Poder y Política

Contra el pacifismo: defensa de la lucha obrera y honor a los mártires del 18 de Octubre

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La conmemoración del primer aniversario del levantamiento popular del 18 de Octubre —el preámbulo de la revolución obrera en Chile— ha abierto el campo para que las fuerzas políticas burguesas en pugna se disputen la paternidad del llamado proceso constituyente y desplieguen el veneno democratista y pacifista sobre las organizaciones populares y el conjunto del movimiento social. Porque de eso se trata, el 18 de Octubre para la burguesía y sus sirvientes se inicia una nueva transición, mientras para los trabajadores se abre una nueva fase de la revolución. Clase contra clase, el proceso constitucional pretende significarse como un operativo para estabilizar el régimen por parte de sus defensores, mientras para los trabajadores y el pueblo es un espacio para organizarse y luchar de forma de acabar con la institucionalidad patronal.

En este marco, la jornada de aniversario del 18 de Octubre estuvo marcada por una contundente manifestación de fuerza en Santiago, con una convocatoria superior a las 200.000 en la Plaza Dignidad, cantidad que en plena pandemia y con el cerco militar puesto al centro de Santiago, debe considerarse un triunfo mayúsculo. Las movilizaciones igualmente se hicieron sentir a lo largo de todo el país, anunciando que el invierno de la pandemia se aleja y que el pueblo vuelve a levantarse en contra de Piñera y su Gobierno asesino. Quienes apostaban por el fin de las movilizaciones tendrán que ajustar su brújula, la crisis no se ha cerrado porque la indignación popular y la disposición a la lucha siguen en pie.

Los medios de prensa patronales no se cansan de repetir las imágenes de las iglesias católicas ardiendo y de los locales saqueados. El propio Ministro de Interior, Víctor Pérez —con su proverbial minusvalía discursiva— trató de instalar la idea central que se ha fraguado desde la élite: que las movilizaciones han de ser una mera comparsa de la institucionalidad y que es en su interior donde han de dirimirse las diferencias entre los chilenos. Cito de memoria, pero esa es la idea. Y la otra brillantez: que se debe aislar a los violentistas por ser ellos enemigos de la democracia, de los trabajadores, de los emprendedores y probablemente del Espíritu Santo. Dicho esto por un connotado fascista como Pérez, un amigo de Colonia Dignidad y destacado hombre de la Dictadura, sus palabras la verdad no llaman la atención en absoluto. Es el viejo discurso gorila sin bemoles.

No es tampoco relevante que a este discurso vergonzoso se hayan sumado entusiastas todo el arco político del Acuerdo por la Paz (desde la UDI al Frente Amplio). Que Harboe, Boric, Auth, Juan Luis Castro, Elizalde y toda esa pléyade de intrascendentes apernados al poder, salgan a atacar las movilizaciones en defensa del régimen asesino y hambreador de Piñera, a nadie debe sorprender. Es lo que han hecho desde 1990 y algunos más jóvenes, desde hace poco, sólo por razones etáreas.

Lo que debe ponerse de manifiesto es que esta política rastrera ha alcanzado a sectores que no se sumaron al Acuerdo por la Paz, pero que —en la práctica— se han subordinado a sus designios. Así, el alcalde de Recoleta y figura presidencial del PC, Daniel Jadue, el viernes 16 de octubre declaró a La Tercera que espera «que la ciudadanía pueda manifestarse, que esta sea completamente pacífica, y que logremos todos reconocer el peligro de la violencia y que lo condenemos, y yo lo condeno con absoluta claridad», seguidamente y para que no quede ninguna duda afirmó inquisidor que «hay que preguntarse a quién le sirve la violencia, quién la financia» para finalmente afirmar en un inequívoco tono policial que «hay que saber aislar a los violentos y hay que desconfiar de aquellos que quieren ensuciar el movimiento social».

En la misma línea de obsecuencia con el régimen, el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp el martes 13 de octubre señaló a Biobío que «La violencia es la antítesis de la democracia. Hago un llamado a que nuestras diferencias, nuestras formas de canalizar lo que hoy sentimos por lo país, lo hagamos a través del plebiscito que vamos a tener el 25 de octubre».

Las declaraciones reseñadas hacen ver con claridad que desde el régimen, aún desde personeros identificados con la «izquierda» del mismo, el discurso es uno solo: se debe terminar con las movilizaciones para permitir que el proceso institucional avance normalmente y se ponga fin a la crisis social. Este es el fondo del discurso y que desde variadas formas y desde distintos sectores se expresa con el comodín de «condenar la violencia», lo que en la realidad social significa acabar con las movilizaciones, que invariablemente consisten en violencia contra el aparato estatal, su policía, orden y bienes públicos.

Esta idea de «condenar la violencia» no tiene nada de nueva. Era el centro del discurso de la Dictadura pinochetista, época en que tanto los sanguinarios genocidas la esgrimían, como la oposición burguesa que le añadía el mote de «venga de dónde venga». En 1990, Pinochet en su rústico mensaje de despedida —al parecer se llamó a la misma «Misión Cumplida»— señaló haber entregado el poder bajo la promesa de que Aylwin se encargaría de poner fin a la lucha de clases.

Más acá en el tiempo —cuando el anticomunismo se actualizó como antichavista— las fuerzas políticas reformistas concurrieron generosamente al lavado de imagen de la podrida institucionalidad patronal chilena, ofreciéndose para condenar las violaciones a los DDHH en Venezuela, Cuba y cualquier país que entrara en conflicto con sus amos imperialistas. Esto fue moneda corriente desde las altas esferas de la Concertación durante décadas. El vergonzoso apoyo al frustrado Golpe de Estado imperialista , en contra de Chavez el 12 de abril de 2002, por parte de Rirado Lagos fue rubricado con el ridículo internacional de reconocer a un Presidente interino golpista que duró dos días en el poder.

El pacifismo, esta especial forma de «condenar y aislar a los violentistas» cuando quienes ejercen la violencia son los explotados —lo hemos demostrado— es una tradicional política de la oligarquía. Quienes en la izquierda se hacen eco de ella no hacen más que tomar la vereda de los patrones y explotadores en el conflicto social. Son estos pacifistas quienes al apuntar con el dedo a quienes se movilizan contra el hambre y la explotación —en un país con 30% de cesantía real y con un aparato represivo desbocado—lo hacen para defender la institucionalidad y los intereses de la minoría capitalista y el imperialismo. Ni los DDHH, ni la legalidad, ni la democracia. A los pacifistas sólo les interesa la paz de los cementerios, aquella que garantiza la intangibilidad de la gran propiedad de los medios de producción, la farsa democrática que protagonizan desde el Congreso y la legitimidad del capitalismo. Y por sobre cualquier otra consideración, a estos políticos profesionales lo único que en definitiva los moviliza es seguir en sus cargos. ¿«Servicio público» le dicen a eso?

Son estos mismos pacifistas profesionales los que se espantan al ver una iglesia quemada, una farmacia o supermercados saqueados e ignoran la miseria en la que vive la inmensa mayoría del país. Ignoran el dolor de los que no pueden dar de comer a sus hijos. Ignoran la desesperación de los que llevan más de seis meses sin poder salir a trabajar y de los que han perdido sus fuentes de trabajo por millones. Ignoran el sufrimiento de los más de 18.000 muertos y sus familias bajo la atroz pandemia que el Gobierno sólo ha administrado para afirmarse en el poder.

Estos señores pacifistas, pusilánimes y cobardes hasta la médula de sus huesos, guardan silencio ante la impunidad de los represores y siguen reconociendo a las autoridades gubernamentales que sistemáticamente violan los DDHH de nuestro pueblo. Porque los pacifistas han tomado partido contra el pueblo, son ellos los enemigos de la democracia. Porque si este fuera un país democrático gobernado por la mayoría trabajadora, Piñera y sus asesinos deberían estar en la cárcel, el Congreso Nacional y el los Tribunales de Justicia deberían haber sido disueltos y reemplazados por el poder de una asamblea Constituyente libre y soberana, asentada en democracia directa en las asambleas populares y cabildos. Si Chile fuese democrático no habría más de 3000 presos políticos encarcelados por luchar. Porque si este fuese un país democrático las FFAA y Carabineros deberían ser reemplazadas por órganos de fuerza pública bajo control de los trabajadores. Porque si esta fuera una democracia quienes gobernarían Chile serían los trabajadores y no la canalla capitalista que día a día conspira en contra de la mayoría nacional.

Es a los capitalistas a quienes hay que aislar. Hay que aislar a los enemigos del pueblo y los pusilánimes que se visten de demócratas con el taparrabos del pacifismo. Hay que aislar a todos quienes repudian la democracia y salen en defensa de la explotación del hombre por el hombre. Ellos deben ser aislados, no nosotros, los trabajadores. Para consumar esta tarea es imprescindible fortalecer las organizaciones de base, sostener la movilización y buscar la unidad de la clase trabajadora contra los patrones y sus sirvientes.

Rendimos finalmente homenaje a los mártires de la revuelta, a los centenares de mutilados y a los los miles de presos políticos del piñerismo. Los recordamos uno a uno, puño en alto porque su nombre y memoria son la garantía de nuestra victoria final.

HONOR Y GLORIA A LOS MÁRTIRES DE LA REVOLUCIÓN DEL 18 DE OCTUBRE

1. José Miguel Uribe Antipani – 25 años-25 Octubre 2019.

2. Francisco Alejandro Reyes Aguayo- 21 0ctubre 2019..

3. Joshua Osorio Arias – 20 Octubre 2019.

4. Álex Andrés Núñez Sandoval- 34 años- 22 Octubre 2019.

5. Manuel Alejandro Rebolledo Navarrete – 23 años- 21 Octubre 2019.

6. Valeska Fernanda Carmona López – 33 años-

7. José Atilio Arancibia Pereira- 74 años – 20 Octubre 2019.

8. Eduardo Alexis Caro Del Pino- 44 años- 20 Octubre 2019

9. Daniela Carrasco Aránguiz [La Mimo] – 19 Octubre 2019.

10. Julián Marcelo Pérez Sánchez – 20 Octubre 2019

11. Manuel Cardenio Prado- 22 Octubre 2019.

12. Eduardo Andrés Soto Ahumada . 23 Octubre 2019.

13. Romario Veloz Cortéz . 26 años- 20 Octubre 2019.

14. Renzo Barbosa Herrera -38 años- 20 Octubre 2019.

15. Andrés Felipe Ponce Ponce – 20 de Octubre 2019.

16. Juan Agustín Coro Conde – 24 años- 22 Octubre 2019.

17. Paula Andrea Lorca Zamora -45 años- 20 de Octubre 2019.

18. Joel Andrés Triviño García – 4 años- 22 Octubre 2019.

19. Maitensz Maj – 19 Octubre 2019.

20. Mariana Díaz Ricaurte – 21 0ctubre 2019.

21. César Rodrigo Mallea González – 25 Octubre 2019.

22. Manuel Jesús Muga Cardenio – 20 de Octubre 2019.

23. Kevin Patricio Gómez Morgado – 24 años- 21 Octubre 2019.

24. Luis Antonio Salas Martínez – 47 años- 20 Octubre 2019.

25. Alicia Cofré Peñailillo – 42 años- 20 Octubre 2019.

26. Grace Molina Carrasco – 31 años – 21 Octubre 2019.

27. Maicol Yagual Franco – 22 años – 25 Octubre 2019.

28. German Aburto Aburto – 30 años – 26 Octubre 2019.

29. Javier Cornejo Espejo – 24 años – 30 Octubre 2019.

30. Abel Acuña Leal -29 años- 15 Noviembre 2019.

31. Kevin Vega Gutierrez – 17 años- 26 Noviembre 2019.

32. Mauricio Fredes Fredes – 33 años- 27 Diciembre 2019.

33. Cristian Tapia Trigo – 24 años- 12 Enero 2020.

34. Jorge Mora Herrera {Neco}-37 años – 28 Enero 2020.

35. Ariel Jesús Moreno – 24 años – 31 Enero 2020.

36. Danilo Cárdenas González – 29 años- 4 Marzo 2020.

37. Cristian Valdebenito – 48 años – 8 Marzo 2020.

Todos ellos asesinados por el Gobierno de Piñera desde el 18 de Octubre del año 2019

 

Por Gustavo Burgos

 

Fuente: El Porteño

Publicado en El Clarín de Chile con la autorización del autor

 

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  1. Que pretende este individuo?.
    Que irresponsabilidad ,ceguera o intencionada verborrea buscando mas mártires.
    Estará en su sano juicio ?
    Ni siquiera da para polemizar .

  2. Alvaro Vivanco says:

    Que un abogado diga que la instalación de una Asamblea Constituyente incluye disolver los tribunales de justicia, significa dos cosas: 1) que no sabe nada de derecho y 2) que no sabe nada de Asambleas Constituyentes.

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