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El distanciamiento social existía en Chile antes que la pandemia

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Cuando leí por primera vez la frase “distanciamiento social”, asociado a las medidas sanitarias preventivas para evitar contagios del coronavirus, sentí que en esa frase se estaba graficando de manera inequívoca la situación social de Chile, acentuada en las últimas décadas, cuando el neoliberalismo terminó por establecer una forma de vida en que el distanciamiento social es una realidad cotidiana que conlleva el elemento de la  segregación social, espacial y cultural que hace que se haya  estructurado bajo el mismo Estado dos realidades completamente diferenciadas, distanciadas, en todos los planos.

Y es que el distanciamiento social puede tener una serie de interpretaciones que no siempre es posible definir como exclusivas para un determinado contexto. En el caso de la pandemia de Covid-19, la frase “distanciamiento social”, se transformó en un concepto cuya intención inicial fue referirse al sentido espacial que pusiera una determinada distancia física que separara a las personas en los espacios públicos. Eso, no siempre se entendió de ese modo.

Son diversas las interpretaciones que se pueden dar a las frases que se utilizan para designar el espacio de separación que se debe establecer entre personas que se sitúan en un lugar público determinado, a fin de evitar el contagio de la pandemia.

Mientras la frase “distanciamiento físico” parece no ofrecer mayores dificultades para su comprensión –en tanto alude a la separación, medible en metros o centímetros, entre dos personas- no ocurre lo mismo con la frase distanciamiento social que compromete otros elementos que dan cabida a una serie de matices a la definición y que termina por complejizar los alcances del concepto.




En una publicación aparecida recientemente en Internet (funden.es/ 7/5/2020) titulada “Distanciamiento físico y distanciamiento social, matices de significado”, define como: “Distanciamiento social el que alude al grado de aislamiento de una persona o colectivo en el seno de su sociedad”. También, incluye como una forma de distanciamiento físico al trabajo ejecutado a distancia, como el teletrabajo, ya que éste también puede llevar al distanciamiento social, en tanto produce no solo separación física, sino que puede terminar en aislamiento social. El artículo señala además que las relaciones virtuales- cosa que ocurre habitualmente y de manera creciente   en la sociedad-  pueden llevar simultáneamente al distanciamiento físico y social.

A partir de la frecuente confusión de conceptos –entre distanciamiento físico y distanciamiento social- y la carga negativa que implica el concepto “distanciamiento social”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que en adelante reemplazará el concepto de “distanciamiento social” por el de “distanciamiento físico”, con el fin de evitar la promoción de aislamiento social de las personas y su impacto en la salud mental. (Publicado en futuro360.com 24/04/2020)).

Es destacable que la OMS haya realizado la rectificación en la utilización del concepto, utilizando en adelante distanciamiento físico para el distanciamiento que se ha adoptado como medida destinada a evitar los contagios entre personas que, dadas las circunstancias, se ven obligados a compartir espacios públicos en medio de la pandemia.

El distanciamiento social, en cambio, es un elemento estructural del sistema capitalista en el mundo y más acentuado cuando se trata del modo de vida impuesto por el neoliberalismo económico el que ha terminado por producir la agudización de ese “distanciamiento”, que siempre existió, pero que en el presente ha adquirido proporciones descomunales en tanto ha promovido y establecido la “segregación social” con todas las implicancias que ello reviste.

La segregación entre chilenos, no es sólo espacial, geográfica, que hace que unos pocos vivan en barrios privilegiados, con todo el confort que puedan desear, e incluso con lujos inimaginables para muchos, mientras que para la inmensa mayoría la vida transcurre en el otro extremo de la realidad que separa los dos Chile, donde la segregación no es sólo económica y social, sino que es también racial, étnica y cultural.

El neoliberalismo contribuyó a la profundización de las desigualdades sociales estableciendo una forma “institucionalizada de segregación” basada en una “distancia social”, primero, la que luego se cristaliza en una separación territorial de grupos sociales. El sistema no necesita de una segregación institucionalizada en términos de una prohibición expresa, por ley, de habitar determinados espacios del territorio nacional, lo efectúa de hecho en tanto las posibilidades económicas y sociales de una parte mayoritaria de la sociedad queda absolutamente excluida de acceder a las condiciones privilegiadas de ciertos sectores que se tornan exclusivos para grupos selectos de personas adineradas y, en consecuencia, excluyentes para la inmensa mayoría carente de recursos.

La segregación promueve a su vez la desintegración social. Corroe las bases mismas en que se sostiene el andamiaje de la sociedad. De ahí nace el descontento social que va asociado a la pérdida de confianza en las instituciones del Estado y sus representantes. En Chile, esta situación se da de manera marcada en la desconfianza hacia los políticos y contra todos quienes están a cargo de la conducción del país.

Pero existe una razón más de fondo que todas las anteriormente citadas como causas del distanciamiento social  primero,  la segregación social después  y más tarde la desintegración social – en una  secuencia que parece claramente perceptible en la sociedad chilena-  y es la enorme injusticia social y económica que hace que unos pocos  -unas cuantas familias multimillonarias-  expresado en ese 1% de la población nacional que se apropia de casi un tercio del producto interno bruto del país, sean quienes imponen su voluntad como verdaderos dueños de Chile.

El grupo económico que se apropió de las riquezas en el país, después del golpe de Estado de 1973  y sus operadores políticos instalados  en las instituciones del Estado, son los verdaderos causantes de las condiciones  por las cuales los ciudadanos, cansados de abusos y de ser pisoteados en su dignidad, el 18 de octubre de 2019 llevaron el descontento social a una de  sus mayores expresiones, en este caso al “Estallido Social”,  en respuesta una escalada institucional  cuyo primer peldaño comenzó por “el distanciamiento social” instaurado en Chile por el poder dominante hace mucho tiempo.

 

 Por Higinio Delgado Fuentealba

 

 

 

 

 

 



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  1. uier negociación con ellos says:

    La OMS ha ido corrigiendo acciones y postulados dudosos y ha tomado el mando de la pandemia , para bien ó para mal; me alegra el cambio de concepto pues el distanciamiento social sonaba ofensivo y equivocado , como invento neoliberal.

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