Gerentes y comunicadores en tiempos de pandemia
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 23 segundos
La teoría y la práctica de la administración, en los tiempos que corren, mandata que la alta dirección de una empresa – quizás el CEO hoy en día – tiene necesariamente que delegar muchos de los aspectos operativos en sus gerentes y demás ejecutivos, los cuales, a su vez, tienen también que delegar responsabilidades en el personal que está bajo sus órdenes. Eso lo sabe, hoy en día, cualquier estudiante de primer año en administración de empresas. Haciéndolo así, se genera una mayor inclusión y participación y se canaliza el aporte creativo de todos los miembros de ese colectivo. La alta dirección no puede perder su tiempo en cada detalle de lo que sucede en los niveles de más abajo en la pirámide organizacional de la empresa, sino que debe concentrarse en atisbar el futuro, reducir sus posibles problemas, buscar soluciones anticipadas a los mismos y potenciar los aspectos positivos de la organización que preside.
Basado en ello, creo que en los países que enfrentan hoy en día la batalla contra el coronavirus – y otras batallas concomitantes de tipo social y económico – los Presidente de la Republica – que tienen la alta responsabilidad de gerenciar sus respectivos países – no pueden estar preocupados de lo que sucede en cada uno de las provincias o de los cientos de municipios en que se divide administrativamente cada país. El Presidente de la República, y sus asesores más directos -incluido el cuerpo plural y colegiado que se establezca en la emergencia para seguir la marcha de los acontecimientos – debe concentrarse en las normas y directrices generales que presidan la toma de decisiones en todos y cada uno de los niveles operativos más cercanos a la población. Así, por ejemplo, el nivel superior de conducción del país y de la crisis debería centrar su tiempo y su capacidad resolutiva en los problemas logísticos que se presentan y que se van a presentar en los hospitales o centros asistenciales del país, previendo y adelantándose a los problemas y acontecimientos que se presentan en el horizonte; en las estadísticas y demás informaciones de carácter nacional; en las normas que deben tenerse en cuenta para efectos de decidir si establecer o no cuarentenas locales o regionales; en los asuntos tributarios, monetarios y macroeconómicos que afectan y/o afectarán a todo el país; en las normas de emergencia que deben tenerse en cuenta en el funcionamiento de toda la red sanitaria del país, etc. Delegar, al mismo tiempo, la mayor cantidad de asuntos operativos – basados en las ideas rectoras que emanan del nivel superior – en los intendentes, gobernadores y alcaldes de cada región y/o en los cuerpos asesores colegiados y plurales que se establezcan en cada una de ellas. Todo ello permitiría recoger más rápidamente los problemas, demandas y aspiraciones de la gente, tomar las medidas que correspondan e integrar en mayor medida a la población en la solución de los problemas.
Con respecto a la comunicación social – el otro tema de este artículo – se debe reconocer que ella ha pasado a ser en los tiempos modernos, una rama fundamental de la política y de las relaciones internas en el seno de un colectivo. Más aun, la comunicación social ha pasado a ser una profesión particular, para cuyo ejercicio se requieren cualidades especiales, se estudia durante varios años a nivel universitario y se enriquece diariamente con las experiencias universales en ese campo. Las mejores ideas o intenciones pueden perderse si no se comunican adecuadamente. El que no sea un profesional de las comunicaciones sociales, y que se vea obligado por las circunstancias a desenvolverse transitoriamente en ese campo, debe por lo menos hacerse asesorar por los profesionales del área. La necesidad de generar empatía, atención y credibilidad están en juego en cada mensaje que se emita. Si el mensaje no se emite bien, en sus aspectos de forma y de fondo, si no se canaliza bien, si no se decodifica bien por parte del destinatario y si no genera la respuesta que se busca, el mensaje y el mensajero dejan de ser efectivos.
Afortunadamente estas reflexiones no tienen nada que ver con el Chile actual, donde la gerencia y los comunicadores correspondientes son los mejores del mundo.
Por Sergio Arancibia