Nuestra Posición Frente a la Coyuntura: Aprobar y rechazar, el mismo engaño antipopular
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En octubre del 2019 el descontento latente del pueblo estalló con insolencia y violencia, sin que ningún mecanismo institucional haya podido contener, en un inicio, esta presión acumulada. Fue la presión popular que rompió la tranquilidad y la calma con la que dominaban y explotaban, los ricos y sus funcionarios políticos, dando el carácter específico a la coyuntura, obligando al aceleramiento del plan reformista de la clase dominante, que rápidamente alineó a todas sus variantes políticas bajo el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”, con el fin de reconstruir los mecanismos que limiten esta presión de forma permanente, desarmando su potencial voluntad de lucha y organización.
El proceso constituyente de los poderosos
El empresariado en su conjunto y todo el espectro político, desde las expresiones más duras de la derecha, hasta frenteamplistas y comunistas, buscan una amplia participación en el Plebiscito, con el fin de que los próximos pasos del itinerario cuenten con legitimidad. Incluso, más allá de sus preferencias, o por los mecanismos específicos, todas estas fuerzas saben que será un hecho la existencia de una nueva Constitución, incluyendo dentro de esta constatación el modelo de una convención constituyente para su consecución. Por tanto, las pugnas que se alimentan por medio de los aparatos comunicacionales tradicionales y las redes sociales, no son más que espurios debates que se ponen en función de lograr una audiencia más amplia, más aún cuando se corren riesgos de abstención por las propias medidas de control de movilidad, el miedo infundido al nivel del terror por el virus y por una apatía hacia la institucionalidad que no parece irse.
El Plebiscito y el posterior proceso constitucional, sólo consagrará las definiciones antipopulares del régimen político, que utilizará su origen “democrático” como un mecanismo de legitimidad, buscando un nuevo ciclo de estabilidad y gobernabilidad capitalista. Actualizará el consenso de los poderosos, con la rúbrica de todo el abanico político, desde una derecha que sustentó la defenestrada constitución pinochetista, la vieja guardia concertacionista que la maquilló y el recambio progresista que se manifiesta crítico a ella.
Gane el apruebo o gane el rechazo, fraude a las aspiraciones del pueblo
No hay margen por el cual este mecanismo pueda significar un avance en las luchas del pueblo. Todo lo contrario, como lo hemos afirmado, busca contener y encausar la movilización popular, enmarcándola en un proceso de deliberación entre la misma élite político empresarial. Por otro lado, no existe posibilidad que esta nueva Constitución transforme de forma real las condiciones de vida del pueblo, cuando esta misma será construida desde los cimientos del capitalismo neoliberal, el que claramente no es puesto en entredicho. La llamada “hoja en blanco” es un elemento más de esta farsa, cuando existe un consenso explícito entre las fuerzas dominantes para no trastocar las vigas del modelo económico y político.
Toda norma, toda ley y toda Constitución que se escriba bajo el encuadre de la dominación capitalista, sólo traducirá jurídicamente sus definiciones económicas y políticas, y subsumirá bajo su hegemonía cualquier visión que quiera entrar a disputar críticamente en este escenario. Por tanto, también es equivocada la posición que intenta ver alguna diferencia sustantiva entre los mecanismos puestos a elección, ya que estas quedan encuadradas bajo las mismas condiciones, con las mismas fuerzas, hegemonizando y controlando la salida a la crisis, con un ejecutivo y un parlamentos intactos, sin el más mínimo reordenamiento de poder. Por lo mismo es que es innegable que sólo con una ruptura revolucionaria, con el poder situado en el pueblo, será posible asegurar de forma real que los cambios normativos y legales reflejen verdaderas transformaciones económicas e institucionales.
Este Pueblo no esta Derrotado
Es cierto que la mayoría que votará está por el “Apruebo”, y que en la masa que es arrastrada por medio de las falsas promesas de cambios, se encuentran también porciones de la juventud y pueblo. El “Apruebo” podría triunfar en las urnas en el próximo Plebiscito, pero como es un fraude en sí mismo, ellos seguirán en el poder. Porque el fraude mayor, no está en el engaño pre-electoral, ni en las elucubraciones de un boicot derechista al Plebiscito, ni en los mecanismos de deliberación, ni si es convención mixta, convención constitucional o asamblea constituyente; sino que en el Plebiscito mismo, que esta concebido como un paso en el itinerario de relegitimación dominante.
Los revolucionarios tenemos que asumir que a pesar de los esfuerzos nos hemos tardado en desarrollar las condiciones subjetivas que permitan a los contingentes populares sobrepasar las maniobras de la clase dominante, romper con sus cantos de sirena y abrir un camino ininterrumpido de luchas y conquistas que nos lleven hacia una verdadera vida digna. Las posiciones rebeldes y antisistémicas, no han sido capaces de confluir en un polo revolucionario que confronte esas condiciones objetivas de desigualdad, que en un nivel nunca antes visto en la sociedad chilena, son una bofetada brutal a la existencia y condición humana. Por el contrario, si es que no han transitado en revisionismos, fraccionamientos o derrotismos, han terminado alimentando el movimientismo atomizador.
Por eso es que esa insuficiencia no nos puede llevar a claudicar ni a subordinarnos a estrategias de relegitimación de la elite político-empresarial. Una opción que siente, mira y vive desde el centro del mundo popular, debe ser consecuente con ello, denunciando y enfrentando con valentía la estrategia de los poderosos.
El escenario nos llama a intensificar y llevar a nuevos niveles de cualificación el poder del pueblo. Y no debemos confundirnos, hay que reconocer y valorar de que sí existe una política respetable, aquella que desde las organizaciones populares surge para luchar, que se diferencian, antagonizan y construyen poder propio contra la institucionalidad. En este camino, que se multiplica desde distintas trincheras donde el movimiento popular se reconstruye con independencia del aparataje dominante, el pueblo gana experiencia política y se da cuenta de que en sus manos esta conquistar un futuro pleno.
Y a pesar de la manipulación ideológica, con toda la campaña publicitaria de todos los medios en manos del empresariado y sus cómplices políticos, las masas populares aspiran a vivir dignamente, se rebelan, encienden barricadas en las poblaciones, agitan en las calles céntricas, pero especialmente construyen organización popular y tomando conciencia se abstienen de participar en el fraude constituyente; ello nos indica que la clase popular no esta derrotada y quiere seguir luchando.
Pero también da cuenta que esas expectativas de una vida mejor hay que canalizarla en una alternativa revolucionaria, que sea el destacamento organizativo e ideológico que guíe e intensifique las luchas venideras, sin ceder ningún principio, sin subordinarse a los aires progresistas de los nuevos consensos con los que nos querrán desarmar los poderosos. Porque -parafraseando al Che- los revolucionarios no podemos hacernos ninguna ilusión, ni tenemos derecho a ello, de lograr la liberación popular sin combatir.
A No hacerse parte del Plebiscito porque es un fraude que sólo favorece a los poderosos y la casta de políticos privilegiados que lucran del trabajo del pueblo chileno.
Pero como No Votar no es suficiente…
Llamamos a transformar la solidaridad popular y las iniciativas frente a la crisis sanitaria en poder propio.
A crear, fortalecer y multiplicar la organización popular, como única garantía de participación y fuerza contra los enemigos del pueblo
A retomar la lucha, desarrollar la movilización popular, contra el modelo que nos niega hoy y nos seguirá negando la vida digna.
GAP (Grupos Acción Popular, Chile)
Felipe Portales says:
Efectivamente, la definición del futuro de Chile no lo dará este «proceso constituyente» completamente fraudulento, «cocinado» por la derecha y la ex Concertación para neutralizar el hartazgo de las grandes mayorías con el modelo neoliberal y autoritario esencialmente injusto impuesto por la dictadura y legitimado, consolidado y perfeccionado por los sucesivos gobiernos concertacionistas entre 1990 y 2010; con su Plan Laboral, AFP, Isapres, ley minera, privatizaciones y concesiones leoninas de empresas y servicios públicos, desnacionalización (más del 70%) de la gran minería del cobre, LOCE-LGE, universidades privadas con fines de lucro, desmantelamiento del poder sindical, sistema tributario favorable a la «elusión» de las grandes fortunas, Constitución de Lagos y de todos sus ministros de 2005 (¡la actual!), etc. etc.