “estado subsidiario” un “estado social de derecho”, no es más que un engaño, cuando ese nuevo texto se inscribe en un sistema de relaciones económicas y sociales que no tendrán ninguna variación, por tanto, los problemas y precariedades del pueblo y los trabajadores permanecerán. Si bien más temprano que tarde las marchas, las tomas, los paros y las protestas por demandas sociales volverán en algún momento, la maniobra vigente de los políticos desde derecha a izquierda, tiene por objeto frenar el estado de rebeldía que hierve en estos días, y enmudecer el grito y la lucha popular que se ha tomado las poblaciones. Que mejor que “su acuerdo para su paz” y toda la farsa orquestada en torno a la Nueva Constitución. Para estos días, que mejor recuerdo que la frase de Nicanor Parra donde “la derecha e izquierda unidas, jamás serán vencidas”.

Confiados en que los resultados le serán favorables, sea cual fuere el mecanismo, hoy nos convidan a su Plebiscito, donde el antagonismo no está entre el “apruebo y el rechazo”, sino en la contradicción entre un pueblo que clama por una verdadera dignidad; y al otro lado, la camada de poderosos y políticos acomodados, que ya los vemos más preocupados de quienes ocuparán las sillas de la Convención, de los cargos municipales, gobernaciones, hasta el presidencial, en las próximas contiendas electorales.

El pueblo no olvida, vaya o no vaya a votar. En su conciencia está su experiencia histórica, la de sus familias, la de sus ancestros. Por lo mismo es que argumentar que se está terminando la Constitución de Pinochet, es por lo menos un dato vacío. Bien sabemos del juicio histórico que le corresponde a la Dictadura, pero no fue el Dictador quien inventó la pobreza, y no fue la Constitución del 80 la que sumió al pueblo a sus condiciones de explotación. Son siglos de desigualdad, con este o con otro modelo experimentado en el marco del sistema Capitalista. Habrá siempre un académico intelectual al servicio del poder, que intentará convencernos con artilugios de lo trascendente de parir una Nueva Constitución en democracia, pero evadiendo que estamos en una democracia protegida para unos pocos. Esa realidad, como un elefante no cabe por el ojo de una aguja.

Los defensores del proceso que se iniciará este domingo, esconden el análisis de fondo. Así ha sido permanentemente en la historia, considerando la matriz dominante que la estructura política ha tenido en Chile. Hacer una comparación con el derrotero de salida pactada de la dictadura es prácticamente inevitable. Como ayer “la alegría ya viene”, y hoy “el apruebo para un Chile digno”, corre el mismo sendero, bajo el alero de lo que ellos llaman un nuevo pacto social. El proceso para una salida democrática a la dictadura, fraguado en los acuerdos de las fuerzas políticas de entonces, el régimen militar e inclusive de la mano de EEUU, fijaron un camino que situó como hito el plebiscito del Si y el No. Los fariseos de entonces nos mantuvieron con el discurso de la Transición, como si esta no se hubiera cerrado cuando acordaron los pasos del proceso. Hoy cerraron su plan con el Acuerdo de la Paz y la Nueva Constitución, fijaron el hito en este nada novedoso Plebiscito y nos mantendrán como ellos mismos lo han revelado un par de años, hasta que se firme y decrete el remozado texto.

En estos días se cumplió un año del estallido. Convenientemente ha dado para todos los gustos e interpretaciones. La única que se ha procurado obviar, es que ese 18 de octubre y las semanas que le siguieron, nunca fue causado por la demanda de una Nueva Constitución. El poderío del pueblo, capaz de tumbar el orden establecido, hacer temblar las instituciones políticas y policiales de un Estado al servicio de poderosos y sus empleados políticos, se ha querido invisibilizar relevando en el discurso la delincuencia, la anarquía, la acción de desadaptados y resentidos sociales. Facilismo oportunista, contraponiendo la imagen civilizada de una familia y sus hijos participando de una marcha por la Alameda, versus la barbarie del joven sin oportunidades ni futuro que levanta una barricada en una población, o la madre que golpea una olla en la puerta de su casa tras el círculo de Américo Vespucio, los cerros de Valparaíso, o en los límites de cualquier ciudad chilena. Pero la acción interesada de aquellos que, para conservar todo igual, levantan el discurso populista de que todo cambie, no se queda allí. Hacen suyo el estallido, lo vuelcan a su favor y lo convierten en la razón de su Plebiscito.

Por eso es que los pobladores, protagonistas reales del escenario del descontento, desde sus calles abandonadas de todos los derechos, no pueden albergar expectativas de este traje a la medida de los que sí tienen cabida en los medios de comunicación, de los empresarios poderosos, de los políticos que bien conocemos sea cualquiera su tienda política se cuelan a diario en nuestros hogares a través de la televisión.

Por eso los pobladores organizados, no pueden caer en la irresponsabilidad de inducir esperanzas en sus vecinos. La moral de los pobres debe tener la fortaleza de no caer en el engaño y denunciar el fraude. A no temer al dedo acusador, que señala al que opta consecuentemente por seguir su propia historia y conciencia, al no participar de este fraudulento proceso que se vende como la solución a todos los problemas de los pobres en Chile. Detrás de ese dedo acusador están los brazos de los intereses de una minoría, que parece mayoría porque se ha adueñado de todo el poder que le brindan las riquezas, a costa del trabajo del pueblo.

Con todo el dinero usurpado a los trabajadores y todo el poder a sus expensas, bien acompañados por sus delegados de la farándula televisiva, han querido instalar que quien no comulgue con su marcha alienada a las urnas, pertenece a una minoría que se deja llevar por una moralina y principismo anacrónico, automarginada de la amplia masa social y de la sociedad democrática. No se puede negar que la repetición del discurso cala en el pueblo hasta parecer verdad. Pero nada más embustero, cuando las organizaciones populares son las que trabajan y viven en contacto diario con el pueblo, llevando en sus hombros una postura y acción política de clase, rebelde y transformadora, muy al contrario de ese círculo del poder que ideológica y concretamente se ubica distanciado de la masa, que hoy como cada vez que lo necesitan, nos invitan a votar. Nada más embustero, que esconder que la sociedad chilena responde a una democracia restringida, cuyos beneficios sólo favorecen a una porción menor de la población. Nada peor que el embuste de pretender arrojar como opción del pasado la justa aspiración por la igualdad y la justicia, cuando el pueblo comienza a ser digno una  vez que lucha con decisión y arremete con fuerza exigiendo sus demandas y protagonismo directo en la construcción de la vida de todos.

Los trabajadores y pobladores, no podemos contagiarnos de esa falsa discusión entre el apruebo y el rechazo, incluso de si ir a votar o no, confrontándonos entre nosotros a partir de esa superchería montada por el sistema político. Eso quieren y nos empujan los que apurados convocan para el 25 de Octubre, para mellar nuestra convicción y nuestra unidad como pueblo. Seremos nosotros, el pueblo, esa masa mayoritaria de chilenos que desde el lunes 26 volveremos a estar en nuestras casas y en nuestros trabajos, con los mismos vecinos y compañeros, con los mismos problemas, a los cuales hemos debido dar muestra de apoyo y solidaridad en los momentos de angustia, como lo fue en esta pandemia.

Por esa convicción, esa moral y esa responsabilidad con nuestra gente, es que adherimos al “Yo no Voto, Me Organizo”; porque expresa un ejercicio real tras esa frase y no una simple consigna propagandística. Menos mal que existen, los que sin temor se han identificado y planteado en la campaña del “Yo no Voto, Me Organizo”. Menos mal que existen aquellos que con humildad pero firmeza, no se han amilanado por la chilladera de los desesperados, ante una opción política válida que no le hace el juego al fraude, una opción activa en quienes hemos visto: jóvenes, profesionales, estudiantes, profesores, trabajadores, que han desplegado en las calles y en las redes sociales una alternativa propia, legitimada en la fuerza de la historia y en el orgullo de las luchas populares; y con quienes nos hemos encontrado en este camino de organizarse, no sólo para la crisis sanitaria, sino de años de trabajo de cara y con el pueblo, convencidos que el futuro de Chile y de los pueblos, sólo es posible con un Estado, un gobierno e instituciones populares, donde el protagonismo no quede reducido a una raya en un papel y la participación política no se endose a unos pocos aparecidos, supuestamente más idóneos y letrados, supuestamente más comprometidos con el pueblo.

 

Ante la Farsa Constitucional: Rebeldía Poblacional

Octubre 2020

Fuerza Pobladora de Chile

 

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  1. Y pensar que todavía hay quienes creen en el viejito pascuero…!? Dentro de la constitución y leyes chilenas ,y, con la clase política de todos los lados,FFAA, y de fusileros(pacos),los mismo de siempre! En Chile va a seguir lo mismo,no va a cambiar nada…Y vamos esperando despues el circo de las elecciones..
    Muy acertado la declaración pública de Fuerza Pobladora.

    • Germán Westphal says:

      Lo que también hay que entender, Luis, es que la gente está cabreada y rechaza la continuidad de la Constitución de Pinochet, Guzmán, Lagos o de quién sea! Por lo visto el APRUEBO arrasó en Nueva Zelanda y con toda certeza, al final del día también va a arrasar en el país y en el extranjero por una abrumadora mayoría. La gente va a votar y está votando a ojos cerrados en contra de la Constitución de Pinochet, lo que es perfectamente legítimo, pero sin que aparentemente le importe un bledo o entienda a fondo los detalles de las alternativas que se le ofrecen o —si los entiende—, con la ilusión por cierto vana de que pueden ser modificados. La bronca acumulada es mucha. Lo que la gente quiere es una nueva Constitución y punto! Incluso no sería en nada extraño que termine aprobando en el plebiscito de salida todo lo transado y obrado por la Convención Constitucional que hoy se apruebe. Lo que definitivamente es cierto es que los pobladores seguirán luchando…

  2. Felipe Portales says:

    Y no seamos ingenuos. La ex Concertación le regaló a la derecha tradicional en noviembre el antidemocrático e inmodificable (fue por Reforma Constitucional) quórum de los dos tercios, del mismo dodo que la Concertación le regaló a la derecha (muy solapadamente esa vez) la futura mayoría parlamentaria a través de la Reforma Constitucional de 1989, modificando los quórums de aprobación de las leyes. En ambos casos, el ardid consiste en poder justificar plausiblemente no llegar a cumplir con lo que se dice y ya no se cree, porque no se tiene los quórums para tal efecto. Es decir, poder «justificar» no lograr lo que dice quererse, culpando a la «derecha» de no haber dado su aprobación a ello. Dicho de otro modo: Contribuir decisivamente a que la «derecha» gane; sin que se note, para poder seguir engañando a sus bases con un discurso centro-izquierdista.

    Y no sólo hizo aquello; sino que además provocó la quiebra de todos los diarios y revistas de centro-izquierda negándoles el avisaje estatal ; ¡y les bloqueó el apoyo financiero externo!; le hizo una virtual guerra nacional e internacional a Víctor Pey, para impedir que él pudiese obtener los bienes confiscados por la dictadura y poder relanzar «Clarín» (¡ESTE DIARIO DIGITAL COMO DIARIO DE PAPEL!), consolidando, de paso, el duopolio «El Mercurio-Copesa); designó numerosos diplomáticos, agregados militares y oficiales en misión ONU gravemente involucrados en violaciones de DD. HH.; intentó aprobar leyes para convalidar la autoamnistía de 1978; salvó a Pinochet de ser condenado por sus crímenes; etc. etc.

  3. Felipe Portales says:

    Y no sólo podemos recurrir a Orwell, como bien señala Germán. Ya el antiguo dicho popular nos advierte que «no hay peor ciego que el que no quiere ver». Aunque reconozco que el caso nuestro es de antología y probablemente insuperable… ¡Cómo puede creerse que todo este «proceso constituyente», prefabricado obviamente «en respuesta» a la rebelión de octubre; y en que las dos derechas que suscribieron el funesto acuerdo del 15 de noviembre están llamando al pueblo a participar; va a producir una derrota de ambas! ¡De partida, tanto la derecha concertacionista, como los más populares líderes de la derecha-derecha (Lavín, Felipe Kast, Ossandón, Longueira, Desbordes, Ubilla, Codina, Delgado, Felipe Alessandri, etc.) están llamando a votar por el «Apruebo»! ¡Y de acuerdo a las encuestas cerca de la mitad de los electores de Piñera votarán por el «Apruebo»! Pero además, como se puede argumentar de que es posible aprovechar este «proceso constituyente», SI ESTE ESTÁ IRREVOCABLEMENTE VICIADO POR EL FRAUDULENTO QUÓRUM DE LOS DOS TERCIOS NECESARIO PARA QUE LA CONVENCIÓN APRUEBE UN TEXTO CONSTITUCIONAL. Es decir, ¡aunque se produjese el «milagro» de que el liderazgo ex concertacionista se arrepienta de haber por 24 años legitimado, consolidado y perfeccionado el modelo neoliberal heredado de la dictadura; TAMPOCO PODRÁ LLEGAR A OTRA COSA QUE A UN TEXTO CONSENSUADO CON LA DERECHA TRADICIONAL.
    Es verdad que estamos siendo testigos de una mezcla de engaño y autoengaño voluntarista seguramente inédita en la historia; y creo que muy difícil de ser superada en el futuro por nuestra especie humana…

  4. Germán Westphal says:

    Si hay algo que parece no entenderse es que la gran trampa de la cual no hay salida posible es que al votar por el APRUEBO y la Convención Constitucional se legitima todo lo que sigue:

    (1) El sistema de elección de los delegados constitucionales que privilegia la representación de los partidos políticos por sobre los representantes independientes de la ciudadanía. Esta es una consecuencia del método D’Hondt que se usa para la elección de diputados y que se usará para elegir a los delegados constitucionales.

    (2) El sistema de distritos electorales para la elección de diputados que también se usará para la elección de los delegados constitucioales genera una aberrante desproporcionalidad entre el número de electores y representantes a elegir. Así, por ejemplo, según ha destacado Patricio Navia, el Distrito 8 (Comunas de Maipú, Estación Central, Cerrillos, Pudahuel, Colina, Lampa, Quilicura y Til Til) escogerá 8 escaños, por lo que cada delegado representará a 182 mil habitantes pero el Distrito 4 (Copiapó y todas las comunas de la Región De Atacama) escogerá 5 escaños, por lo que cada delegado representará a 57 mil habitantes. Esta desproporcionalidad se repite en todo el país y distorsiona gravemente la representación ciudadana.

    (3) El quórum de 2/3 requerido para la aprobación de todos los acuerdos de la Convención Constitucional, sea cual sea su formato —una garantía de la política de los “grandes consensos” entre los conglomerados políticos que han dominado y controlado el quehacer político nacional desde hace 30 años.

    (4) La intangibilidad de los tratados internacionales, incluidos —por definición— los tal llamados “Tratados de Libre Comercio”, piedras angulares para la mantención del sistema neoliberal.

    Por supuesto, entre mayor sea la cantidad de votos a favor de la opción APRUEBO y la Convención Constitucional, mayor legitimidad a todo lo anterior. De hecho, tal como ha señalado Felipe Portales en algunos artículos y comentarios en este medio, incluso algunos de los liderazgos más importantes de la derecha reaccionaria han declarado que también votarán por la opción APRUEBO porque se han dado cuenta que es la opción que políticamente más les conviene.

    En cuanto a las mencionadas condiciones, no son nada nuevo y son o deberían ser bien conocidas pues están implícita o explícitamente especificadas en el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” y la Reforma Constitucional y leyes que lo implementan. Sin embargo, una gran mayoría ciudadana adhiere ferviente y entusiásticamente al APRUEBO y, hasta donde se sabe, a la Convención Constitucional 100% electa, en la convicción de que ésta le dará al país un nuevo ordenamiento jurídico que responda a las aspiraciones de política auténticamente democrática, derechos de los pueblos indígenas y justicia social y económica, para mencionar sólo las más generales que engloban otras. Nada más lejos de los mundos posibles, aunque algún cambio por cierto tendrá que haber. Para guardar las apariencias.

    Con todo, la gran pregunta es cómo se ha llegado a dicha convicción y la respuesta no puede ser otra que lo que se ha dado en llamar el Problema de Orwell —la poderosa capacidad de los sistemas totalitarios y —en general— de dominación política y propaganda, que les permite inculcar en la población creencias que son firmemente sostenidas a pesar de que carecen de fundamento pero que tienen por función la mantención del régimen del cual las cúpulas que lo administran profitan. Es lo que se podría llamar “La jaula de las ilusiones”. Una vez dentro de ella, se ven sólo las ilusiones pero no la jaula.

  5. Máximo Kinast says:

    No es lo mismo estar durmiendo que estar dormido, como dijo don Camilo José Cela, porque no es lo mismo, añadió el nobel, estar jodiendo que estar jodido. Y esta frase viene al caso, porque todo está cocinado a gusto de los momios de siempre, pero sería grandioso conseguir más de un 70% de votos APRUEBO. Sería una buena patada psicológica en el trasero de los momios y de los contorsionistas de la Concertación, siempre bien concertados con la mafia derechista. Así es que este domingo todo Chile a votar y votar APRUEBO, porque no es lo mismo ganar este plebiscito y negociar desde arriba, como ganadores que negociar como perdedores.

    • Germán Westphal says:

      “Sería grandioso conseguir más de un 70% de votos APRUEBO. Sería una buena patada psicológica en el trasero de los momios y de los contorsionistas de la Concertación.”

      Ciertamente “sería grandioso”, amigo Máximo! Tan grandioso que tal como dices, para que sea «una buena patada psicológica en el trasero de los momios y de los contorsionistas de la Concertación”, estos tendrían que quedar reducidos a un 30% o menos, pero el problema es que ellos también van a votar en buena parte por el APRUEBO. Esto es algo que Felipe Portales ha explicado reiteradamente en este medio, que repite más abajo y que aquí te transcribo: “¡De partida, tanto la derecha concertacionista, como los más populares líderes de la derecha-derecha (Lavín, Felipe Kast, Ossandón, Longueira, Desbordes, Ubilla, Codina, Delgado, Felipe Alessandri, etc.) están llamando a votar por el “Apruebo”! ¡Y de acuerdo a las encuestas cerca de la mitad de los electores de Piñera votarán por el “Apruebo!” En otros términos, “los momios” y “los contorsionistas de la Concertación” serán parte significativa de “los ganadores” de mañana. Su razón para votar por el APRUEBO es simple: Tienen asegurado el control de la Convención Constitucional, sea cual sea su formato. Ver mi comentario de más abajo. Saludos y salud! Mientras la haiga!

  6. No me sumo a los negacionistas del momento presente ; si es cierto que las amarras del nefasto acuerdo partidocrático de noviembre hace difícil el trámite de una buena nueva constitución , la organización social debería estar buscando caminos para asegurarse una buena representación de constituyentes en vez de negarse a participar en el único proceso que se ha logrado gracias al movimiento O-18 , aparte de limosnas y ayudas que el gobierno del Estado no ofreció debidamente y hubo que obtener con «forcep».Las condiciones para la toma del poder por organizaciones sociales está tan cerca como el irse a vivir a Marte y «hacerle el juego a la derecha» que nombran los negacionistas terraplanistas pero que rechazan «manoseando la dignidad» como decía Víctor Jara , es llamar a conflictos que las organizaciones sociales tendrán muchas dificultades y padecimientos para enfrentar.
    El ir ,con responsabilidad , a votar APRUEBO Y C/C , es una luz de esperanza para la creación de un estado plurinacional , social , justo y con claros derechos para todos los chilenos y chilenas. No se resten de movimiento popular , empujemos todos para un mundo mejor.

    • Germán Westphal says:

      “La organización social debería estar buscando caminos para asegurarse una buena representación de constituyentes.”

      La cuestión es ¿cómo? Ver los puntos (1) y (2) de mi comentario de más abajo (3:34 PM DE AYER).

      A lo anterior se suma lo siguiente: (1) Todas las trabas de recolección de firmas para inscribir candidaturas independientes; (2) Todo el dinero necesario para la campaña de candidaturas populares que apenas tienen para parar la olla o pagar la micro pero que los partidos políticos tienen en abundancia; (3) Las dificultades para acceder a los medios de comunicación al servicio del empresariado y la clase política dominante.

      Ciertamente las bases del movimiento popular se merecen un poquito más de respeto y consideración a su realidad social en vez de decirles qué deben hacer.

  7. Felipe Portales says:

    ¡Muy buena declaración! El funesto acuerdo del 15 de noviembre ha tenido el objetivo de FRUSTRAR la rebelión popular de hace un año; no de CANALIZARLA para modificar el «modelo chileno». Y mal podría hacerlo cuando los suscriptores de aquel funesto acuerdo fueron los que impusieron a través de la dictadura el modelo neoliberal (la derecha-derecha) y los que posteriormente lo legitimaron, consolidaron y perfeccionaron (la derecha-concertacionista). Y recurrieron al maquiavélico engaño de generar un proceso aparentemente democrático, pero realmente antidemocrático, a través del fraude del quórum de los dos tercios, por el cual se hace equivales la voluntad de 34 a la de 66. Como dice la Declaración hay que denunciar el fraude y organizarse para generar en el futuro una efectiva alternativa democrática destinada a sustituir el funesto «modelo chileno».

  8. Germán Westphal says:

    «Yo no voto! Me organizo!” Por cierto, quienes así se plantean serán acusado de hacerle el juego a la derecha, pero poco importa porque la distinción entre izquierda y derecha a nivel de la clase política dominante es una de unos cuantos bemoles de una misma melodía. Además, gane el APRUEBO o el RECHAZO nada cambiará de ninguna manera substancial para todas las voces por largo tiempo silenciadas que se expresan en este manifiesto. Lo que sí importa es la organización de las bases del movimiento social de modo que puedan generar sus propios representantes —representantes que respondan directamente a dichas bases y con el apoyo de la movilización social firme y sostenida, logren disputarle el poder a la clase política dominante. Todo lo demás es música.

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