Crónicas de un país anormal

El neoliberalismo mata más pobres y viejos que el mismo Covid-19

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La pandemia actual nos ha hecho conocer un Chile  lo que sabíamos que existía, (lo teníamos oculto en guetos y no nos permitía ver a los pobres, hacinados en viviendas miserables), y dormir con la conciencia tranquila. Todos los Presidentes de la transición habían prometido la erradicación de los campamentos, que hoy han proliferado más que nunca.

Para la sobrevivencia del neoliberalismo se hace imprescindible recurrir – al estilo nazi – a la solución final: ojalá la eliminación física de los pobres que no estén en condición de trabajar, de los viejos, de las personas que se hallan en situación de calle, de los inmigrantes, y al igual que los SS, hay que engañarlos antes matarlos por medio de una desinfección que se simula en una buena ducha. Hoy se promete proteger a estos desdichados de la infección del virus, incluso, con la promesa de una caja de alimentos que nunca llega – “como esperando Godot” -.

La pandemia tiene la capacidad de volvernos al Chile del pasado: la diferencia entre las comunas ricas y pobres, salvo matices y diferencias de cifras, es muy similar a las estadísticas dadas en 1957; en La Granja, por ejemplo, el 13% de sus habitantes pertenecía a los estratos altos y medios, mientras que el 86,7% a los estratos bajos; en Renca, el 81,5% estaba clasificado en los estratos bajos; en Quinta Normal, el 78,9% pertenecía a los estratos bajos. Para los moradores de las comunas ricas, la rebelión popular del 2 de abril de 1957, fue una verdadera sorpresa: sabíamos que existían las “callampas”, pero no queríamos verlas.

En el Cerro Santa Lucía, (antiguo Huelén), Benjamín Vicuña Mackenna había ordenado la construcción de una terraza, de desde donde se podía observar, día y noche, lo que hacían los “rotos” de La Chimba; hoy, los militares, los carabineros y PDI, están destinados a reprimir a los «callamperos» cada vez que osen rebelarse.

A comienzos del siglo XIX los caballeros visitaban La Chimba para acudir al servicio de las trabajadoras sexuales. Los Mejores clientes eran Andrés Bello y Diego Portales; en el siglo XX, los jovencitos bien, para comprar droga; las viejas beatas democratacristianas, para hacer la caridad y, a veces, enseñarles a preparar una alimentación saludable.

En 1917, el periodista Tancredo Pinochet Le Brun dedicaba el ensayo Todo Chile es un matadero infantil, en que describía las condiciones de vida de los chilenos: las casas tenían deplorables falencias respecto a la higiene; el alcoholismo predominaba especialmente en el estrato bajo de la sociedad; el país tenía un índice – superior a Bombay – en mortalidad infantil, pues morían diariamente tantos niños que surgió la costumbre del “velorio del angelito”: se colocaba al bebé  muerto con un traje blanco sentado en una silla, y los parientes bebían hasta la embriaguez durante toda la noche.

En la república, gracias a connotados salubristas, Chile pudo comenzar a vencer la mortalidad infantil; hoy, el Sistema Público de Salud, con poco dinero debido a los miserables presupuestos, ha logrado índices de mortalidad propios del mundo desarrollado.

Los pobres, en la época del Centenario, vivían en chiqueros donde la suciedad y la ausencia de servicios básicos – alcantarillado, agua potable…- era el caldo de cultivo para el surgimiento de enfermedades contagiosas – (epidemias de viruela, cólera, tifus exantemático, tuberculosis, difteria, y otras enfermedades, además de las enfermedades del área).  Chile llegó a tener 31 personas por mil en la tasa de mortalidad.

A comienzos del siglo XX, al igual que hoy, segunda década del siglo XXI, las piezas de las cités y los conventillos eran arrendados a precios usureros; los intentos de los salubristas para combatir la situación de la crisis sanitaria no fueron pocos. Hacia 1886 se creó el Consejo Superior de Higiene Pública y, en 1906, la Escuela de Enfermeras, y, en 1925, la Escuela de Servicio Social.

El Hospital El Salvador fue construido antes de la Guerra del Pacífico, (en el hall de entrada puede leerse la lista de los benefactores).

Afortunadamente los niños hoy no constituyen un problema, pues la población envejece y la natalidad disminuye; los trabajos, que antes hacían los nacionales, ahora están cubiertos por los inmigrantes, (por ejemplo, si Donald Trump pensara un poco más no se le ocurriría cerrar la puerta a la inmigración, pues son ellos los que aseguran la alimentación de los blancos, los protestantes y anglosajones y de los ciudadanos en general).

Los viejos, cada día más viejos, pobres y solos, hoy son un problema porque hay que mantenerlos sobre la base de previsión social, según los capitalistas, arruinada, además de hospitales públicos abarrotados de gente miserable, para quienes se agotaron las camas en dichos centros de salud.

Si en el sistema de salud chileno llegara el momento en que los médicos tuvieran que elegir entre los viejos cuál de ellos ocupara la última cama disponible, y cuán de ellos se condenara a una muerte segura, era una profecía auto cumplida. Como en el Centenario, la salud no es una responsabilidad del Estado, (cuyo propósito debiera ser el bien común, es decir, la protección de la vida de los ciudadanos), pues lo considera solamente un deber de caridad.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

28/05/2020

citas

Correa Sofía    y otros

Historia De Chile siglo XX Sud americana pago 54 y 55

Luís Vitale Interpretación  Marxista de la historia de Chile VI P 330

 

 

 

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  1. Gino Vallega says:

    Christine Lagarde , quien como presidenta del FMI «enterró» a Grecia y Argentina (de Macri) , quizás sirvió ,como super neoliberal , de mal ejemplo a los econoistas chilenos declarando que : «la culpa de la crisis económica mundial es que los viejos viven demasiado» sin importarle que los viejos nos ganamos el dinero que usamos para sobrevivir y a muchos «se los escondieron» como el caso de las AFP’s.Ahora , con ~ 65 años ha sido designada presidenta del banco europeo y terminará de hundir la débil Unión Europea.

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