Política Global

En medio de la crisis del coronavirus presidentes de EEUU y Uruguay se unen en el TIAR contra Venezuela

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El Gobierno uruguayo anunció su apoyo al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) solo horas después de una conversación telefónica entre su presidente, Luis Lacalle Pou, y Donald Trump. En diálogo con Sputnik, dos especialistas analizaron cómo influyó este diálogo y en qué medida el TIAR sirve para presionar a Nicolás Maduro.

La decisión del Gobierno de Uruguay de abandonar Unasur e interrumpir su salida del TIAR apunta a «mostrar su alineamiento con EEUU y buscar consolidarse como un socio preferencial en la región, como Colombia y Brasil», dijo a Sputnik el uruguayo dirigente de la coalición de izquierda Frente Amplio Sebastián Hagobian.

El analista internacional consideró que las dos acciones anunciadas por el canciller de Uruguay, Ernesto Talvi, en su segunda semana de gestión, son la «crónica de una salida anunciada», en virtud del perfil ideológico que caracteriza al presidente Luis Lacalle Pou.

«Si uno analiza a los gobiernos de derecha de la región, cuando les toca asumir el poder, entre sus primeras medidas en materia de relaciones internacionales está salir de la Unasur [Unión de Naciones Suramericanas], porque su accionar está pensado en el Grupo de Lima y el Prosur», apuntó Hagobian.

Sin embargo, para el analista esta medida alberga una contradicción, ya que mientras el Gobierno uruguayo rechaza la Unasur por considerar que tiene un «sesgo ideológico», se acerca a Prosur (Foro para el Progreso de América, grupo impulsado en 2019 por Colombia y Chile en oposición a Unasur) y al Grupo de Lima, que «no son organismos internacionales sino clubes ideológicos de derecha».

En efecto, la institucionalidad construida en torno a la Unasur trascendía a la mayoría progresista que caracterizaba a la región en el momento de su creación en 2008. «En los organismos internacionales los gobiernos pasan y los Estados quedan», remarcó Hagobian, señalando que durante su historia el organismo contó con la participación activa de gobernantes no de izquierda como Álvaro Uribe o Juan Manuel Santos de Colombia o Sebastián Piñera de Chile.

Hagobian también señaló una contradicción en la decisión de Uruguay de mantenerse dentro del TIAR, un ámbito del que el país sudamericano tenía intención de retirarse hasta 2019. «Hay otra incoherencia más de Talvi porque en el TIAR se va a encontrar con la delegación de Venezuela enviada por Juan Guaidó a quien Uruguay, incluso con este Gobierno, no reconoce. Cuando el canciller uruguayo se encuentre con esta delegación no va a poder mantener reuniones porque sino es un reconocimiento tácito», explicó.

¿Podrá EEUU presionar más a Venezuela con el TIAR?

«El TIAR es una de las expresiones de un momento histórico que ya se terminó», afirmó de forma tajante Juan Alberto Rial, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, al ser consultado por Sputnik.

El especialista recordó que el tratado se firmó en 1947 —un año antes de la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA)— a partir de la preocupación de EEUU de «encolumnar a la región frente a lo que entendía como la principal amenaza: el avance del comunismo».

Rial y Hagobian coinciden en que la decisión del propio EEUU de desoír el TIAR en 1982, cuando Argentina solicitaba la asistencia durante la Guerra de las Malvinas, fue un golpe de gracia para el acuerdo, que las décadas siguientes tan solo tuvo un tibio intento de activarse tras los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.

El magíster en Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata recordó que el tratado fue duramente cuestionado por la Venezuela de Hugo Chávez, que sin embargo no alcanzó a salir del acuerdo. Sí lo hizo México, que al día de hoy continúa siendo el único país latinoamericano que lo denunció formalmente.

A pesar del resurgimiento de la intención de EEUU de utilizarlo en contra del Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, Rial remarcó que «la letra del Tratado no prevé una acción militar ante una situación de conmoción interna o interrupción, según lo ve EEUU, del funcionamiento democrático».

Por ese motivo, el especialista consideró que la nueva postura de Uruguay no modifica de forma relevante el panorama regional sobre Venezuela.

«Más allá de lo que pueda manifestar políticamente el Gobierno de Uruguay, en la actualidad dudo que haya algún cambio tangible con respecto a la actualidad del TIAR», sentenció el analista argentino.

En esa línea, consideró que lo que busca EEUU es «un discurso político en el que un Estado que hasta el momento no condenaba abiertamente al Gobierno de Maduro, ahora se pliega a los pedidos de Washington».
El llamado de Trump

El asesor de Donald Trump Judd Deere fue el encargado de anunciar, a través de Twitter, la comunicación telefónica que Trump mantuvo con el presidente uruguayo Lacalle Pou el sábado 7 de marzo, el último día de su primera semana de Gobierno.

Si bien Deere escribió que la charla se centró en la voluntad de los dos países de «construir una nueva cooperación basada en valores democráticos compartidos y una relación diplomática y económica más profunda», no trascendieron mayores detalles del diálogo. El canciller Talvi, al ser consultado, se limitó a afirmar que se trató de «una conversación privada».

Para Hagobian, la charla con Trump se suma a los contactos con el secretario de Estado Mike Pompeo días antes y las reuniones con los enviados estadounidenses a la asunción de Lacalle Pou el 1 de marzo en Montevideo, marcando que «los primeros movimientos en materia de política exterior fueron con EEUU».

El analista internacional uruguayo lamentó que el Gobierno de su país no informara los temas de la charla, alegando que «los presidentes de EEUU y de Uruguay no hablan temas personales sino que hablan temas de Estado». Esa falta de detalles, consideró, abren la suspicacia de si la salida de la Unasur y el regreso al TIAR —comunicadas el lunes siguiente a la charla— estuvieron vinculados a esa comunicación.

«Nunca vamos a saber si los movimientos que se hicieron después de la llamada de Trump fueron efectivamente por esa llamada. Al no saber los contenidos de la comunicación, uno perfectamente puede pensar que estos movimientos fueron una señal para EEUU», reflexionó el analista.

Hagobian respaldó su hipótesis en el propio perfil de Donald Trump, al que definió como «una persona a la que le gusta ser ejecutiva en sus órdenes y ver resultados inmediatos, porque tiene lógica empresarial».

 

 

Fuente: Sputnik News

 

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