Colombia: La Minga por la vida y la democracia
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El Presidente de Colombia, Iván Duque, es hijo político del delincuente convicto y confeso de múltiples delitos, Álvaro Uribe Vélez, entre ellos el de colaboración con el narcotráfico; además, participó, con su hermano Santiago, en una de las brigadas paramilitares. Ya como Presidente, se culpa del delito de asesinato de campesinos y de habitantes de los suburbios de las ciudades, en llamados “falsos positivos”.
El ex Presidente Uribe, para protegerse de las múltiples causas que la justicia lleva contra él, participó y ganó en las elecciones parlamentarias con el cargo de senador, pero el fuero dejó de serle útil cuando la mayoría de los miembros de la Corte Suprema decidió acusarlo del delito de manipulación de testigos y de obstrucción a la justicia, y como medida preventiva le decretó prisión domiciliaria.
Sus abogados defensores recomendaron al senador Uribe que renunciara al cargo de senador, a fin de que el caso pasara a la justicia ordinaria, y fue una buena idea para él, pues por la presión de sus adeptos, logró que una jueza de garantía lo dejara libre a la espera del juicio oral.
El delincuente Uribe tiene muchos partidarios dentro de la ultraderecha colombiana, quienes pusieron el grito en el cielo cuando este “héroe de la república” se encontraba en su fundo como preso domiciliario, y organizaron marchas a través de todo el país.
El Presidente Duque es el hijo tonto de Uribe, y durante su mandato no ha hecho más que ordenar masacres contra líderes sociales, indígenas y afrocolombianos, además, radicalizar el neoliberalismo y permitir la instalación de bases militares norteamericanas en el país más vendido de América Latina a los Estados Unidos.
En la zona del Cauca, durante este año se ha contado con decenas de masacres, en promedio, 275 líderes sociales han sido asesinados en lo que va del año, cuyas víctimas son, principalmente, defensores de los derechos humanos, campesinos, indígenas y afrodescendientes.
La Minga es una institución indígena ancestral, que se define como una especie de diálogo, establecida con el fin de solucionar sus problemas y de apelar ante las autoridades nacionales. Todos los Presidentes anteriores a Duque han ido a los territorios indígenas para dialogar con ellos y, aun cuando les incumplan las promesas y los pactos a los cuales han llegado, al menos, han hecho el esfuerzo de tomarlos en cuenta. Duque, además de inepto, tiene terror de los indígenas, razón por la cual se negó a reunirse con ellos, antes en la ciudad de Cali y, ayer, 20 de octubre, huyó de Bogotá, donde se realizaría el encuentro con la Minga.
Un número aproximado de 10.000 campesinos, indígenas y afrocolombianos viajaron desde el Cauca a Bogotá, más de 580 kilómetros de distancia, en “chivas”, (vehículos típicos y llenos de colorido que recorren las zonas rurales, y que también se emplean para transportar turistas), buses y a pie, aduciendo que, si “el Presidente no viene a ellos, ellos irán al encuentro del Presidente…”.
Al no haber logrado su cometido de ser recibidos por el gobierno, sí los acogió la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien les ofreció un centro de deportivo para la instalación de sus carpas y, a su vez, la protección sanitaria en la marcha hacia la Plaza de Bolívar, donde se reunirían con los participantes al paro nacional, decretado por las Centrales Obreras y de Profesores.
Las organizaciones indígenas especialmente tienen su propia guardia, por consiguiente, se hizo innecesaria la presencia de la policía del Estado: no se constata ningún daño, ni a personas ni a la infraestructura, no sólo durante la marcha, muy ordenada por cierto, y llena de colorido, sino durante toda la estadía de la Minga, (incluso, se encargaron del aseo de los lugares ocupados, tal cual lo hicieran los japoneses durante y al final del mundial de futbol).
A diferencia de Chile, los pueblos originarios colombianos tienen representación en el parlamento, y este miércoles recién pasado, sus principales líderes fueron escuchados con mucho respeto por la Cámara de Representantes, en el Capitolio Nacional.
En Colombia existen cuatro tipos de juicios: el primero, el de la judicatura común; el segundo, la justicia miliar; el tercero, la justicia especial para la paz, (la acordada en La Habana), y el cuarto, la justicia indígena.
Los dirigentes de la Minga instalaron, en Bogotá, en el podio una silla vacía, a la espera de que la ocupara el Presidente, Iván Duque, pero como no asistió al encuentro, se reemplazó el diálogo político previsto por un juicio al Presidente de Colombia, quien fue declarado culpable de atentar contra el derecho a la vida de sus ciudadanos y la democracia. (En una difícil competencia, podríamos concordar que Duque es más inepto que Piñera).
Para vergüenza de Chile, el trato que el Estado da a los mapuches y a los demás pueblos originarios es más miserable si se compara con la Constitución colombiana que, al menos en letra, les reconoce una serie de derechos ciudadanos.
Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)
22/10/2020