El Día de la Lealtad Peronista
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Mis recuerdos de infancia sobre el peronismo se remontan a la obligación de rezar por la muerte de Juan Domingo Perón, que “deseábamos de todo corazón” como alumnos del Colegio de los Sagrados Corazones.
Perón quería – según nuestro entender – el anexar Chile a Argentina, (en esa época, el Presidente chileno era el general Carlos Ibáñez del Campo, muy cercano al mandatario argentino). La visita de Perón a Chile, por ese entonces, fue apoteósica, pues Ibáñez había obtenido un gran triunfo electoral, (1952). Entre las políticas ibañistas, una de los más famosos era María de la Cruz, senadora por Santiago, a quien se le condenó por el delito de contrabando de relojes, y fue destituida.
La oposición mayoritaria en el Congreso, “todos contra Ibáñez”, no estaba muy empapada del llamado “Justicialismo”, (hasta hoy cuenta con tantas acepciones con palabras tan importantes como “democracia y populismo”, que cada uno de los ciudadanos tiene la libertad de interpretar a su gusto). La Editorial del Pacífico, democratacristiana, publicó un libro de Alejandro Magnet, Nuestros vecinos justicialistas, en el cual trataba de explicar la ideología del peronismo.
La ciudad de Santiago era equivalente a San Felipe, si la comparamos con Buenos Aires, la capital de América Latina. Argentina, antes aliada al imperio inglés, en esa época no se entendía bien con Estados Unidos, pues pretendía también jugar el papel de imperio norteamericano, pero en América del Sur.
Los pobres obreros cesantes cabecitas negras argentinos antes de Perón estaban confinados en los barrios industriales y, muchos de ellos – como en Sudáfrica del Apartheid – apenas conocían el centro de Buenos Aires, (El París de América del Sur).
En el Centenario de la independencia argentina, (1910), este país se consideraba uno de los más ricos del mundo, y estaba gobernado por una oligarquía conservadora, dueña del agro y de la ganadería.
Hacia el año 1930, el Presidente Hipólito Yrigoyen fue derrocado por los militares, para dar comienzo a década llamada “infames”, que terminó con otro golpe militar, en 1943, que puso fin al gobierno del Presidente Ramón Castillo.
A partir de entonces, tres dictadores militares se sucedieron en el poder: los generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Adalmiro Agustín Farrell, y detrás de ellos operaba una logia militar llama “El Gou” Grupo de Oficiales Unidos, cuyo líder ideológico era un coronel, Juan Domingo Perón.
Perón fue ascendiendo a pasos vertiginosos, desde la Secretaría del Trabajo y la Previsión, a tener tres cargos a la vez: Ministro del Trabajo, Vicepresidente de la República y Ministro de Guerra.
Sus enemigos, la Marina, y el general Eduardo Ávalos, jefe del Campo de Mayo, presionaron al Presidente Farrell a fin de sacar a Perón de sus cargos en el gobierno, pues su alianza con los sindicatos hacía mucho daño a los privilegios de los cuales gozaba la oligarquía.
Perón, ahora sin ningún cargo político, fue tomado preso y entregado a la Marina, que lo condujo a la Isla Martín García. Hábilmente, usando una radiografía antigua, logró que el médico de Perón lo pudiera trasladar al Hospital Militar, en Buenos Aires.
En el caso de Perón, cuesta separar el mito de la realidad: para los fanáticos justicialistas, Eva Duarte, (actriz de profesión y amante de Perón en esa primera época), jugó un papel importante en la movilización obrera, del 17 de octubre de 1945. Para los historiadores, el rol de Eva Duarte fue mínimo, es decir, el que corresponde a una mujer a quien han apresado a su hombre.
El mismo Juan Domingo Perón relató los acontecimientos de este 17 de octubre de 1945, que cambió la historia argentina y, por consiguiente, la latinoamericana. Al amanecer de ese día los obreros y las personas de a pie comenzaron a movilizarse con dirección a la Plaza de Mayo pidiendo la liberación y la vuelta de Perón, (aún no se sabía dónde estaba confinado, hasta que un trabajador aseguró que se encontraba en el Hospital Militar, en consecuencia, los manifestantes tomaron esa dirección.
En el centro de Buenos Aires era costumbre usar sombrero y chaqueta. A los obreros, “mal vestidos”, hijos de inmigrantes, incluso algunos con sangre indígena, se les llamaba “cabecitas negras” y, a partir de ese día, llevaron el nombre de “los descamisados”. Ese día, la temperatura alcanzaba los 25 grados y, acalorados los manifestantes, se les ocurrió mojarse en la pileta, en la Plaza de Mayo, lo que constituía un sacrilegio a la vista de la oligarquía, que los llamó “animales”.
Se vino la noche de ese 17 de octubre, y Adelmiro Ávalos trató de calmar a la muchedumbre desde el balcón de la Casa Rosada, y comprobó que la gente lo odiaba. Ante esta situación, sólo quedaban dos alternativas: ordenar la masacre de más de un millón de personas concentradas en la Plaza de Mayo, o bien, parlamentar con Juan Domingo Perón, y se optó por el segundo camino.
En la pieza del Hospital Militar, donde se encontraba, Perón puso como condición la entrevista directa con el general Farrell. Cuando estuvieron cara a cara, el Presidente preguntó a Perón que había que hacer, y Perón respondió, según su propio testimonio, que había que convocar a elecciones. Uno de los contertulios opinó que en el plazo de tres meses no podría rehacerse el padrón electoral, por consiguiente, se hacía necesario ampliar el plazo a seis meses. Farrell y Perón se dieron la mano en señal de Acuerdo, sin embargo, el Presidente le dijo a Perón que “calmara a estas bestias, que estaban a punto de incendiar La Casa Rosada”.
Cuenta Perón que cuando apareció en el balcón del Palacio no tenía ni la menor idea qué decir ante una multitud que lo aclamaba, entonces, se le ocurrió pedirle que cantaran el Himno Nacional, tiempo que aprovechó para hilvanar algunas ideas que, hasta hoy, los peronistas las repiten.
El peronismo es tan indefinible y da para todas ideas políticas. (Podría decirse lo mismo con el significado de “populismo”, que tiene distintas interpretaciones). Se dicen peronistas el neoliberal Carlos Saúl Menem, el apocalíptico Eduardo Duhalde, los Kirchner, y antes, Isabel Martínez, los Montoneros, la Triple A, Cámpora…Para ser peronista basta con decir: “Perón que grande sos”, y cantar el Himno peronista. Sin Perón, Argentina no sería el hueso de militares, radicales, peronistas, justicialistas…
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
16/10/2020
(Estos serían los hechos, faltaría el análisis que ocuparía varios volúmenes. Juan Domingo Perón y Eva Duarte serán siempre una esfinge indescifrable. El siglo XX es el de las grandes personalidades, y esperemos que el siglo XXI sea el de los ciudadanos. Algo de esto está pasando, al menos en Chile, a partir del 18-0).
Gino Vallega says:
Para la visita de Perón a Chile , vivía en la calle Bustos , cerca de la plaza Pedro de Valdivia , que tenía una fuente al medio y no un paso a nivel.la embajada Argentina estaba por Bilbao y Suecia y por casualidad vi pasar a Perón hacia la embajada , con mucho ruido y personas en la calle avivándolo.
El Sr. Gumucio ,el viejo ,estaba «en su infancia» ; yo tenía 16 cumplidos .1953.Se reunían y congratulaban los milicos golpistas devenidos en presidentes democráticos.Eran líderes aceptados por la oligarquía latifundista de aquellos tiempos y la política de Perón seguirá famosa hasta hoy (con variantes de extrema norte a sur) como Ibáñez será recordado por sus golpes de estado y su pésimo gobierno democrático.Fuí apaleado por los pacos Ibañistas sin identificación , en los sucesos del 2 de Abril de 1957.Mucha ha pasado bajo los puentes.