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Juan Gasparini nos presenta “Montoneros: final de cuentas”

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Juan Gasparini nos presenta la reedición de uno de sus primeros libros, publicado por primera vez en 2018, y reeditado ahora en 2020, en español: “Montoneros, final de cuentas”.

Los Montoneros, uno de los grupos peronista de la guerrilla argentina.

Como escribía Alain Touraine, en 1987, “el terrorismo no es ni la criminalidad que existe tanto en Cerdeña y existió en el sur de Italia y en muchos países en la forma de los bandidos nacionalistas o amigos de los pobres, ni la violencia política que lucha contra una represión social o nacional. Es un proceso de descomposición de luchas sociales o nacionales, definido por la ausencia de apoyo de parte de las categorías en nombre de las cuales esta desatada la violencia. La violencia política no es terrorista si aumenta la movilización social o nacional. Si, al contrario, los actos de violencia aumentan la distancia entre vanguardia y pueblo, se transforman en un terrorismo destructivo[1]”.

La historiografía sobre la década de los años 1970 en la Argentina es muy compleja: el despliegue militar de las varias organizaciones políticas de izquierda, y los grupos de masas relacionados con los trabajadores eran muchos y entender su esencia requiere un análisis muy profundo: eso es lo que Juan Gasparini supo realizar en la Universidad de Ginebra, en 1988.

Este trabajo de investigación fue realizado por Juan Gasparini durante su tesis de doctorado. “Durante mis estudios había hecho un trabajo corto sobre los Montoneros y de allí surgió la idea de Jean Ziegler”, profesor en la Universidad de Ginebra y Relator Especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008, “de hacer un trabajo más grueso al respecto”.

No existía en ese momento la publicación de un análisis profundo sobre los Montoneros.

La investigación fue tan profunda que logró publicarla en 1988 en Argentina con el apoyo de la Universidad de Ginebra.

¿Por qué un libro sobre los montoneros?

“Hay varios contextos en este libro”, nos cuenta Juan Gasparini:

  • Primero, un contexto continental. Durante los años 1960 había una fuerte efervescencia en América Latina. El Che se encontraba en Bolivia y tenía un proyecto, que era la realización de la guerrilla rural. Para ello, el objetivo era de cautivar la simpatía de los campesinos para transformar la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra de América del Sur.
  • Posteriormente, la muerte del Che. El 9 de octubre 1967 fue asesinado Ernesto Che Guevara. Su muerte obligó a muchos grupos políticos y de guerrilla en distintos países de América Latina, que se estaban preparando a ir a pelear con el Che, a cambiar sus proyectos. En fin, el proyecto continental basado en una guerrilla de campesinado donde las ciudades habrían jugado un rol de apoyo, se cayó. Los que pensaban juntarse con el Che tuvieron que pensar en otras cosas que hacer.
  • Se empezó así a revalorizar los procesos nacionales, ya que se cayó el proceso continental. En ese momento los grupos se dieron cuenta que muchas ciudades tenían una presencia muy fuerte de la clase trabajadora. En este camino fueron los Tupamaros los primeros que lanzaron la iniciativa de lucha armada en las ciudades.

En efecto, son los Tupamaros los primeros en lanzar la iniciativa de lucha en las ciudades; los Montoneros nacen mucho después.

Los primeros Montoneros pensaban llamarse Tupamaros Argentinos, pero, al final, revindicando la lucha campesina de un siglo atrás en Argentina, se llamaron como los Montoneros que se opusieron al colonialismo español.

“El primer grupo originario de los Montoneros tenía núcleos en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe”, nos explica Juan Gasparini.

Sin embargo, en la multitud infinita de los grupos políticos y de guerrilla argentinos, el grupo originario de los Montoneros fue, en su época, acompañado por otros.

Hubo grupos que intentaban hacer la guerrilla rural armada campesina en el norte. Esos se hacían llamar Fuerzas Armadas Peronistas. “Su manera de actuar se parecía mucho al proyecto del Che de crear un grupo guerrillero rural en el norte” nos explica Juan Gasparini.

También estaban los Descamisados, llamados así por Perón. Se trataba de la clase trabajadora, que solía llegar a los discursos en mangas de camisa y, también, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que se alejaban más de la figura de Perón para defender un discurso marxista.

En esta lógica multifacética, varios grupos evolucionaron, talvez de forma muy distinta, pero un elemento sabía tomar más peso que los otros: estar a favor o en contra de Perón.

Este dualismo dejó a los Montoneros de un lado y los marxistas de otro. Estos últimos no creían que el peronismo servía para hacer avanzar la lucha revolucionaria. Se trataba del Ejército Revolucionario Popular (ERP).

 

Los Montoneros estaban con Perón.

“El ERP siempre condenó el peronismo por ser un movimiento burgués”, nos comenta Juan Gasparini.

Un quiebre inevitable.

“De allí pasamos de un proceso continental, lo del Che, a un proceso nacional, y, en el proceso nacional, a una ruptura de agua en pro o contra Perón”, comenta.

Este problema plantea una discusión teórica, que acerca el peronismo del populismo.

El populismo, en su definición, significa una “tendencia o afición a lo popular en todos los ámbitos de la vida, tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo”. Esta definición le atribuye una ambigüedad monumental.

“En este sentido, hay que ver a la guerrilla come complemento de la lucha de masa”, dijo Juan Gasparini. Adentro de este universo complejo, los Montoneros son un “fenómeno de lucha armada urbana en América del Sur”.

[1] Alain Touraine, “Terrorismo y violencia política”, artículo aparecido en el diario El País, Madrid, enero 1987.

 

Por Elena Rusca, en Ginebra

 

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