Carabineros debe ser disuelto: es una organización criminal
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Con estupor y consternación el país y el mundo han presenciado la demencial brutalidad de las FFEE de Carabineros de Chile. El día de ayer un joven manifestante de 16 años, un hijo de obreros, Antony Alexis Araya, que se fue a manifestar a la Plaza Dignidad en Santiago respondiendo a la convocatoria ya histórica desde el levantamiento —los viernes a las 17:00— fue lanzado a las aguas del Mapocho por un asesino de las FFEE. No, no lo empujó, lo levantó y lanzó a las aguas del río desde el puente Pío Nono. Después de eso el piquete de FFEE gaseó a los compañeros que bajaron a asistir al caído. La crueldad desplegada tuvo una clara intencionalidad homicida. Esto no es un acto de locura temporal, ni de actuación bajo los efectos de alguna droga: es una fría operación de terrorismo de Estado perpetrado por el Gobierno asesino de Piñera.
El acto de lanzar a un manifestante a las aguas del Mapocho tiene, en nuestro país, un sentido fascista muy específico de retraumatización, por ser ese mismo lóbrego escenario en el que eran encontrados los compañeros fusilados a partir de septiembre de 1973. Piñera lo sabe, el General Rozas lo sabe y son ellos los autores políticos de este homicidio frustrado. A pesar del TEC cerrado y la fractura de ambas muñecas Antony Araya sobrevivió. Y esto fue por un simple accidente, ya que la voluntad del policía era darle muerte.
El criminal, el carabinero Sebastián Zamora Soto, en horas de esta tarde fue detenido por la Brigada de DDHH de la PDI y se encuentra en prisión preventiva a la espera de ser formalizado este domingo, por delito de homicidio frustrado. La fiscal de Alta Complejidad, Ximena Chong, indicó que los antecedentes permitían concluir una conducta dolosa por parte de Zamora Soto.
La primera cuestión que plantea este hecho es la urgente necesidad de volver a poner en pie a la Primera Línea. Las movilizaciones deben generar su propia autodefensa y salir a enfrentar la brutalidad represiva. Si no tomamos en nuestras propias manos la defensa de nuestro derecho a la manifestación y protesta política, el movimiento habrá renunciado a toda capacidad de lucha en contra del régimen. Las movilizaciones y el proceso revolucionario abierto hace ya un año, sólo podrán desarrollarse en tanto ganemos la calle. Esa es nuestra única voz y el único camino para imponer las reivindicaciones que el movimiento reclama.
El atentado de FFEE, a pesar de su finalidad terrorista, logró despertar la indignación popular en todo el país. La Plaza de la Dignidad ha vuelto a concentrar a miles y el lecho del Mapocho bajo el puente Pío Nono, ha sido recuperado como un espacio para denunciar a los Carabineros asesinos.
El Gobierno —con el apoyo de los medios de comunicación patronales— intentó minimizar el hecho editorializando el hecho como «confuso» y aludiendo a que Antony Araya habría «caído» huyendo del accionar policial. El alto mando tuvo que variar sus versiones sobre lo ocurrido y terminó inclinándose ante el Ministerio Público que ordenó la detención del funcionario policial.
A su turno, la oposición hizo lo único que sabe hacer: anunció una acusación constitucional en contra del Ministro de Interior Víctor Pérez, por la responsabilidad que le asiste como responsable de la seguridad pública.
La mentada acusación constitucional y aún el proceso abierto en contra del carabinero Zamora Soto, son respuestas institucionales a un problema político que está enraizado en la propia institucionalidad. Nada podemos esperar de la acusación constitucional, ni del proceso penal seguido en contra del responsable material de este acto. Estas acciones son una mera reacción ante el problema y lo que persiguen es salvar a la institucionalidad que es necesario echar abajo. No persiguen hacer justicia sobre este acto de terrorismo de Estado, ni mucho menos acabar con el Gobierno de Piñera que es su responsable final.
La primera cuestión que plantea este hecho es la urgente necesidad de volver a poner en pie a la Primera Línea. Las movilizaciones deben generar su propia autodefensa y salir a enfrentar la brutalidad represiva. Si no tomamos en nuestras propias manos la defensa de nuestro derecho a la manifestación y protesta política, el movimiento habrá renunciado a toda capacidad de lucha en contra del régimen. Las movilizaciones y el proceso revolucionario abierto hace ya un año, sólo podrán desarrollarse en tanto ganemos la calle. Esa es nuestra única voz y el único camino para imponer las reivindicaciones que el movimiento reclama.
Sin autodefensa no hay Asamblea Constituyente. Sin autodefensa, Piñera y el Acuerdo por la Paz que pretenden imponernos, terminarán por ahogar el movimiento. Esto por cuanto la Asamblea Constituyente soberana que reclamamos los trabajadores será desde las bases, desde las asambleas populares y cabildos de la que surgirá el nuevo Chile gobernado democráticamente, en democracia directa por los trabajadores.
Compañeros, sin autodefensa, sin Primera Línea, todo el reclamo de transformaciones queda reducido a un mero discurso.
La segunda cuestión, que se desprende la anterior, es que resulta imprescindible la inmediata disolución del cuerpo de Carabineros en su conjunto, no sólo de las sanguinarias FFEE. La institución, quebrantada por fraudes multimillonarios que comprometen hasta su alto mando, por el sistemático compromiso de sus funcionarios en la comisión de delitos comunes como robos y narcotráfico y por la masiva y sistemática violación a ls DDHH, es hoy una organización criminal y un peligro para la seguridad de la mayoría nacional trabajadora.
Carabineros, día a día, actúa en la vida social como una organización de matones al servicio del poder. Al servicio del Gobierno, la extrema derecha y el fascismo. Diariamente abusan de los trabajadores, de los precarizados, de los inmigrantes, vendedores ambulantes y minorías de todo tipo. Es grosero verlos abrazados a los piquetes del Rechazo y en el sur a los inmundos supremacistas antimapuche. Eso es Carabineros, una institución organizada para el crimen en contra de los explotados y al servicio incondicional del poder capitalista.
Se preguntarán algunos cómo funcionará el país sin polícía. Pues bien, comenzará a ordenarse la vida pública si Carabineros desaparece como institución. En este marco, serán las propias organizaciones populares, asambleas y cabildos, las que habrán de hacerse cargo de estas cuestiones. Un auténtico Gobierno de los Trabajadores debe comenzar por crear sus propias formas de autogobierno y polícía, pero a diferencia del Gobierno y la polícía patronal de Carabineros, las instituciones creadas desde las bases y en democracia directa resolverán labores policiales a cargo de organizaciones que defiendan los intereses de los trabajadores y la mayoría nacional. ¡¡¡A las calles, compañeros y compañeras!!!
Juicio y castigo a Sebastián Zamora y a todos los responsables del atentado en contra de Antony Araya
Inmediata renuncia del General Rozas y su alto mando
Inmediata disolución de Carabineros
Fuera Piñera asesino y su gobierno de explotadores
Asamblea Constituyente desde las bases, libre y soberana
Por Gustavo Burgos
Fuente: El Porteño