Poder y Política

¿Ha llegado el momento tan esperado? Pero no es lo mismo terminar con el neoliberalismo que con el capitalismo

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En estos singulares días con la mitad del mundo en cuarentena han quedado nuevamente demostradas las falencias del modelo neoliberal que impera en la mayoría de los países de Occidente.

Muchos intelectuales, políticos y cientistas de variadas disciplinas reflexionan sobre qué modelo de sociedad debe salir de esta crisis. Coinciden en la idea que “no podemos volver a lo mismo”. Los costos sociales y ambientales del neoliberalismo lo hacen hoy inaceptable a las grandes mayorías. La necesidad de cambios profundos la repiten desde António Guterres, Secretario General de la ONU, hasta la muy derechista Angela Merkel, o Emmanuel Macron. El Word Economic Forum sentenciaba en septiembre de 2019 que “necesitamos un nuevo modelo económico”. El mismísimo Financial Times pide hoy mayor ingerencia del Estado en la economía. Cambiar el modelo. Así lo expresa una buena parte de la comunidad científica y lo exigen los movimientos sociales en cada rincón del planeta.  Pero, los modelos fracasados son siempre cambiados por otros?

 

Después del  gran crash financiero de 2008 creado por la crisis de las llamadas sub-prime originada como siempre en EEUU, dejó igual que ahora una legión de economistas, politicos, periodistas y filósofos hablando que era absolutamente necesario otra economía para el mundo. Que este no podía estar basado en los principios del neoliberalismo, la versión del capitalismo que impera desde los años 70. Varios premios Nobel de Economía se sumaron a la crítica proponiendo diversos mecanismos de ajuste al sistema y su modelo[i]. El ex-Presidente francés N. Sarkozy llegó hasta pedir la refundación del capitalismo. Era necesario crear un nuevo orden económico mundial.

 

¿Cuánto cambió el modelo y el orden económico mundial después de esa crisis? Nada. No solamente no cambió el modelo, sino se acentuaron todos sus aspectos negativos denunciados veces sin fin por los críticos de todos los colores del arcoiris ideológico y político. El “nuevo orden económico mundial” terminó con el 1% más rico del mundo dueño del 65% de PIB mundial[ii]. Los ricos más y más ricos y menos en cantidad; los pobres muchísimo mas pobres; todo el aparato del Estado terminó desligado de su responsabilidad económica, que el neoliberalismo se la niega como un dogma. En EEUU por ejemplo, entre 2010 y 2020 la riqueza de los más ricos aumentó en casi 81%[iii]. La “liquidez” transferida a los bancos por  el Gobierno estadounidense para salvar la economía del país sirvió al fin para enriquecer estos aún mas. No hubo ningún cambio substancial de modelo, aparte el establecimiento de algunos controles al sistema financiero de EEUU, algunos de las cuales ya fueron revocados por el gobierno de D. Trump. En Chile el modelo neoliberal profundizó todos sus aspectos negativos. Desde la desigualdad extrema entre unos pocos dueños de Chile y todo el resto, hasta el crimen ambiental de Quinteros.  Desde la expropiación pura y simple de los fondos de pensiones, el gran negocio de la salud, hasta la propiedad privada del agua que deja poblaciones enteras sin el vital elemento de la vida para favorecer la industria agro-exportadora. Hoy día, en plena epidemia del Covid-19, el Gobierno salva primero las empresas y los negocios. Esta defensa incluye enviar militares para asegurar los negocios, como ocurre hoy mismo en Putaendo donde la población se opone a la mina La Vizcachitas de la canadiense Andes Copper. Los trabajadores, los que verdaderamente crean riqueza, esos a trabajar para comer, se vayan o no a morir con el virus.

 

De manera que aunque las recomendaciones sobre cambiar el modelo después del 2008 parecían algo de sentido común y plenamente justificadas, este no cambió. ¿Porqué sucedió esto?

 

Los defensores del modelo actual chileno afirman hoy que “no hay alternativa”, “que no hay nada de malo con el modelo actual”. El Estado debe continuar en lo mínimo. Salvo está cuando se necesitan subsidios, operaciones de salvataje a empresas, “liquidez”  para la banca, fomento a las exportaciones, ayuda eterna por cualquier problema de clima a los agricultores, devolución de IVA, o compra de bonos de todo tipo para evitar la caída de los mercados financieros, además de terremotos y otras tragedias nacionales, entre docenas de otros ejemplos donde quienes lo rechazan corren ahora a exigir más Estado. En todos esos casos, como hoy en medio del Covid-19, el mercado no sirve tal como lo pretenden los neoliberales, para quienes el mercado continúa siendo Dios.

 

Partidos y políticos chilenos de oposición declaran también desde antes de la pandemia que es necesario cambiar el modelo. Algunas alternativas antiguas y nuevas son por ejemplo entre otras  “Los caminos de la Economía Solidaria” (L. Razetto, 1993), los lineamientos de una economía de lo comunitario y colectivo como propuesta por Oscar Landerreche (“Vivir Juntos,” 2019), el marco teórico de ideas para un nuevo modelo que transite del neoliberalismo a lo público, como aquel de Fernando Atria y otros (“El otro modelo”, 2013),  o “El Programa de Much*s” del Frente Amplio para las últimas elecciones presidenciales (2017).  Estas propuestas existían hasta antes de la crisis del COVID-19. A ellas se suman hoy aquellas de algunos economistas liberales llamando al  rescate del capitalismo por la vía del regreso a las políticas del  keynesianismo que ayudaron a levantar a los EEUU después de la gran depresión de 1929. En una palabra se le pide al Estado que gaste, gaste y gaste y nacionalice algunas empresas. En la Derecha económica y política se levantan voces para una “economía social de mercado” y “un modelo socialdemócrata europeo”[iv] o una “derecha social”[v].

En las propuestas arriba señaladas se propone el cambio del neoliberalismo. Algunas de ellas sugieren una especie de Capitalismo de Estado como aquel que ha sido exitoso durante algunas décadas del siglo pasado especialmente en países europeos. Hoy Inglaterra, España y Dinamarca son un buen ejemplo de este viraje.

La Derecha chilena presenta un doble discurso. Aquellos que están por la defensa del capitalismo pero que estarían dispuestos a cambiar el neoliberalismo y regresar a un cierto tipo de Capitalismo de Estado.[vi]   Luego aquellos que les parece que está muy bien. Son los mismos que no quieren cambio de la Constitución. De allí que hoy intentan que no haya Plebiscito ninguno porque se saben perdedores.

Ninguna de estas propuestas sin embargo se propone cambiar lo esencial de las reglas de la distribución de la riqueza creada por el trabajo. No vemos ninguna propuesta por un Socialismo democrático, Socialismo de Estado, Capitalismo Chino u otro sistema cualquiera. Porque una cosa es cambiar el modelo y otra cambiar el sistema[vii]. El primero como versiones en distintas épocas de un mismo sistema, impuesto por las facciones ganadoras de la clase dominante. El segundo definido como la estructura económica, política, social y cultural que se da una sociedad para vivir, la que que puede implementar este u otro modelo.

El capitalismo con o sin rostro humano sigue siendo capitalismo. Uno que se impuso en la Historia destruyendo violentamente el régimen monárquico que le antecedió.  Casi todas las experiencias anteriores de Capitalismo de Estado, o modelos mixtos, adoptadas por la socialdemocracia europea el siglo XX terminaron en el neoliberalismo actual. Este es un hecho indesmentible. El capital impuso su fuerza de la mano del capital financiero. En todas esas experiencias, la esencia del sistema capitalista no cambió. Y cuando en algunos países se pretendió realmente terminar con él, toda la fuerza del capitalismo mundial, apoyado por el discurso creado por sus “think tanks” (institutos de pensamiento )[viii] cayó sobre esos países: Cuba, Bolivia, Venezuela o el Chile de Allende solo para nombrar algunos en latinoamérica. Estrangulamiento de la economía, invasiones militares directas de EEUU con apoyo de las fuerzas cipayas locales, intentos de asesinar a sus dirigentes, compra de políticos y militares para conseguir sus objetivos. Y la OEA para darle un cariz legal a nivel internacional.

 

Si realmente se pretende que “el neoliberalismo nació y muere en Chile” como dicen los carteles de la Primera Línea en la Plaza de la Dignidad, es necesario construir de raíz un nuevo y completo sistema y modelo de sociedad. Un problema que escapa a la economía y entra en el campo de la política, en tanto el problema esencial es el de quién detenta el poder. El poder económico, el poder político y el poder militar, el que siempre se utiliza cuando todo lo demás falla.  Quien manda impone su visión. Su sistema de sociedad y su modelo económico. Y con estos, la forma de propiedad y consecuentemente de apropiación de la riqueza producida por el conjunto de la sociedad, además de toda la superestructura jurídica, política y administrativa que tiene cualquier Estado. Los planes económicos y los “modelos” son decidididos por la clase dominante en el poder en algún momento histórico concreto. Esta construye todo un discurso a nivel de las ideas, de modo que sea aceptado o aceptable más o menos por los trabajadores.

Quienes detentan el poder no aceptan ningún otro sistema que no sea aquel que favorece sus propios intereses de clase social. Esta es la razón por la cual no cambió ni el sistema ni el modelo en el mundo después del 2008, como tampoco cambió después de todas las recurrentes crisis anteriores del capitalismo. Y es por eso que ni las recomendaciones más sensatas y justificadas a la luz de los resultados son oídas. No se trata de un problema técnico. Es un problema político.

El  modelo y más aún el sistema no se cambian con unas cuantas votaciones en el Parlamento, independientemente de los votos que en teoría tengan sus propulsores, tal como lo demuestra la historia reciente de Chile. La Nueva Mayoría tuvo votos suficientes para cambiar muchas cosas importantes. Pudo “aplicar la retroexcavadora”, pero no lo hizo. La ideología de la Derecha está suficientemente entronizada en la Oposición como para continuar en salvaguardar sus intereses de clase social dominante. Y cuando se intentó de veras comenzar a implementar un sistema socialista y modelo “con empanadas y vino tinto”, como aconteció en el gobierno de la UP, su programa y su modelo, imposible de derrotar en el Parlamento y sobretodo en apoyo popular[ix], fue destruído a sangre y fuego por la Derecha chilena e internacional e impuesta una dictadura capitalista neoliberal.

Con todo, asumamos por un momento que el cambio de modelo es posible, donde el ⅓ de la derecha parlamentaria permite la realización del Plebiscito y el proceso de elaborar democráticamente una nueva Constitución.   Entonces sí que necesitamos un modelo alternativo que conquiste las mentes y corazones de los constituyentes y de la mayoría ciudadana.

 

Pretender cambiar el sistema y el modelo no solo representa generar uno que erradique la explotación de los trabajadores como resorte último de la creación de riqueza, sino que necesita tener la fuerza para mantenerlo, desarrollarlo creativamente y defenderlo de los ataques que le caerán desde dentro y desde fuera del país. La clase dominante dificilmente abandonará su poder pacificamente y se irá para la casa diciendo perdimos. No tengamos mucha esperanza que eso suceda. Para que estemos advertidos.

 

Por Patricio Serendero

 

 

[i]              O. Landerretche en su reciente y documentado libro “Vivir Juntos” da cuenta que pelo menos 12 de los últimos 20 premios Nobel de

Economía tienen pr ofundas críticas al neoliberalismo.

[ii]              En 2017 por ejemplo, España tiene más del doble de súper ricos que antes de la crisis.  0,4%  la población concentran casi la mitad

del PIB. (RT , España, 5,9,2017).

[iii]   Chuck Collins y otros, Institute por Policy Studies, Londres, “Billionarie bonanza 2020”, Abril 2020. Pdf gratis en Internet (en Inglés)

[iv]   Juan Sutil, actual Presidente de la CPC, Diario digital Interferencia, entrevista del 27/4/2020

[v]    Mario Desbordes Presidente de RN, entrevista al diario Capital (21/11/2019). También  el senador J.M. Ossandón reflotó esta idea en las primarias 2017.

[vi]   Curiosamente, nadie se refiere al capitalismo chino, que declara objetivos socialistas (?) y que muestra tasas de crecimiento durante largos años que causan la envidia de aquellos que miden el éxito nacional por el PIB. Negocios obligan.

[vii]  A. C. Popa, The need of a new Economic Model, Theoretical and Applied Economics XIX(2912). No 2(567) pp 97-106

[viii] Es interesante leer sobre las varias centenas de think tanks de la Derecha mundial y latinoamericana, esta última reunidas en agencias como Atlas, el Centro Hispanoamericano para la Investigación Económica (HACER, por sus siglas en inglés), establecido en 1996 con sede en Washington, DC., el poderoso Instituto Cato y otras que hacen y financian el discurso ideológico dando asesorías en campañas de propaganda política.

[ix]   El Gobierno de la UP ganó las elecciones municipales de 1971 con mayoría absoluta y una semana antes del Golpe de Estado más de un millón de chilenas y chilenos desfilaron apoyando el Gobierno Popular.

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