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El peligro de un plebiscito constitucional capturado por el dinero de la oligarquía

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Estamos ante un proceso plebiscitario que puede ser capturado por el dinero de los poderosos. Comienza la campaña, y las movidas actuales de los actores en situación de ventaja monetaria dejan presagiar que no habrá ningún recato legal por parte de las instituciones del Estado en permitir que montos cuantiosos de recursos privados financien a partidos y organizaciones destinadas a vender el “Rechazo”.

Es la opción propagandística y de marketing político que les queda a sectores derecha, puesto que las encuestas muestran que las preferencias ciudadanas van al “Apruebo” una nueva constitución.

Este plebiscito es un resultado directo de las luchas populares y su desencadenador como proceso altamente democrático fue la rebelión social y popular del 18/O. Costó vidas, mutilados y sufrimientos al pueblo. Y es, por lo tanto, una contradicción en los términos que un acontecimiento democrático como un plebiscito sea capturado por las fuerzas que se le oponen, y esto de manera casi “natural”, es decir “institucional”.

Tales aberraciones son parte de lo que se llama “la nueva racionalidad política neoliberal” (1) que se instaló en Chile desde 1975. Esta forma política de actuar, pensar y proceder de la oligarquía neoliberal plantea a la izquierda un desafío histórico hasta ahora no asumido por ninguna fuerza política seria.




En otros términos, los sectores que se reclaman de izquierda no pueden contentarse con hacer una crítica al voleo de la “mercantilización del mundo” y del peso del dinero; de la desigualdad social en abstracto; del enriquecimiento de una minoría a costa de las mayorías; de la crisis de la representación, sino que deben inventar una respuesta política a la altura del elemento inédito que el régimen dominante tiene en lo normativo (el poder del dinero, de lo privado por sobre lo público, de la lógica de los mercados y de la competencia como norma fundada en estos criterios). Puro neoliberalismo: antidemocrático de esencia.

En la medida en que el régimen autoritario actual lleva a la destrucción irreversible de la democracia “liberal”, la izquierda no puede resignarse, como ella lo ha hecho durante años en Chile, al delegar la legitimidad a la Concertación y a la Nueva Mayoría, en la defensa exclusiva de esta democracia liberal y representativa o en sus variantes, como la de una “República Democrática”.

Por supuesto que no se debe renunciar nunca a defender las libertades públicas y los Derechos Humanos, pero la izquierda no debe hacerlo en nombre de este modelo de democracia o de “república” oligárquica, oponiendo una suerte de democracia liberal “buenita” e ideal a un presidencialismo autoritario. Este último, en tanto régimen político expresa los intereses de la oligarquía empresarial dueña de Chile, coronado, bien sabemos, por la constitución pinochetista del 80 que ha sido refrendada por la Concertación desde 1989 para legitimar y consolidar el neoliberalismo en Chile.

En un párrafo, de una claridad evidente, Wendy Brown, eminente profesora de filosofía política de la Universidad de Berkeley, en su libro acerca del neoliberalismo y el neoconservadurismo escribe: “Defender la democracia liberal en términos liberales, implica no solamente sacrificar una visión de izquierda; es también, debido a este sacrificio, que se procede a desacreditar a la izquierda al reducirla, de manera tácita, a no ser más que una objeción permanente al régimen instalado: un bloque resumidero de puras quejas, en lugar de un proyecto dotado de una visión política, social y económica alternativa”. (*)

Ahora asistimos a maniobras tendientes a encauzar los procesos sociales disruptivos de la vieja institucionalidad. Procesos que como el inaugurado el 18/O buscan ser recuperados por la institucionalidad actual, que se busca transformar de manera profunda. En efecto, los poderes legislativo y ejecutivo no garantizan las condiciones del ejercicio libre de la democracia en un contexto en que en Chile el poder del dinero de la oligarquía empresarial no tiene freno.

 

(*)  Traducido de la edición francesa: Les Habits neufs de la politique mondiale. Néoliberalisme et néoconservatisme (2007), Éditions Les prairies ordinaires, Paris, p. 78 (Wendy Brown).

 

Leopoldo Lavín Mujica     

 



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  1. Felipe Portales says:

    ¡No hay que crear expectativas ilusorias! El resultado del «nuevo» texto constitucional está predeterminado por el quórum inamovible de los dos tercios que le darán a la derecha un poder de veto sobre el texto a aprobarse. Y en la medida que más se entusiasme engañosamente a la población, más fuerte y funesto será el desánimo posterior de aquella. Lo que hay que hacer es tratar de desengañar a la población respecto de la farsa plebiscitaria. Como decía Mark Twain: «Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados».

  2. Gino Vallega says:

    Empezaron las giras de políticos de derecha por el rechazo ( diputades en la Araucanía)…con que plata ? Justo en la Araucanía , recién señalada por Pérez…..y el Apruebo ? Duerme acunando sus excelentes salarios en zoom ? Hay que sacudirse y salir a la calle ,hay que ganar por «paliza» si no , el pueblo vivirá sin gloria !

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