Crónicas de un país anormal

Joaquín Lavín, “santo protector de los desamparados”

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Joaquín Lavín es todo un personaje, no sólo en la política chilena, sino también en la vida social, (antes, redactor de las páginas económicas de “El Mercurio” y un ideólogo de la idolatría del mercado), hoy – como Saulo de Tarso – recibió un rayo de luz divina, “camino a la rotonda Atenas”.

Lavín decidió consagrar su vida a servicio de los sin casa y a la integración social, realidad que le valido todo tipo de epítetos de los fachos pobres – otrora inmigrantes –  que están convencidos de que la Comuna les pertenece por derecho divino de la propiedad, (dicho sea de paso,  desde la Revolución Francesa, la propiedad está consagrada sobre la base de la teología).

Para los fachos pobres, que habitan las inmediaciones de la Rotonda Atenas, está muy bien que los rotos tengan una propiedad en la población La Bandera o Puente Alto, por ejemplo, (no es mala idea seguir a “mi general”, es decir, convertir a los proletarios en propietarios, pero cada uno debe vivir en el barrio que le corresponda de acuerdo con su pelaje, (…”yo sé de dónde veni…”) y, como buenos hijos de Dios, estarían dispuestos a que (San) Joaquín gastara dinero de las arcas municipales para subvencionar a otras comunas, asignados por La Providencia a los “rotos”.

El problema no radica en el edificio a construir en ese lugar, sino en los vecinos que habitarán que, seguramente, serán pobretes, con malas costumbres de urbanidad, pendencieros y que tienden los calzoncillos y otras prendes, en la terraza; además, son regordetes, mal aliñados y con un lenguaje destemplado, ni hablar de tener que saludarlos cotidianamente.

Los pobretes, si son mujeres,  están muy bien para ser empleadas domesticas, incluso, puertas adentro; incluso, estarían de acuerdo en que las acompañaran en el paso a la eternidad en el mismo nicho, pero en vida nunca tratarlas de igual; los hombres son muy necesarios como Carabineros para proteger su casa de los maleantes, o bien, maestros que reparen desperfectos eléctricos y de gas, (de ahí que “San” Sebastián Piñera tenga toda la razón al implementar la gratuidad en las escuelas técnico-profesionales).

Que haya en la comuna uno o dos inmigrantes haitianos es una buena cosa, pues le da un buen contraste de colores al lugar, (en todos los canales de TV, de los países más racistas, siempre hay un hombre o mujer de color encargado de leer las noticias), pero otra es muy distinto que los morenos pobres se conviertan en vecinos e invaden nuestro hábitat.

ES cierto que los fachos de la Comuna de Las Condes descienden de antiguos inmigrantes – leer sus apellidos de más consonantes que vocales, de fisonomía típica del norte y rubia y “pelolais” – pero es inaceptable que otros personajes a invadir un barrio tan “exclusivo  y de gente tan decente”.

Para aquellas personas ateas o que no creen en la eternidad y en la resurrección de la carne les bastaría, para convencerlos de que en realidad existe, bastaría seguir la vía de “San” Joaquín Lavín.

En el año 1999 Lavín, de ser prácticamente un político desconocido, casi le ganó en la disputa por la Presidencia de la República, al candidato Ricardo Lagos Escobar. En las elecciones siguientes, cuando tenía segura la Banda, fue desplazado por Sebastián Piñera. Fue muy exitoso en su primer gobierno como alcalde de Las Condes pero un desastre como edil de Santiago, a pesar de sus intentos de hacer múltiples milagros, más que Simón, el mago, en la antigüedad – convertir el agua en nieve, la aridez, en piscinas y cascadas, y convertir a los pobres de Santiago en buzos, nadadores y esquiadores, tal vez le faltó una cancha de golf -; Más tarde, durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, se definía como “bacheletista-aliancista, y hoy es el íntimo amigo del comunista Jadue, y le copia sus iniciativas convirtiéndolas en neoliberales – el caso de las Farmacias, pero a su medida, es decir, financiando a las privadas -.

El pobre Joaquín tiene como enemigo al ex candidato fascista, José Antonio Kast, defensor de las ideas ultraderechistas de las habitantes de la Rotonda Atenas.  La derecha tiene candidatos por decenas, y muchos de ellos se autodefinen como “socialcristianos”, es el caso de los senadores  Ossandón y Chahuán. Lavín, en su propósito de conquistar el sillón de O´Higgins tiene que ser más izquierdista que sus rivales y convertirse en una “rabanito”, “colorado por fuera y blanco por dentro”.

Estoy seguro de que “San” Joaquín Lavín vencerá a los fachos de su comuna y se convertirá en el gran precursor de la integración social, como antes lo era el conservador Fernández Concha, al implementar sus iniciativas en el Barrio Bellavista. Como supernumerario Opus Dei, al parecer, Joaquín Lavín no sigue al pie de la letra las enseñanzas de “San Pirulín”, Escriba de Balaguer, en el sentido de que cada persona debe estar feliz con su oficio y desempeñarse de la mejor manera como ofrenda a Dios – las empleadas domésticas siempre deben permanecer como tales y ofrecer su trabajo a Dios -. Joaquín, “el traidor”, quiere mezclar el trigo y la cizaña;  capaz que sea el promotor de una nueva religión que salve a los sin casa.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

 

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