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Srebrenica a 25 años del genocidio: no hay olvido

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Entre el 11 y el 17 de julio de 1995, hace 25 años, en la pequeña ciudad de Srebrenica, en Bosnia-Herzegovina, tuvo lugar el peor crimen ocurrido en Europa después de la Segunda Guerra Mundial: unidades serbias asesinaron a más de 8.000 niños y hombres musulmanes allí. Los tribunales internacionales clasificaron repetidamente esta masacre sin precedentes de civiles como genocidio.

 

«Los genocidios no son espontáneos», dijeron los expertos en la ONU recordando lo que pasó en Srebrenica. «Son la culminación de la intolerancia, la discriminación y la violencia incontestables y sin control».

En 1995, el objetivo de los serbios era tomarse Srebrenica, que dos años antes había sido declarada una de las seis Zonas Seguras por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Unos 400 cascos azules holandeses, insuficientemente armados, tenían la misión de hacer de Srebrenica un lugar de amparo para los miles de refugiados.

Cuando las tropas de la llamada «República Serbia» de Bosnia invadieron la ciudad el 11 de julio y tomaron como rehenes a los soldados de la ONU, 25.000 personas buscaron refugio en la base de la ONU en Potočari a las afueras de Srebrenica.

Un día más tarde se produjeron los primeros maltratos, violaciones y asesinatos de refugiados musulmanes. Mujeres, niñas y ancianos fueron hacinados en autobuses y llevados a zonas controladas por unidades bosnias dominadas por musulmanes, mientras que, entre el 13 y el 17 de julio, las unidades serbias mataban a más de 8.000 hombres y niños y los enterraban en fosas comunes.

Casi 7.000 de ellos han sido identificados por su nombre y enterrados en el cementerio conmemorativo en Potočari.

Los comandantes en jefe del genocidio, el líder político de los serbios de Bosnia, Radovan Karadžić, y su jefe militar, Ratko Mladić, fueron condenados a cadena perpetua por el tribunal de Naciones Unidas en La Haya hace sólo unos años, después de una larga fuga, al igual que otros cómplices.

Sin embargo, la mayoría de los perpetradores siguen aún en libertad: muchos han huido a Serbia y viven allí con toda tranquilidad.

“Han pasado 25 años desde que el mundo fue testigo de la peor atrocidad que tuvo lugar en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, el genocidio de miles de musulmanes bosnios en julio de 1995. El genocidio de Srebrenica fue el resultado de una campaña de cuatro años que reunió a las fuerzas de discriminación, hostilidad, deportación forzada, detención arbitraria, tortura, desapariciones forzadas, violencia sexual sistemática y asesinatos en masa, lo que resultó en el asesinato de más de 8.000 hombres y niños musulmanes predominantemente bosnios. La comunidad internacional tampoco logró proteger a las personas de Srebrenica que fueron asesinadas en el momento en que más necesitaban nuestro apoyo”, recordaron los expertos en la ONU.

Los genocidios no son espontáneos. Son la culminación de la intolerancia, la discriminación y la violencia incontestables y sin control. Son el resultado del odio sancionado fomentado en entornos permisivos donde los individuos primero propagan el miedo, luego el odio por el beneficio material o político, fracturando los pilares de confianza y tolerancia entre las comunidades y resultando en una devastación para todos.

 

En nuestro mundo interconectado, tecnológicamente avanzado y diverso, es profundamente alarmante que el racismo, la xenofobia, la estigmatización y el chivo expiatorio continúen sin cesar, desestabilizando o incluso destruyendo las sociedades y la vida de las personas en todo el mundo.

“Este año celebramos el 25 aniversario de una inmensa tragedia humana. También marcamos el largo viaje de 25 años para obtener reconocimiento, justicia y reparación para las víctimas del genocidio de Srebrenica y otros crímenes contra la humanidad reconocidos por los tribunales internacionales”, comentó la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

“Esta conmemoración subraya la importancia de la paz en Bosnia y Herzegovina y nos recuerda su fragilidad. Los principales arquitectos de algunas de las peores atrocidades se han enfrentado a la justicia, un proceso que continúa. Pero queda mucho por hacer para garantizar la rendición de cuentas, proporcionar remedios a las víctimas y promover la curación y la reconciliación. Las Naciones Unidas y los Estados Miembros tienen un papel fundamental para garantizar que se respeten las normas internacionales de derechos humanos”, siguió la Alta Comisionada.

“Hace un cuarto de siglo, las Naciones Unidas y la comunidad internacional le fallaron al pueblo de Srebrenica. Como dijo el ex Secretario General Kofi Annan, este fracaso «perseguirá nuestra historia para siempre»”, declaró Secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

“Enfrentar ese pasado es un paso vital hacia la reconstrucción de la confianza. La reconciliación debe estar sustentada por la empatía y la comprensión mutuas. La reconciliación significa rechazar la negación del genocidio y los crímenes de guerra y de cualquier esfuerzo por glorificar a los criminales de guerra condenados. También significa reconocer el sufrimiento de todas las víctimas y no atribuir la culpa colectiva”, siguió el Secretario General.

 

Elena Rusca, en Ginebra

Fotos de Bosnia: Elena Rusca

 

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  1. LUIS DIAZ BORQUEZ says:

    Resulta sin duda condenable lo ocurrido con la población musulmana. Pero como siempre, se oculta la responsabilidad criminal de las potencias occidentales que para la desarticulación Yogoslavia promovieron las contradicciones intereétnicas y religiosas en la ex-Yugoslavia y ampararon y apoyaron el extremismo musulmán.La receta del divide y vencerás y “el caos constructivo” del asesor de Reagan, “socialdemócrata” de origen polaco Zbigniev Brzezinski, habría de cobrar la víctima siguiente, la Yugoslavia socialista sobreviviente de la caída de la URSS, país que había logrado unificar las naciones de los Balcanes, que tenían una larga historia de conflictos políticos y religiosos aunque étnicamente constituían el grupo de eslavos del sur de Europa.
    El consejo de seguridad nacional de EEUU exigió mediante informe que el Presidente Reagan diera los pasos necesarios para la destrucción del modelo yugoslavo de socialismo de autogestión lo que devino viable a la muerte de su líder histórico Tito más la consabida crisis de la deuda contraída con Occidente y posteriormente, la caída de la URSS. Conflictos históricos de larga data que el socialismo de Tito había logrado subsumir bajo la Republica Socialista Federativa de Yugoslavia, un país pacífico y floreciente, resurgieron frente a las dificultades económicas, todo lo cuál creo las condiciones para que las potencias occidentales movieran sus peones. El anticomunismo enfermizo que los mueve no podía tolerar que en el sur de Europa subsistiera una experiencia de socialismo que logró notables éxitos hasta que cayó en manos del FMI y la Banca Mundial. Como en Rusia, las reformas neoliberales llevaron a un empobrecimiento brutal de la población que en esas circunstancias hizo aflorar viejas rivalidades político-religiosas que llevaron finalmente a la desintegración de una comunidad conformada por serbios, croatas, eslovenos, musulmanes, albaneses, macedonios, montenegrinos, húngaros, búlgaros, gitanos y turcos y que hablaban trece idiomas y adherían al catolicismo, al cristianismo ortodoxo y al Islam. El socialismo había probado una vez más su humanismo y su capacidad de hacer convivir de manera ejemplar a seres humanos de culturas y religiones diversas.Para las potencias occidentales, fue la ocasión de aplicar su receta “divide y vencerás” y la OTAN y EEUU, atropellando una vez más la legalidad internacional, sin el acuerdo de Naciones Unidas ni del Consejo de Seguridad inician el bombardeo más brutal que haya conocido Europa desde la Segunda Guerra Mundial, lanzando 2300 misiles y 14000 bombas y destruyendo 20 hospitales, 300 escuelas y 14.000 viviendas. Durante 78 días con sus noches, se suponía que bombardeaban las posiciones del Ejército Yugoslavo utilizando armas prohibidas con uranio empobrecido cuyas consecuencias las viven aún los ciudadanos de Serbia. Como de costumbre, los medios occidentales habrían de preparar a la opinión pública para justificar sus tropelías con cifras infladas al estilo de las decenas de millones de víctimas atribuidas a Stalin, hablando del genocidio de los albano-kosovares en cifras que oscilaban entre 100.000 y 500.000 víctimas. Era cierto; como de costumbre la guerra desataba lo peor del ser humano pero la Presidenta del Tribunal de Crímenes de Guerra cometidos en la ExYugoslavia, Carla de Ponte cifraba en 1999 en 2108 víctimas, entre los que se encontraban serbios y albaneses. Demasiado tarde aclarar el número de víctimas; ya se había cumplido el fin propagandístico de las cifras abultadas frente a una opinión pública de monumental ingenuidad frente a los medios internacionales que en general son considerados “serios”.
    En Yugoslavia una vez más, occidente con la especial participación de los servicios secretos de Alemania, Inglaterra y la CIA utilizaron a los musulmanes de Yugoslavia para entrenarlos y armarlos formando el Ejército de Liberación de Kosovo que a pesar de ser reconocido como un grupo terrorista, el hecho de servir a los planes occidentales, los exculpó de sus crímenes. Mal que mal, la “independencia” de Kosovo permitió que la OTAN instalara en su territorio la más grande base de toda Europa y que el líder del ELK, Hashim Thaci, pudiera librar de una condena ya acordada por el Tribunal Penal Internacional que de un día para otro fue eliminada provocando la renuncia de su Presidenta debido a la gravedad de las acusaciones: ni más ni menos que la venta de órganos de prisioneros serbios que eran asesinados. En el año 2008, Del Ponte publicaba “La Caza”, donde probaba abundantemente que los albaneses del UCK dirigidos por Thaci contrabandeaban órganos humanos. Thaci se convertiría ni más ni menos que en Primer Ministro de Kosovo con el consentimiento de EEUU y sus aliados de manera que Europa tendría su Mobutu propio a pesar de que en 2014, un informe de Unión Europea acusara a la organización de crímenes contra la humanidad y el exconsejero del Parlamento alemán Matthias Kuntzel estaba convencido de que los servicios secretos alemanes crearon y armaron al ELK. Cabe preguntarse si las élites del capitalismo están tan lejos de Hitler y sus crímenes o son simplemente sus continuadores que se diferencian solamente por no hacer discursos vociferantes y agresivos sino discursos cínicos e hipócritas.(*) (Ver El peso de las cadenas (The weight of chains) https://www.youtube.com/watch?v=CtCvJ6MnnZ8).

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