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El pueblo no debe pagar la factura de las crisis que genera el neoliberalismo y avala la casta política

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En Chile el 10 % más rico no paga lo que debería pagar en impuestos al fisco. Pagar impuestos conforme a lo que es la riqueza que los ciudadanos poseen es un deber democrático que el neoliberalismo se ha dado por tarea vilipendiar. Y la casta política parlamentaria ha demostrado su impotencia para producir cambios que mejoren las condiciones de vida reales del 70% de los chilenos y chilenas.

 

Los más altos ingresos representan una ínfima fracción de la población y constituyen una parte importante del ingreso nacional. Los impuestos que éstos deberían pagar tendrían que corresponder una fracción importante de las entradas fiscales, también calculadas en porcentaje del PIB. Dinero éste que debe ser utilizado para dotar al país de un sistema de protección social y sanitario, y de aportes justos y dignos a los trabajadores y pueblo de Chile en períodos de crisis.

 

Un informe del Boston Consulting Group (BCG) del 2016 precisaba que 115 familias chilenas manejan el 12,7% de la fortuna del país, lo que supone 50 mil 18  millones de dólares.

 

El resto del capital, de 343 mil 62 millones de dólares, está distribuido entre más de 4,7 millones de familias, en las cuales el grueso de los activos se gestiona dentro del país decía ese informe. Estos datos, si bien muestran la concentración de la riqueza, podrían no ser muy fiables.




 

Más confiable es la Cepal. En Chile la alta concentración de la riqueza según informe de la Cepal indicaba para el 2017 porcentajes que hablan por sí solos: el 50% de los hogares de menores ingresos tenía un 2,1% de la riqueza neta del país, el 10% concentraba un 66,5% del total y el 1% más acaudalado concentró el 26,5% de la riqueza.

 

Ningún gobierno pos dictadura en Chile ha intentado aplicar el principio de justicia fiscal o de fiscalidad progresiva que estipula que los que tienen y ganan más, y de manera abusiva en Chile, deben pagar más y en proporción a la riqueza y patrimonio.

 

Todas las tentativas por aumentar los tributos a las empresas han fracasado por la oposición feroz de la oligarquía empresarial. Basta con recordar el patético episodio de la “Cocina” donde el ministro Arenas de Bachelet II, bajo presión de políticos de la misma Nueva Mayoría y de economistas de la derecha neoliberal debió cambiar un proyecto que aumentaba la tributación de las empresas.

 

Nadie desde la coalición de Gobierno se opuso a la genuflexión de Arenas ante la oligarquía empresarial.¿Qué es lo que ha impedido una política fiscal justa que haga pagar a los ricos lo que es justo?

 

Desde un punto de vista general es la penetración y poder del pensamiento neoliberal que se impuso en todos los sectores políticos. La fórmula brutal es la que enunció el dictador Pinochet para beneficiar a los ricos que conformaban su base de apoyo: “hay que dejar que los ricos se enriquezcan”. Se supone que desde allí chorrearía. Sin embargo no es el caso, pues la pobreza generalizada con endeudamiento es evidente ahora más que nunca con pandemia. Los ricos han utilizado todos los medios para no pagar: el secreto bancario y los paraísos fiscales a su disposición, los primeros.

 

Pero no hay que olvidar el estado de postración de la teoría económica llamada heterodoxa en Chile. Es decir, la reflexión de los sectores que no comparten el dogma neoliberal ortodoxo y dogmático. Es también una debilidad de toda la intelectualidad política de quienes se dicen de “izquierda”, “progresistas” o “republicanos”. Porque en la práctica terminan siempre aceptando los ajustes neoliberales y las migajas de bonos para paliar la pobreza estructural en lugar de defender cambios en la estructura impositiva o fiscal y aconómica.

 

La razón determinante de por qué los ricos no pagan impuestos en Chile y de la inexistencia de una justicia fiscal y distributiva es la falta de voluntad política de la casta política institucional. Allí, en el llamado “poder legislativo” no hay sectores coherentes con una estrategia política que defienda las demandas populares más sentidas. Prima la lógica del “consenso” que no significa otra cosa que aceptar el marco estructural del neoliberalismo ordenado por la oligarquía.

 

La solución a este problema que se arrastra desde la dictadura está en la construcción de un amplio movimiento de cambios estructurales por fuera de la institucionalidad vigente. Éste debe imponer la consigna que los ricos y sus empresas paguen el costo de la crisis en pandemia y la económica que ya venía. Lo que implica expropiaciones de riquezas mal habidas y exorbitantes para la realidad de un país en profunda crisis política, social, sanitaria y económica.

 

“Que la crisis la paguen los ricos”, “Salud pública, gratuita y universal para Chile con nacionalización de las Isapres y de las clínicas privadas”, junto con las existentes “NO+AFP” y  “Elección de Asamblea Constituyente independiente y soberana”, deben ser consignas motivantes de convocatorias de futuras movilizaciones unitarias de los movimientos sociales cuando la ocasión sanitaria se presente. Lo que plantea ya inundar las redes sociales con tales propuestas para someterlas a debate.

 

Leopoldo Lavín Mujica, BA en Journalisme et Philosophie, MA en Communication publique de l’Université Laval, Québec, Canada.

 

 



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