Poder y Política

Basta de explicaciones y justificaciones a los dueños de Chile (*)

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Llegó la hora del movimiento popular para no perder más el tiempo justificando y explicando una y mil veces a los ricos lo injusto, deshumanizado e irracional de su modelo económico y social y el reguero de pobreza, destrucción ambiental y violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos que conlleva.

Todas las justicaciones, argumentos técnicos y sociales se han dado paciente y laboriosamente en el entendido que si estos fuesen contundentes, convincentes y reales, los dueños de Chile escucharían estos pedidos y actuarían en consecuencia. Nada.

Así, se les ha tratado de explicar hasta el cansancio que el sistema de ahorro personal forzado de pensiones es un auténtico engaño a los trabajadores. Han desfilado millones por esta causa. Se les ha mostrado el valor de las pensiones que reciben ahora nuestras(os) jubilados y lo que prometían al comienzo. Se ha comparado el valor de las pensiones con aquellas que da el sistema de pensiones de las Fuerzas Armadas y de Orden. Nada. El dinero obtenido a la fuerza a los trabajadores y dado a precio de ganga a las grandes empresas  -con los bancos como intermediarios cobrando modestamente por su trabajo – no se toca.

Se ha explicado y justificado que el sistema de seguros privados de salud, las Isapres, son otro robo a los trabajadores, lo que junto al desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud – el único capaz de hacer algo contra la pandemia – hace que solo los ricos tengan un sistema de salud decente. Con resultados trágicos a la vista. Las personas de los barrios ricos tienen una mayor esperanza de vida que aquellas de los barrios pobres. Nada. El negocio de la salud no se toca.




La escasez de agua y su privatización, desde que los derechos de esta fueron regalados en 1981 a los grandes empresarios agrícolas, hace que hoy tengamos más y más poblaciones con falta de agua, abastecidas con camiones aljibe a precio de oro para las municipalidades. Mientras tanto los agricultores de la zona respectiva no dejan de regar ni una planta de cultivos para el negocio agro-exportador. Ya no tenemos un Petorca sino varios y la lista de comunas carenciadas crece permanentemente. Nada. Ese negocio tampoco se toca. Como se va a tocar si el propio Ministro de Agricultura es poseedor de muchos derechos de agua!. Qué se han imaginado.

Desde la revolución pinguina en 2011 que el negocio de la educación y la instauración del CAE como crédito a los estudiantes muestra una política pública desastrosa, donde el abuso de los bancos tienen a cientos de miles de estudiantes con deudas que no podrán nunca pagar, o para hacerlo, tendrán que dedicar buena parte de sus ingresos profesionales – si encuentran pega permanente – a pagar durante años y años. Todo esto, en circunstancias que la educación debería ser gratuita y de calidad para todo aquel o aquella que quisiera estudiar, un objetivo estratégico de largo plazo de cualquier país con una política seria de desarrollo. Nada. La educación es otro gran negocio que no se toca. Proliferan “universidades” que son cualquier cosa menos universidad. Una universidad se define como el lugar donde no solo se hace transferencia de conocimiento existente en todas las ramas de las ciencias, sino donde se crea – o se debería crear – nuevo conocimiento científico y luego tecnológico. ¿Donde está esa investigación? Mas bien se trata de Institutos Superiores en vez de universidades. Hasta el muy bueno Inacap le llamamos hoy “universidad”. Lo exige el qué dirán.  Nuestras(os) mejores cientistas han argumentado y justificado las necesidades de financiamiento del Estado en investigación y  equipamiento de universidades con este fin, y su comparación con lo que pasa en países que en este y otros aspectos gustaríamos de emular. Nada. Es más facil apostar en mano de obra barata, venta de materias primas con poco o nada de valor agregado, muchos subsidios del Estado por cualquier motivo y excepciones tributarias para seguir  ganando dinero fácil. Y como lo ordena “el modelo de negocio”, si se está ganando plata, para qué cambiar nada. Y todo reforzado con la “teoría del goteo” cuya falsedad ha sido demostrada teórica y practicamente. “Si los ricos ganan, todos ganan” dicen. Como para reirse si no tuviese las consecuencias de cientos de miles con hambre y sin futuro a la vista.

Destacados economistas y cientistas han demostrado veces sin cuenta que el modelo de desarrollo escogido por la Dictadura y perfeccionado durante la gestión del duopolio Derecha – Concertación más tarde Nueva Mayoría consistente en la exportación de nuestras riquezas mineras, marítimas forestales y otras con poco o nada valor agregado. Así ha permitido la ganancia astronómica de empresas principalmente extranjeras, y la consiguiente pérdida de dinero para el Estado, la destrucción del medio ambiente y la polución con agentes tóxicos del agua disponible dejando poblaciones enteras en la miseria. Nada. No se cambia nada. Lo irónico de todo esto, es que quienes han implementado y defienden a brazo partido este robo gigante son justamente todos y todas aquellos que usan una banderita chilena en la solapa, se declaran patriotas y hablan de la Patria hasta por los codos. Qué manera tan miserable de servir a la Patria que dicen defender!

Otro tanto acontece con los recursos pesqueros y la Ley Longueira, que ha dejado a la población sin comer pescado a precios accesibles a la población y ha continuado a enriquecer los mismos pocos dueños de Chile. Esto, unido a la producción de comida chatarra barata y de consumo universal y precios elevados de hortalizas y frutas ha contribuído para que seamos una población con altas tasas de obesidad en todos los grupos de edad. Lo que naturalmente aumenta las enfermedades y los costos de todo tipo para la sociedad y las familias. Nada. La ley Longueira no se toca.

 

Millones de tarjetas de crédito ayudan a mantener el espejismo de toda una clase social que trata y consigue salir de adelante. Con bastante poca fortuna en el intento. Miles de millones en deudas no pagas y más de 5 millones de chilenas y chilenos tapados con deudas. Pero eso no es lo peor. Lo peor son unos intereses simplemente usureros cobrados por los bancos. Todo legal por supuesto porque en una “economía libre” de eso se trata.

 

Los economistas del neoliberalismo están de acuerdo que “el mercado” no es ni perfecto ni semi-perfecto y produce todo tipo de problemas, particularmente aquellos de la inevitable concentración económica muchas veces monopólica que acontece en el sistema capitalista. Reconociéndolo así los paises del capitalismo desarrollado utilizan políticas públicas redistributivas para paliar esta concentación y poder financiar planes y programas que vayan en beneficio de los pobres. Pobres que este sistema capitalista va generando hoy a una velocidad considerable y a la misma velocidad que sigue concentrando la riqueza en menos manos. El problema es que una buena parte del sistema tributario ha sido hecho por y para los más ricos. Por eso que se declara Panamá como no siendo un paraíso fiscal, de manera que sea uno de los lugares preferidos de los ricos chilenos para colocar su plata y no pagar impuestos. Por eso las transacciones de la Bolsa y las ganancias allí obtenidas no pagan tampoco impuestos. Fue para evitar que se pagaran impuestos que se creó el FUT y fué también por eso que el otrora llamado “enano maldito” Andrés Saldívar cocinara una ley de tributación para los más ricos. Cada vez que se trató aunque timidamente de diseñar políticas redistributivas apareció la defensa intransable de la clase dominante. Nada. No se tocan los impuestos.

En la visión de una sociedad de clientes y consumidores antes que ciudadanos, y para mantener una sociedad donde la explotación de unos por otros sea aceptable, se ha impulsado la idea de una clase media fuerte. Como a esta no le alcanza el dinero para darse el estandar de vida que corresponde a una tal clase, entonces los bancos y las grandes casas comerciales – eso que los siúticos chilenos llaman “el retail” –  abrieron “generosamente” el crédito al consumo desde hace ya muchos años. Gran negocio. Mejor que vender pan por charqui. Millones de tarjetas de crédito ayudan a mantener el espejismo de toda una clase social que trata y consigue salir de adelante. Con bastante poca fortuna en el intento. Miles de millones en deudas no pagas y más de 5 millones de chilenas y chilenos tapados con deudas. Pero eso no es lo peor. Lo peor son unos intereses simplemente usureros cobrados por los bancos. Todo legal por supuesto porque en una “economía libre” de eso se trata. Poder saquear el bolsillo de los más pobres libremente. Que cada cual robe como quiera y pueda.  Y si la gente se endeuda, es su responsabilidad nomás. Eso les pasa de tanto mirar nuestra publicidad que les dispara directo cada segundo en la TV, radio o medios digitales para hacernos comprar lo que no necesitamos con plata que no tenemos. Nada. El crédito a tasas usureras continúa imparable. Legalísimo.

Si hay un aspecto que ha demostrado que las mejores argumentaciones de los expertos son inútiles, es el de la presente epidemia del COVID-19. En nombre de mantener la economía -léase las ganancias – por sobre la salud de las personas, se han cometido los peores crímenes con la salud pública, llegándose al punto hoy, con un nuevo ministro de Salud que solo se diferencia en sus decisiones médicas del anterior por su apellido, a desconfinar zonas con los mismos valores de contagios que llevaron a confinar otras zonas en meses precedentes. Nada. Ellos siguen los pasos a EEUU, Brasil y todas las economías del capitalismo para los cuales lo fundamental siguen siendo las ganancias.

 

Hasta lo que va corrido de la pandemia, los ricos no han contribuído con NINGÚN PUTO PESO a solventar gastos por desempleo, salud, hambre. La gente ha estado muy contenta con la gran victoria del 10% arrancando a los ricos el permiso para utilizar los ahorros propios de cada cual. Una pequeña victoria habría que corregir.

 

Se ha reclamado durante meses con pruebas irrefutables el no respeto a los Derechos Humanos por parte del Gobierno desde la revuelta popular del 18-O hasta hoy. Muertos, descapacitados por haber perdido los ojos, violaciones a hombres y mujeres, atropellos y golpizas causadas por las fuerzas policiales que el Gobierno se ha empeñado en defender cada vez que esto ocurrió. Todo en nombre de parar la violencia y “el Orden público”, ese eufemismo para defender la dominación y explotación por parte de la clase burguesa dominante. Organismos internacionales reconocidos así como nacionales han denunciado estos hechos una y otra vez al gobierno. Nada. A los patipelados hay que meterlos en el orden como además siempre se ha hecho. Ahí está la Santa María de Iquique para recordarlo.

Hasta lo que va corrido de la pandemia, los ricos no han contribuído con NINGÚN PUTO PESO a solventar gastos por desempleo, salud, hambre. La gente ha estado muy contenta con la gran victoria del 10% arrancando a los ricos el permiso para utilizar los ahorros propios de cada cual. Una pequeña victoria habría que corregir. El fin del mes de Julio en que se aprobó la ley – a la última hora de un Viernes en un gesto miserable del Presidente de manera de atrasar un poco más todo el trámite burocrático que se seguía – la gente continuó descontando para su ahorro forzoso y así continuará hasta el fin de los tiempos si no somos capaces de derribar ese sistema. Ocho millones colocando en las AFP su platita regularmente todos los meses. Por tanto, el 10% que se saca solo una vez son bagatelas para los ricos. Una tropezón en el camino, pero con  la certeza que millones de chilenas y chilenos continúan y continuarán a poner su dinero a disposición de ellos sin falta.

Otro tanto ha acontecido con los apoyos a seguros de desempleo de los trabajadores durante la pandemia. Nuevamente el propio dinero de los trabajadores utilizado para este efecto. Y si falta en algunos casos, el Estado a ponerse con la diferencia. O sea, el dinero de todos los que pagan impuestos. Trabajadores y empleados. Las empresas y los empresarios? Nada. Necesitamos todavía menos impuesto a las empresas. Y más subsidios. Gracias Covid. Nosotros damos trabajo, “estable” y “de calidad” dijo Piñera. Como se dice ahora, puras “fake news”, confirmándose que con la desinformación se controla mejor a las grandes masas de ciudadanas(os).

Las exigencias de la Mesa de Unidad Nacional, la CUT y muchas organizaciones sociales y sindicales reclamaron al inicio de la pandemia un sueldo mínimo de 500 mil pesos? Nada. Y ya nadie habla tampoco de eso. Confirmándose así que hasta aquí no hemos ganado nada definitivo.

Las miserables cajas de comida distribuídas – esa vergüenza propagandística del gobierno, incluyendo chanchullos de todo tipo – es también dinero de los trabajadores, via IVA, el mayor componente de los impuestos recaudados por el Estado.

Y como si todo esto fuera poco, los miles de millones anunciados para apoyar las empresas en crisis y “especialmente las Pymes” es nuevamente dinero de los trabajadores a pagar en el futuro próximo cuando el gobierno muestre un hoyo presupuestario. Dinero por otra parte que no llega a las Pymes y sí naturalmente a los más ricos. (Alguien sabe donde van a ir a parar los 12.000 millones de dólares anunciados por el gobierno? O cuanto costarán los 25.000 millones generosamente prestados por el Fondo Monetario Internacional? Será que nuestros Honorables crean una comisión para investigar esto puesto que todo es sombra en los anuncios del gobierno a este respecto como ya ha sido denunciado?).

Recién esta semana el Ministro del Interior nos dice que el Presidente va a explicar como se va a dar el dinero – transcurridos 5 meses de necesidades apremiantes! – y que habrá plata para las Pymes. Solo ahora! ( El Ministro Bellolio es el mismo que estaba con el Apruebo y hoy con el Rechazo demostrando que ha hecho suya la filosofía de Groucho Marx: “Yo tengo mis principios pero si no le gustan los puedo cambiar por otros”).

Como el gobierno supone, y supone bien porque así se lo muestran las encuestas, que nada de esto le gusta a las trabajadoras(es), entonces les dejamos la UDI al frente del gobierno, con su jefe ideológico en el segundo piso de la Moneda y su flamante Ministro del Interior pinochetista como operacional dispuesto a dar palos, balas y seguir sacando los ojos a los que se les ocurra reclamar en la calle. Debidamente apoyado por bandas civiles fascistas como aparecen nuevamente hoy, esta vez en el país mapuche. Y cuidadito con el Plebiscito y el derecho sagrado que tenemos de utilizar nuestro ⅓ en la Cámara para parar lo que venga, regalo de nuestra combativa oposición. No vaya a ser cosa que hablemos con los uniformados y ahí les corremos bala a todos.

Por eso, ha llegado la hora de recordar las palabras de un viejo sabio, que ha dicho más o menos que hasta ahora los filósofos han tratado de interpretar el mundo en el que vivimos. De lo que se trata es de transformarlo. No más explicaciones y justificaciones a los ricos. No tiene cualquier sentido. No va más. Gastemos nuestros mejores esfuerzos en organizarse y luchar hasta imponer los intereses de las grandes mayorías.

El gobierno y sus seguidores no son estúpidos ni ignorantes. Muchos de ellos formados en la muy ideologizada Universidad Católica, puesto que la indiscutible comunidad político-ideológica  neoliberal de sus formados dudosamente es una coincidencia sociológica. Todo lo obrado se hace conscientemente en el marco ideológico de la defensa irrestricta de los ricos y un modelo y sistema de sociedad para su exclusivo bienestar. Los defensores de los intereses populares argumentan una y otra vez que “el gobierno no comprende”, o “no está consciente”, o “no escucha a la gente” o “que no entiende el problema que Chile cambió”, etc. Esto se hace así dándole al enemigo ideológico el beneficio de la duda que su interés es el interés colectivo. Nada de eso. Estamos equivocadas(os). Entiende perfectamente bien. Escucha mejor y comprende correctamente. Pero no es por eso que va a mudar su ideología en la defensa de la riqueza material robada a los trabajadores.

Cuando pasado todo este tiempo y todo lo descrito aquí retrata cabalmente la realidad para la abrumadora mayoría de chilenas y chilenos, como se va a seguir argumentado y dando serias y sesudas razones a los dueños del dinero sobre los problemas de la gente y lo justo de sus demandas? Somos bastante incautos en verdad. No será con estas armas que los ricos entiendan y se acomoden en una sociedad democrática, justa e igualitaria. No hay discusión posible porque el dinero no tiene moral. No entiende de humanismo ni solidaridad ni de justicia. Solo entiende de ganancia y tasa de interés.

Por eso, ha llegado la hora de recordar las palabras de un viejo sabio, que ha dicho más o menos que hasta ahora los filósofos han tratado de interpretar el mundo en el que vivimos. De lo que se trata es de transformarlo. No más explicaciones y justificaciones a los ricos. No tiene cualquier sentido. No va más. Gastemos nuestros mejores esfuerzos en organizarse y luchar hasta imponer los intereses de las grandes mayorías. Por la razón o la fuerza dice el escudo nacional. Mejor si fuese por la fuerza de la razón. Es la única manera  que los ricos presten atención. Claro, pero para esto la izquierda debe entender que se le acaban los plazos y llegó la hora de la UNIDAD con todas y todos aquellos que están por las grandes transformaciones. La Derecha tiene su plan. No me tocan la Constitución. La Socialdemocracia, desde el PPD, el PR, PS y hasta buena parte del Frente Amplio encabezado por Revolución Democrática tienen también el suyo. Y es hasta posible pensar que hagan un acuerdo con la Derecha “social” y la DC para recuperar algo de la legitimidad perdida frente a  los trabajadores y de paso cortarle el camino al desorden, el caos y la ingobernabilidad nos dirán ellos. Y la Izquierda? ¿Los muertos, los ciegos y los miles de presos políticos entonces habrán servido para nada?

 

(*) Congruentes con nuestra opinión, no hacemos ninguna cita ni confirmación de lo que afirmamos. Ya basta.

 

Por Patricio Serendero

 



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