Crónicas de un país anormal

Las marchas anti-cuarentena, ¿qué se incuba detrás?

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El fascismo puede explicarse como la línea de masas de la derecha, (una especie de leninismo al revés). Como decía Armand Mattelard “la derecha fue a la escuela de Lenin”. En su obra La espiral, el autor va mostrando cómo la derecha fue ganando, poco a poco, sectores sociales de apoyo, (desde las “señoras bien”, que llevaban a sus empleadas a las marchas para que hicieran sonar las cacerolas, pasando por los camioneros, los colegios profesionales, y hasta parte de los obreros del cobre – en la mina de El Teniente), y sólo le faltaba la última carta: los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas.

El obstáculo para dar el golpe decisivo era el Jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte. (Aún recuerdo que la idea era esperar las órdenes del General en Jefe, Pinochet, en el caso de que se desatara un golpe de Estado).

El fascismo llegó al poder en Italia, a causa de una marcha de opereta sobre Roma – basta con ver una película italiana sobre este hecho para morirse de risa, pues el fascismo de Mussolini siempre tuvo algo de tragicómico -.

Las marchas contra la cuarentena en Alemania, España, Inglaterra, Estados Unidos y, ahora, en Argentina, tienen su base en distintos slogans que corresponden a variadas situaciones: es casi imposible mantener en confinamiento a millones de personas por tiempos prolongados, (en algunos casos, más de cien días), podría decirse que aun cuando el ser humano sea un animal doméstico, mantenerlo en un corral por largos lapsos se torna inhumano, (el período de encierro de los animales dura mucho menos, antes de ser conducidos al matadero).

En los grandes movimientos sociales hay que distinguir entre la subjetividad de cada uno de los manifestantes y la línea de fondo de los dirigentes: en el rechazo a las cuarentenas la derecha seguidora de Trump y Bolsonaro, por ejemplo, repiten consignas tales como que el Coronavirus sólo es una gripe, y que la pandemia actual no es más que una invención de la Organización Mundial de la Salud, (OMS), y que muere más gente con la AH1N1.

En la marcha del 17-A, llevada a cabo en el Obelisco, se confundían las críticas a George Soros, (acusado de ser globalista), y las dirigidas a la reforma judicial. Habría que ser muy ingenuo para creer que, con el triunfo de Alberto Fernández se iba suavizar la famosa grieta entre peronistas y macristas, pero la verdad es que la derecha guardó silencio un tiempo, pero ha reaparecido a raíz de la cuarentena.

El Presidente actual de Argentina recibió un país en default, con un 50% de inflación y la mitad de la población en la miseria, situación a la que hay que agregar una deuda externa, prácticamente impagable, tanto a los privados, como al Fondo Monetario Internacional. La pandemia, en cierto sentido, hizo olvidar que la Argentina estaba fundida económicamente.

El gobierno de Mauricio Macri, que hundió a su país, no ha tenido que responder ante su irresponsabilidad general: en Argentina los Presidentes corruptos son sólo castigados con el rechazo del voto popular, y todos ellos zafan de una justicia también corrupta, y como el Tango Cambalache, “el que no roba un gil”.

La derecha argentina, ahora resucitada de su derrota en la última elección presidencial, ha sacado la garra y, aprovechándose del agotamiento de un prolongado encierro a causa de la pandemia, sumado a la pobreza de los ciudadanos, (gracias a Juan Domingo Perón devinieron en clase media), y hoy no tienen cómo mantener a su familia.

En cuanto a la economía de ese país, el peso argentino ya no vale nada y hay 15 tipos de dólares: el dólar, llamado “blue”, el informal, por ejemplo, se cambia a 100 pesos argentinos la unidad. En las “villas miseria” no sólo hay hacinamiento, sino también falta de agua potable.

Las grandes manifestaciones actuales, sin ninguna medida de protección, ni siquiera la elemental mascarilla, va a provocar un crecimiento exponencial de los casos del Covid-19, y permitir que retorne el dilema de “morir de hambre o de Coronavirus”.

El gobierno de Fernández, muy aplaudido al comienzo por haber aplicado una cuarentena en todo el país, conocida como de las más drásticas en América Latina y ejemplo para otros países, ha acusado a los organizadores de las marchas de poner en peligro la vida de los argentinos, y ha pedido perdón a médicos y enfermeras y demás integrantes del equipo de salud por la ofensa inferida.

El gobierno llamó, ayer en la noche, a los ciudadanos a multiplicar la participación en homenaje al personal de la salud, que ha permitido salvar miles de vidas argentinas.

El fascismo ultraderechista que ha aprovechado la pobreza a causa de la pandemia para movilizar las masas de clase media, su clientela habitual, no ahorra esfuerzo alguno para desestabilizar gobiernos progresistas e, incluso de derecha democrática, como el de Ángela Merkel, en su afán de reinstalar una especie de anarquismo neoliberal.

En Argentina el gran líder de estas marchas en contra del gobierno actual es el gurú libertario, el economista Javier Milei, un neoliberal extremo, que incursiona en muchos de los programas de televisión, (cuenta con una audiencia superior a la pareja Lavín-Vidal en Chile). Tanto en Chile como en Argentina la televisión se ha convertido en verdadero opio del pueblo, y el fascismo, como vulgarización del poder de la burguesía, sabe bien aprovechar este medio de “tontificación”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

18/08/2020

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