Crónicas de un país anormal

El racismo re-asoma su cabeza en la Araucanía

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 49 segundos

El Estado de Chile se ha mostrado incapaz de enfrentar el tema de la Araucanía: ora lo trata como un problema policial y militar, ora como un problema de tierras y económico.

Los diversos gobiernos de la transición a la democracia no han entendido que el pueblo mapuche constituye una nación, con su propia cultura, lengua y cosmovisión y, sin incluir estas tres condiciones, todo parlamento está condenado al fracaso.

Los historiadores de derecha, (Encina, Villalobos, y otros), han analizado la historia del pueblo mapuche con un enorme irrespeto: para Francisco Antonio Encina, es una cultura de bajo desarrollo; para Villalobos, (muy poco leído actualmente), son araucanos y no mapuches.

Los diversos enfrentamientos entre los mapuches y los distintos gobiernos se caracterizan por la asimetría de poder, en que termina predominando el racismo, y los diálogos acaban en monólogos, pues los distintos mandatarios, manipulados por los empresarios de la madera, ocupan extensos territorios que antes pertenecían a los mapuches.




De muy poco ha servido el recurrir a ejemplos de otros países, como Nueva Zelandia, Canadá y Australia… donde está arraigado y asumido el multiculturalismo y la multi-etnia: en el caso chileno los criollos de la independencia fueron masones y agentes de Inglaterra que, según el historiador Luis Thayer Ojeda, no son más que españoles desarraigados en América, y para otros, mestizos, que se avergüenzan de su sangre mapuche.

Los mal llamados “padres de la patria” difundieron la mitología de Ercilla respecto a Colo Colo, Caupolicán Galvarino, Lautaro, (este último dio el nombre a la logia lautarina, que mando a asesinar a los hermanos Carrera y a Manuel Rodríguez). Estos personajes “patriotas” culpaban a los mapuches de haber colaborado con los hermanos Pincheira para luchar al lado de los españoles contra los chilenos, como si la denominada “Independencia” no fuera otra cosa que una guerra civil que, a lo mejor, se hubiera podido evitar si Carlos III hubiera seguido el plan del masón Conde de Aranda en el sentido de dividir América en tres grandes naciones, entregadas a príncipes de familias monárquicas. (Ha sido muy poco estudiada la influencia de los ilustrados españoles en la llamada “Independencia de América, salvo el catecismo, de ´José Amor de la Patria´).

Los mapuches forman la única etnia latinoamericana que venció a los españoles en tres oleadas distintas, obligándolos a pactar y a aceptar un territorio que va desde el Bío Bío al sur, y desde el Pacífico al Atlántico.

En el siglo XIX los liberales, tanto chilenos como argentinos, consideraban necesario “civilizar” el sur de ambos países, eliminando a los mapuches. En el caso argentino, esta guerra se llamó “la Campaña del Desierto”, y en Chile, “la Pacificación de la Araucanía”. En ambos casos la operación iba dirigida al exterminio de los mapuches y, posteriormente, la colonización por parte de europeos en el caso chileno.

Es un hecho que las votaciones en la Araucanía favorecieron a Pinochet en el plebiscito de 1988, así como en las sucesivas elecciones en las cuales la mayoría ha votado por la derecha, incluso, Felipe Kast logró un sillón gracias a que los electores lo confundieron con su tío, el ultraderechista José Antonio Kast. Según se dice, Pinochet se autoproclamó “Lonco” y pretendía convertirse en la reencarnación de Michimalongo, (el jefe mapuche que incendió la ciudad de Santiago).

El gobierno de Sebastián Piñera está terminado a partir del 18-0, sin embargo, la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo en que, democráticamente debe terminar su período, y la manera de lograrlo, está a la vista, que es co-gobernar con la UDI.

En cuanto al escenario político, el gobierno y la oposición están divididos, tanto en sus respectivos bloques, como entre los dos bandos, y el tratar de unir las distintas fracciones no parece fácil.

En el caso de la derecha, el sector que se autodenomina “democrático y social”, (dirigida por Manuel José Ossandón y Mario Desbordes), que viene de triunfar en la aprobación de la ley de retiro del 10% de las AFPs, estratégicamente es débil: Ossandón, (aún reponiéndose del contagio del Covid-19), con problema judicial actual, ha perdido mucho poder; en cuanto a Mario Desbordes, desde el ministerio de Defensa, puede actuar muy limitadamente; por otra parte, el Partido Evópoli, es un circo.

La ultraderecha pinochetista, cuyos líderes militan, en su mayoría, en el Partido Republicano que dirige José Antonio Kast, está agitando un nacionalismo nazi-racista en la Araucanía, atacando las municipalidades ocupadas, en la provincia de Malleco, o bien, quemando bienes de algunos mapuches para culparlos e implementar la militarización de la Araucanía, que comenzó con el “Comando Jungla”, preparado en Colombia, para el exterminio de los mapuches, cuya víctima más connotada fue el comunero Camilo Catrillanca.

El grito de odiosidad de “el que no salta es mapuche” o la expresión, “nosotros los chilenos y los mapuches”, sólo demuestra la capacidad de la ultraderecha de atraer “yanaconas” para sumar a su causa de convertir a Chile en un cuartel militar, (similar al Brasil de Bolsonaro).

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

07/08/2020

 



Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *