Ante el triunfo nacional-popular: Momento crucial en las elecciones en Bolivia
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La importancia de las elecciones del 18 de octubre de 2020 en Bolivia es fundamental, porque permitirá la recuperación del proceso democrático cortado por el golpe de Estado de noviembre de 2019 y porque será el resultado de la lucha del pueblo boliviano de los últimos meses, por evitar que se consolide un esquema de gobierno neoliberal, conservador, basado en la violencia, el racismo contra los pueblos indígenas, la discriminación y la dependencia de Estados Unidos.
Son, también, una esperanza para enfrentar las crisis diversas que sufre el País: la pandemia del coronavirus que fue muy mal gestionada por el gobierno de facto; la corrupción que ha llegado a los niveles más altos en las empresas de hidrocarburos, electricidad, telecomunicaciones y ministerios de salud y obras públicas; la económica que ha generado un retroceso de más del 10% del Producto Interno Bruto y el incremento masivo de la pobreza; y la política que debe salir de la ilegalidad y la ilegitimidad actuales.
Por tanto, en estas elecciones se juegan las perspectivas futuras del País entre la opción de recuperar una democracia de liberación nacional y la de profundizar la crisis social y económica de las mayorías con un modelo neoliberal oligárquico y pro imperialista.
ESCENARIO A TRES SEMANAS
Las movilizaciones, huelgas y bloqueos de caminos de los movimientos populares de agosto pasado, encabezados por los sindicatos de la Central Obrera Boliviana (COB), las organizaciones campesinas, interculturales, indígenas, de mujeres, de jóvenes y de juntas vecinales que son parte del Pacto de Unidad (PU), han obligado al Tribunal Electoral, la Asamblea Legislativa y el gobierno de facto a fijar, como fecha inamovible de las elecciones, el 18 de octubre.
Las candidaturas inscritas para las elecciones se dividen en dos bloques: siete que corresponden a las fuerzas de la derecha conservadora con matices que van desde el extremismo religioso evangélico, el autoritarismo violento y racista hasta el moderado neoliberal y aristocrático, todos alineados a la geopolítica de Washington; y uno que busca retomar el proceso nacionalista indígena, campesino y popular que permitió a Bolivia conseguir avances sustanciales en la inclusión social, la redistribución de la riqueza y la recuperación de los recursos naturales estratégicos junto a la soberanía y la dignidad nacionales.
Del primer grupo las más importantes, según las encuestas, son Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana (CC), Jeanine Añez, actual presidenta de facto, de JUNTOS, Fernando Camacho de CREEMOS y Chi Hyung Chung de Frente para la Victoria (FPV). Hace pocos días, Añez retiró su candidatura y a su coalición JUNTOS.
Al frente se encuentra el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, con sus candidatos Luis Arce y David Choquehuanca.
PLANTEAMIENTOS ELECTORALES
Luis Arce, el exitoso ministro de Economía del gobierno de Evo Morales, en los trece años de ministro ha conseguido que la economía boliviana alcance niveles records de desarrollo y crecimiento económico, con un promedio de 5% en medio de la crisis económica internacional. Esto fue como resultado de la nacionalización del petróleo y el gas y la recuperación de las empresas estratégicas que fueron privatizadas por el neoliberalismo, también de la industrialización, la inversión en carreteras, centros educativos, de salud, deportes e integración nacional y la redistribución de la riqueza.
Plantea salir de la actual crisis sobre la base de la activa presencia del Estado en la economía, la inversión interna en los rubros que generen puestos de trabajo, la suspensión temporal de la deuda externa y la industrialización del gas, el hierro y el litio, este último recursos estratégico de alta importancia internacional.
Lo acompaña David Choquehuanca, que fue ministro de Relaciones Exteriores de Evo Morales y se destacó por impulsar la diplomacia de los pueblos, los derechos de los pueblos indígenas y de la Madre Tierra en las Naciones Unidas (ONU) y la integración progresista de América Latina y El Caribe.
Arce es un economista de la izquierda socialista, comprometido con los movimientos populares y defensor de la soberanía del País frente a las políticas de intervención imperialista y es respaldado en alianzas estratégicas con las organizaciones de los sindicatos de la COB, los movimientos campesinos e indígenas, las mujeres populares del campo y la ciudad y las poblaciones de jóvenes y vecinos de las periferias de las ciudades.
Por su parte, Carlos Mesa se ha definido como defensor del neoliberalismo afirmando que no habrá nacionalizaciones y que varias empresas públicas pasarán al sector privado. Mesa fue Vicepresidente del ultraneoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada. Mientras que Fernando Camacho, miembro de las elites de la oligarquía oriental, defiende el federalismo y las posturas religiosas más conservadoras del País.
PREFERENCIAS PREELECTORALES
El MAS reivindica, por una parte, las importantes transformaciones culturales, sociales, económicas y políticas conseguidas en Bolivia en los pasado 14 años, la recuperación de la soberanía y la dignidad nacionales, la democracia participativa y deliberativa que permitió la amplia presencia política de mujeres, indígenas y trabajadores del campo y la ciudad, el fortalecimiento del mercado interno y el Estado nacional y los avances en la igualdad, habiendo conseguido reducir la pobreza en el país del 65% al 35% y la extrema pobreza de 38% al 15%.
Por otra, enfrentar las crisis actuales con estabilidad económica y financiera y la mayor participación democrática de las regiones y los sectores sociales, desarrollar la industrialización de los recursos naturales, impulsar la redistribución de la riqueza, retomar el proceso de liberación nacional y defender la soberanía política, financiera, cultural de Bolivia.
Las últimas encuestas dan una preferencia electoral al MAS del 40%, seguido de CC con 26%, CREEMOS con 14%y JUNTOS con 10% y FPV con 4%, lo que significa que el MAS podría ganar las elecciones en la primera vuelta de votación.
TRANSPARENCIA ELECTORAL
Las posibilidades de un fraude electoral o de una mayor intervención del gobierno de Estados Unidos, con la reedición de un golpe de Estado, están latentes. Si se produce un fraude electoral, el País ingresará en una espiral de violencia, debido a la organización, fuerza y resistencia que tienen los movimientos populares de trabajadores, campesinos y urbano-populares que respaldan al MAS; la represión podría ser muy fuerte, aunque existen sectores militares que han criticado con energía al actual gobierno de facto.
Para evitar el fraude, será importante la vigilancia social y política interna en todos los recintos y mesas electorales y en el conjunto del proceso informático del Tribunal Electoral, así como la presencia y fiscalización de la comunidad internacional, tanto de los países como de los movimientos populares alternativos.
La presencia de delegados y representantes de la ONU, la Unión Europea (UE) han sido garantizadas y se espera que otras organizaciones internacionales estén presentes y vigilantes en el proceso electoral boliviano del 18 de octubre.
* Eduardo Paz Rada.
Rebelion.org – 26/09/2020