Crónicas de un país anormal

De Martin Luther King al “Calígula” Donald Trump

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En los estados del sur de Norteamérica se practicaba el apartheid: los negros tenían que ubicarse en los últimos asientos de los buses, existían restaurants para blancos y para negros, lo mismo ocurría en las escuelas, en que los niños negros eran marginados.

En 1955 la señora negra Rosa Parks, al negarse a ceder a un blanco el asiento que ella ocupaba, fue apresada, hecho que inició la lucha por los derechos civiles de todos los ciudadanos. Ese mismo Martin Luther King fue elegido como pastor de la Iglesia Bautista, convirtiéndose en el líder de la lucha de los negros por la igualdad.

En esa época, el boicot a los buses de la locomoción colectiva duró 385 días: los negros iban a pie a su trabajo, o bien en autos particulares, incluso, arrendaban un coche funerario para transportarse, (algunas mujeres blancas llevaban en sus carros a mujeres negras), boicot que dio resultados, pues las empresas de buses se arruinaron.

Luther King continuó su lucha, no sólo por la desigualdad de los negros con respecto a los blancos, sino también contra la pobreza, que reinaba tanto en los estados del sur como en los del norte del país. Famosa fue su lucha contra la miseria en Chicago.

En 1963, en la famosa marcha que llevó a los manifestantes hasta la Casa Blanca, pronunció su famoso discurso que comenzaba “Anoche tuve un sueño…”, un manifiesto por la igualdad y libertad entre los hombres, y terminaba diciendo: “…Un día esta nación se levantará y seremos libres al fin”.

Sus peores enemigos eran el FBI y la C.I.A., que lo vigilaban día y noche e inventaban algunas calumnias, sobre todo de infidelidad, que le hicieron mucho daño personal a su bella mujer.

Martin Luther King fue asesinado en el motel Lorena, en la ciudad de Memphis, en 1968. El asesino fue un ladrón de poca monta, que sirvió para encubrir la conspiración, (hasta ahora no ha sido aclarada y se presume que fue liderada por parte del FBI, o bien, por los supremacistas blancos).

Luther King había logrado el apoyo de los hermanos Kennedy, John y Robert, (ambos asesinados posteriormente); una vez muerto el Presidente John F. Kennedy, le sucedió un sureño, Lyndón Johnson, quien, inesperadamente, fue un gran propulsor de las leyes civiles que, en esa época, los estados del sur se negaban a reconocer.

Al asumir el poder Barack Obama se esperaba que un negro en La Casa Blanca se decidiera a poner fin a los reiterados abusos de la policía en contra de los negros, pero después de ocho años en el poder fueron escasos los cambios en pro de afroamericanos, incluso, durante su gobierno se contaron bastantes asesinatos de negros por parte de la policía.

Calígula, (emperador de Roma), que inspiró una famosa obra de teatro escrita por Albert Camus, cuando descubrió lo absurdo de la vida, Calígula se convirtió en un sanguinario e, incluso tuvo la loca idea de elegir a su caballo como senador romano.

Donald Trump es un enfermo mental con su exacerbado narcisismo, (solo comparable con el del Presidente de Chile, Sebastián Piñera), y todos sus actos están inspirados en la creencia de que es un dios; sus twitters los asimila a los capítulos y versículos de la biblia.

En vez de apaciguar los ánimos enardecidos, como correspondería a un ser humano común y corriente, no ha hecho más que incendiar la pradera, instando a los gobernadores a tomar el control de las calles, ayudados por la guardia civil, cuerpo armado sin preparación para repeler las manifestaciones, y además amenaza a los gobernadores y alcaldes con enviar al ejército de Estados Unidos contra su pueblo, como el peor tiranillo latinoamericano de hoy.

En la manifestación que llevó a los protestantes hasta la Casa Blanca, “Calígula” Trump hizo despejar los jardines aledaños a fin de lucirse con una biblia en la mano, frente a la iglesia de los presidentes, y se cree dios, capaz de colocar, en el juicio final, a izquierda a los malos y a la derecha a los buenos.

A poco más de cinco meses de la elección presidencial Trump va a entregar el país con más de cuarenta millones de cesantes, cien millones de muertos a causa del Covid-19, y al país a punto de una guerra civil. No va a ser, esta vez, el primer imperio en la historia de la humanidad que se derrumbe.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

02/06/2020

 

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