La lucha arrancó el retiro del 10%: ahora vamos por el 100% de las reivindicaciones populares y la renuncia de Piñera
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La jornada de ayer va a ser recordada como aquella que dio inicio al segundo levantamiento popular en contra de Piñera, millones salieron a las ventanas a cacerolear con una fuerza e intensidad que no se recordaba desde el octubre pasado. El Gobierno observó mudo, anoche no hubo helicópteros. Luego de siete horas de debate en el Senado el Gobierno sufrió una durísima derrota: con 29 votos a favor se aprobó la idea de legislar, 5 de los cuales provienen de la propia Derecha (3 UDI y 2 RN) , generando una mayoría de 2/3 que de mantenerse en Diputados debilitaría enormemente las posibilidades de Piñera en el Tribunal Constitucional, «tercera cámara» que está igualmente fraccionada que las del Congreso.
Este escenario deja en manos de un Piñera anémico y desprestigiado, únicamente, la herramienta del veto presidencial, que en este contexto dejaría en sus manos todo el peso de una acción brutalmente impopular. Es verdad, si Piñera veta, la crisis se profundizaría y éste podría caer. El abismo se abre frente a un Presidente que deja de gobernar y con un Congreso que comienza a realizar acciones de Gobierno, sustentado en un mayoría que incorpora al ala «popular» de la Derecha (Ossandon/Lavín). Presenciamos la mayor crisis institucional de la historia desde 1891 y al igual que en aquella crisis Balmaceda-Congreso, ésta no podrá ser resuelta institucionalmente.
Pierden su tiempo los que especulan describiendo los hechos y buscando una interpretación normativa para «convencer». La profundidad de la crisis ha quebrado el orden institucional de los patrones y ha abierto, como determinante, la movilización popular como canal de resolución de la crisis. Es falso que 5 senadores de Derecha hayan resuelto este problema, muy por el contrario son las abrumadoras mayorías movilizadas, las que desde el 18 de mayo ha venido manifestándose contra el hambre, desde las Ollas Comunes, Asambleas Populares, ganando las calles con barricadas y soportando la represión ya no sólo de las FFEE de Carabineros, sino que el despliegue de guerra del Ejército y la Armada.
La movilización en torno al reclamo del retiro del 10% de los fondos previsionales ha actuado como un catalizador del conjunto de los reclamos populares. Es la movilización del pueblo mapuche y la huelga de hambre del Machi Celestino Córdoba, las protestas feministas contra la impunidad del violador Martín Pradenas y -de conjunto- los reclamos de la mayoría trabajadora -que han tenido a los portuarios y al Cobre como punta de lanza- los que se expresan en contra la cesantía, el hambre y la muerte. Esta es la lucha que ha dado cuerpo a esta maciza derrota del Gobierno. El movimiento exige pan, trabajo y salud. El movimiento plantea día a día que no hay cuarentena posible sin salario y que es el Estado y los patrones los deben hacerse cargo de la crisis.
Este movimiento de amplio espectro ha puesto en evidencia que mientras las bases trabajadoras buscan expresarse y enfrentar al Gobierno, sus organizaciones tradicionales, los sindicatos no han desempeñado ningún papel. Hace algunos días el Ministro de Hacienda, Ignacio Briones, amenazó al Presidente de la ANEF, Pérez Debelli, conminándolos a retirar la querella en contra de Piñera para poder seguir negociando la situación de los funcionarios públicos. El hecho fue denunciado, pero la ANEF no convocó a ninguna acción de movilización. Dos millones de trabajadores se encuentran hoy cesantes, más de la mitad de ellos ha perdido su trabajo en los último tres meses, ¿qué ha hecho la CUT? Nada. ¿Hay algún plan de movilización, alguna medida que apunte a resolver la gravísima crisis que castiga a la clase obrera?. Nada, nada de nada. Los grandes burócratas sindicales se escudan en la pandemia hacen ruido con los reclamos populares y ello termina invariablemente en la parálisis.
Otro ejemplo. El llamado Pliego Popular – que en Valparaíso convocó el Frente Amplio- un amplio espacio de debate, un verdadero seminario sociológico donde los que concurrimos debimos soportar que se nos explicara por horas, qué era el hambre, la violencia doméstica y la previsión social, ¿qué concluyó ese debate? Nada, ninguna convocatoria a la acción, palabrería para instalar a una nueva camada de burócratas que olfatean que está cerca el poder, igual, exactamente igual que en 1989. Los aparatos sindicales y los partidos comprometidos en este nuevo arco político -Oposición parlamentaria y Derecha popular- se disponen a consumar las transición iniciada el 15 de noviembre con el infame Acuerdo por la Paz, para salvar al régimen.
No nos engañemos. Lo hemos dicho incansablemente, la mayoría circunstancial que hoy ha aprobado el retiro del 10% es la misma que ha venido apoyando todas y cada una de las medidas tomadas por Piñera desde iniciado el Estado de Emergencia sanitario. Esto no es un reproche puritano ni moralista, es la constatación de que si esta gente ha salido a respaldar este reclamo popular no es porque interpreten a las grandes mayorías, es porque entienden, como lo hicieron el 15 de noviembre que es el régimen capitalista el que está en juego.
Es la mayoría trabajadora la que ha empujado al Congreso ha inclinarse frente a uno de sus reclamos más sentidos y urgentes. De consumarse el retiro del 10%, este hecho seria un triunfo colosal del movimiento y en tanto tal un compuerta para avanzar en el 100% de las reivindicaciones populares. Si obtuvimos estos movilizados, es necesario unificarnos y organizarnos para imponer el pliego de reivindicativo que avanza en todos los frentes de lucha social.
Es cierto, hay rumores de Golpe de Estado, un golpe blando, palaciego, que desplace a Piñera e instale un Gobierno de Unidad Nacional. Se percibe que la debilidad del Gobierno no puede seguir profundizándose sin poner en riesgo al régimen. Puesta así las cosas el debate no es tanto si Piñera cae o no. El problema -para usar un lenguaje deportivo- es dónde cae.
Un sector creciente de la burguesía está planteando una transición. El puente tendido por Frente Amplio y el Frente Regionalista, es la incompatibilidad de salud de Piñera para el cargo. En su momento la acusación constitucional en contra del Presidente, tuvo también esa finalidad: una salida ordenada que preserve la institucionalidad, aún por fuera de la Constitución. Porque esta es la clave. Con agudeza, Fernando Atria planteaba ayer en La Tercera, que el debate sobre el 10% había puesto en evidencia que las AFP y el Neoliberalismo ERAN la Constitución y que en tanto ello, la aprobación del retiro habría paso a un nuevo orden institucional. Eso es correcto, en lo formal, sin embargo su análisis se detiene donde debe empezar. La pregunta que hay que responder es cómo salir de la crisis más que por qué estamos en ella.
La respuesta ya la ha dado la lucha de clases. Es la mayoría trabajadora la que ha empujado al Congreso ha inclinarse frente a uno de sus reclamos más sentidos y urgentes. De consumarse el retiro del 10%, este hecho seria un triunfo colosal del movimiento y en tanto tal un compuerta para avanzar en el 100% de las reivindicaciones populares. Si obtuvimos estos movilizados, es necesario unificarnos y organizarnos para imponer el pliego de reivindicativo que avanza en todos los frentes de lucha social.
Esta cuestión presenta entonces la necesidad de preparar la caída revolucionaria de Piñera. De nada nos sirve que a Piñera se lo lleven detenido y lo manden a Miami a seguir viviendo una vida de príncipe fallido. De nada nos sirve si eso significa que otro monigote se instalara en La Moneda para plantearnos otros treinta años de transición post-Piñera. No compañeros, eso de nada nos sirve, porque institucionalmente -más allá de victorias parciales- nada podremos obtener.
Lo que se plantea hoy a los trabajadores es la recuperación de sus organizaciones sindicales y la creación de nuevos organismos que unifiquen y proyecten políticamente la lucha que hoy se verifica en la calle. Clase contra clase. Si los capitalistas nos ofrecen hambre, miseria y muerte como único camino posible, somos los trabajadores quienes podemos subvertir este orden social. Crear una nueva dirección política de trabajadores, reiteramos, unificar los espacios y territorios de lucha, son los elementos que permitirán impulsar un plan general de movilización que ponga a los trabajadores como sujetos de este cambio histórico y de época que estamos viviendo. Sobre estas bases será posible poner en pie -por cierto- una auténtica Asamblea Constituyente, apoyada en los órganos de clase y de movilización popular. Vamos por la cabeza de Piñera, no porque queramos otro Presidente, vamos por ella porque queremos el poder.
Por Gustavo Burgos
Publicado en El Clarín de Chile con autorización de su autor
Gino Vallega says:
Se ha ganado una batalla importantísima , la derecha se divide y ayuda a la ineficiencia de una oposición caótica que no encuentra el camino pero ,mal que mal , esta situación anómala de ganar esta batalla la resuelve el parlamento con la ausencia total de los sindicatos (escaramuza de paro si el senado no favorecía el retiro del 10%) y con la presión ciudadana
infatigable.El futuro está abierto , Piñera debería renunciar y quizás un gobierno transitorio podría intentar resolver las pandemias viral y social , ordenar una nueva constitución y empezar a organizarla: el plesbicito para mixta ó sólo elegida ,pero la nueva consrtitución va! y según ésta ,empezar otro país.El peligro está en los milicos y uniformados todos que esperemos reaccionen bien y no se presten a masacres como ha sido siempre en la historia del país.