Poder y Política

Comandante Ramiro entrega elementos de análisis de la situación política nacional desde la cárcel de alta seguridad

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El jueves 03 de septiembre, a través de la web, los medios informativos Prensa Opal, Primera Línea Prensa y Radio Plaza de la Dignidad, trasmitieron en forma conjunta  una entrevista realizada en forma virtual a Mauricio Hernández Norambuena, el Comandante Ramiro, quien, desde la Cárcel de Alta Seguridad, hizo un análisis general de la situación política chilena, a partir de la rebelión popular del 18 de octubre.

Transcribo textualmente a continuación parte de dicha entrevista:

“Cuando llegué a Chile el 20 de agosto de 2019 comencé a conocer un poco la realidad, filtrada, qué se yo, por la televisión, los canales abiertos. Ahí aparecía un Chile bastante derechizado, eso resultó para mí bastante chocante, tanto en el formateo de las noticias, tanto la farándula,  los matinales, de lo que se hablaba, algunos reportajes que se veían, por ejemplo la gente en el Metro, en  el transporte, dos horas para ir al trabajo, dos horas para volver, bueno una serie de situaciones. Yo pensaba, puchas cómo la gente está tan domesticada y están como rebaño, y resignada, y me dio harta tristeza de ver un país tan derechizado.

Todo eso se quebró y fue como un palmazo que me dieron en la cara el 18 de octubre, porque se presentó otra realidad. Eso de otra manera grafica esta realidad subterránea, todo lo que estaba pasando por debajo. Que es un poco los procesos sociales muchas veces así. Esto que dice Gabriel Salazar del trabajo de topo que va haciendo el Movimiento Popular, es una cuestión a destacar, fundamental, y yo la digo sin ninguna duda ni ambigüedad, es que el remezón que da el 18 de octubre, la característica esencial, tiene que ver con la intensidad – yo digo de las últimas dos décadas- la intensidad y el empleo de la violencia. Creo que eso es una característica.

 

 

Claro, había habido manifestaciones NO+AFP, hace unos años, marchas de cientos de miles de personas, masivas, y no había pasado nada.

El 18 de octubre marca un salto cualitativo en eso. Y comenzó una marea poderosa que arrasó con todo, y que llevó a colocar, ya en noviembre, cuando hacen el Acuerdo el 15 de noviembre, ya colocó a todo lo que es la institucionalidad, a los poderes constituidos, a la clase política, a todos, en pánico.

Yo fui viendo como fue cambiando todo el panorama y como fueron cambiando los rostros, esas figuras que aparecían en los matinales ahora tenían los rostros  desencajados y en pánico; y sin saber nada de política comenzaron a hablar puras estupideces, comenzaron a llevar analistas para que les explicaran por qué estaban quemando la ciudad, por qué no se podía andar tranquilo, que ya no estaban  respetaban  a los pacos. Es decir, todo el nivel de insurgencia, de desborde que había, bueno, era un Chile diferente.

Yo decía esto no va a acabar, yo me sentía como medio ahogado, y continúan, además perdiendo los ojos, siendo reprimidos, y continuaban ahí, seguían y seguían, y más gente sumándose. Inclusive en un momento llegué a imaginar que podía haber un quiebre institucional, yo diría como el 10 de noviembre. Además, viendo la tele, todo, yo dije en cualquier momento un contingente de masa va a ir para la Alameda, va a llegar a La Moneda y va a quemar La Moneda. O sea, claro, ya faltaba un paso no más para ir a tomarse ese símbolo y a restituirlo para el pueblo.

Con las piedras y las barricadas yo creo que no se triunfa. Podrán construir sus diversos instrumentos -yo no digo en términos absolutos- pero creo que se van a necesitar esos instrumentos materiales, de diferentes niveles y de cualificación, pero se van a necesitar en un momento.

Fue muy significativo y relevante todo lo que hubo en términos de cachetear al sistema en términos destructivos, se quemó, se destruyó, fue un tsunami que arrasó con todo. Y un poco el mundo popular dijo “aquí estamos, estamos reconociendo nuestro poder”, y se sintieron fuertes.

En ese sentido, a mí me parece que el conflicto social, de una u otra manera,  va a ir escalando en términos de agudización. En eso creo que el pueblo, volcán popular, tendrá que dotarse de los instrumentos materiales. Yo creo que, en términos de responsabilidades, claro que hay que irse pensando y preparando en función de esos escenarios. Con las piedras y las barricadas yo creo que no se triunfa. Podrán construir sus diversos instrumentos -yo no digo en términos absolutos- pero creo que se van a necesitar esos instrumentos materiales, de diferentes niveles y de cualificación, pero se van a necesitar en un momento.

El 18 de octubre le dio la razón a los sectores más radicalizados, no le dio la razón a los pacos rojos. Porque yo digo, y porqué no salieron ahora los pacos rojos, fueron a la Plaza de la Dignidad ahí a parar, diciendo no, no, no. ¿Por qué no salieron? ¡Se jodieron! Estaban totalmente equivocados ellos, siguiendo órdenes partidarias.

En el fondo, yo me atrevo a decir que esos partidos llamados populares de antes, o de izquierda, lo único que han hecho es que han sido un colchón para desperfilar el conflicto, eso han sido, han sido cómplices totalmente.

La pandemia abrió un paréntesis, pero esto va a tener continuidad, no me cabe duda. La pandemia, considero, que la están usando como arma política, todo lo que ha girado en relación a la pandemia, que tiene que ver con la problemática económica y social, toda la ingeniería política que han realizado, hoy día, yo creo que apunta, esa es la opinión que yo tengo, creo que apunta previniendo el tsunami posible, tsunami social.

Yo por eso hago un reconocimiento y celebro la persistencia de quienes mantuvieron, el 2000, 2003, 2005 para adelante, un poco la llama de la rebeldía, y que fueron estos sectores más radicalizados. Marxistas insurreccionalistas, que les llaman algunos, otros anarquistas. Toda esa tribu, le pondría yo, que mantuvieron eso y que fueron vilipendiados en su momento, fueron agredidos, fueron reprimidos, Y ahora, era el camino que ellos decían.

La pandemia abrió un paréntesis, pero esto va a tener continuidad, no me cabe duda. La pandemia, considero, que la están usando como arma política, todo lo que ha girado en relación a la pandemia, que tiene que ver con la problemática económica y social, toda la ingeniería política que han realizado, hoy día, yo creo que apunta, esa es la opinión que yo tengo, creo que apunta previniendo el tsunami posible, tsunami social. Creo que ese es el problema que ellos están visualizando, y eso habla de la profundidad de la crisis que hay, que es que puede estar en riesgo el modelo. El modelo. Y para ellos esa es la cuestión estratégica, ahí lo pierden todo, porque ahí van a tener la legalidad, aunque salgan a hacer barricadas y todo, la legalidad para pasarlos por el Artículo  318, creo, que es por la cosa de la pandemia. Y con eso también tienen herramientas en función de la opinión pública, un poco, “puta, cómo sale a hacer barricadas si están en cuarentena”. Un paréntesis habro sí, es un arma de doble filo, la gente está más precarizada, “la manifestación ahí, vamos a hacer, qué sé yo, puta no, tengo que conseguir comida, estoy más preocupado aquí, en la casa tengo la cagada, porque no tenemos que comer”. Pero yo creo que está esa intencionalidad de tener a la gente como más dependiente de eso, que lo neutralice en función de no estar pleno en función de la movilización. Todas esas leyes ahí pequeñas para los desórdenes, bajo la amenaza que hay que condenar la violencia venga de donde venga. Ese famoso mantra tan vacío, y que les sirve mucho (…)”

 

 

Aquí en Santiago 1 creo que quedan como 50 presos políticos, llegaron a haber como 200. La composición de esa juventud –antes era mucho más ideologizada, en el tiempo de la dictadura-, la prisión política hoy día, yo me di cuenta al comienzo, porque supe algo, hay bajos niveles de organización ahí en la prisión misma, un poco cada uno por la suya. En el comienzo tuvieron hartos problemas con los presos comunes, incluso fueron agredidos por presos comunes, y no se organizaban, les pegaban a algunos y los otros se quedaban ahí. Yo pienso que una de las principales tareas es que hay que reivindicar la condición de preso político. Hay que disputar, qué cosa yo creo, en el escenario nuestro, como presos políticos, hay que disputar eso de querer llevar todo lo de la protesta en función de encasillar en contextos delictuales, de delincuencia, y que tiene que ver con la criminalizar la protesta. Es decir, quitar el contenido político, las motivaciones, las razones que están detrás. Aunque no sean muy ideológicas, pero sí, el impulso del momento. De la rabia y que se disponen a hacer unas barricadas, sin saber sin son de izquierda o no, no les importa eso, pero es una actitud de rebeldía contra el sistema, contra el modelo. Obviamente que es una motivación política en última instancia, de eso no cabe dudas. Ese requerimiento de entrar a saquear para tener, tiene que ver con la situación, de la falta de oportunidades, de un modelo que los excluye, que los margina. Por qué, porque eso tiene que ver también con el trato, y del punto de vista también de la defensa penal, que tiene que ser, yo considero, una defensa política. Además hay que entender aquí como un proceso, reivindicar la condición de preso político es una parte, y yo considero que la prisión política también es una escuela. Los presos políticos, como escuela, debieran crecer en conciencia política; reflexionar, ver la experiencia que tuvieron y así fortalecerse; todo esto es una escuela, para que cuando se salga, hay que salir más fortalecido (…)

 

 

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 04 septiembre 2020

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