Piñera, un presidente que masacra al pueblo
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La violenta historia que se conoció durante la dictadura con las muertes de hombres y mujeres a manos de carabineros, agentes del Estado y las fuerzas armadas vuelve nuevamente a estar presente. Se hace necesario el retorno para la defensa de la vida en manos de las fuerzas de orden bajo el mando y tutela del actual gobierno de Piñera RN/UDI/EVOPOLI.
Piñera es el responsable de todos los que han fallecido desde el 18-0 en todo el país. Un gobierno que pasará como el periodo en que hubo mutilación y violaciones sistemáticas en los derechos fundamentales, tortura y apaleos sin importar condición ni edad.
Irrefutables han sido los informes elaborados por organizaciones internacionales ONU/INDH/CIDH, pero la orden para la derecha es entregar impunidad, amparar y justificar lo indefendible. El ex director de carabineros Villalobos renunció por ladrón y el actual Rozas convertido en asesino es amparado por Piñera/Blumel.
Paupérrimo ha sido el accionar de los parlamentarios de oposición para colocar los asuntos en orden; han preferido las sumas políticas para beneficio propio que atacar la impunidad que está instalada en todo el país dejando en el abandono a los que han convertido la calle en un tren de la victoria aunque duela.
Cientos de chilenos con pérdida de visión parcial y total, aquello es la agresión más brutal, que no se compara con el accionar en otros lugares donde los ciudadanos salen de manera justa a expresar su descontento, o rechazar a los gobiernos que no entregan respuesta a las demandas sociales.
Los tiempos actuales en América Latina y el resto del mundo no son de calma; todo está en constante reordenamiento y donde justamente el país al que sigue Piñera, los EE.UU., tiene sumido al planeta en una etapa de peligro constante.
Chile no era el oasis, este país tiene incontables asuntos que resolver no sólo para las generaciones actuales. La calle está mirando para que las futuras generaciones puedan ser más felices y con una mayor y mejor condición en derechos indispensables.
Piñera ha sido un presidente al que no se le puede creer en absoluto. Prometió tiempos mejores y millones siguen habitando bajo la línea de la pobreza; ni los muros y la desigualdad golpea justamente a los más desposeídos.
Piñera es el fracaso de todo. No es la solución, es el grave problema
No puede llamar al asombro que la derecha, de los que nacieron bajo la dictadura y los que robaron Chile, estén dispuestos a la aceptación de una nueva constitución. Abandonar el pensamiento de Jaime Guzmán no es posible para la UDI y los gremialistas repartidos entre los grupos económicos, bancos y sociedades anónimas. Precaria es la defensa del rechazo, posiblemente a ellos les encante los acuerdos y las reformas como también a muchos ex concertacionistas. Esos son tiempos pasados, fotos sepia, manitos en alto para celebrar no importa qué.
Piñera es el enemigo, es la batalla a ganar y en todos los niveles. Vencerlo es dar un golpe a la impunidad, a la corrupción, al ninguneo que de manera cotidiana hacen de todos los chilenos. Ellos tienen miedo de perder sus privilegios como sostiene la primera dama de alguna cosa. Los que no tienen nada sólo les queda la victoria.
Han sido dos años precarios. No se ha ganado nada.
Es inevitable que las ruedas de la historia hagan el ruido para asegurar un nuevo sistema de pensiones. Para que la educación sea de calidad y gratuita; nadie cuestiona a los colegios abc1 que los comparten la derecha y la gran mayoría de los hijos de la nueva mayoría. Debe preocuparnos los liceos y colegios de provincias, las escuelas de campo.
Aunque les duela porque así debe ser, Chile nunca más será lo mismo, ni la calles, ni los muros, ni las salas de clases, ni las filas en los hospitales. Se protesta también para que la corrupción no siga instalada y para que Piñera renuncie.
Pero queda trabajo pendiente. Se necesita que millones conviertan su rechazo al piñerismo votando APRUEBO y la CONVENCION CONSTITUYENTE; esa es la tarea vital, fundamental la ultima paletada para iniciar verdaderamente la transición hacia la democracia que nunca llegó porque la concertación y las fuerzas armadas así lo pactaron.
Dos años de Piñera malos, perdidos, miserables, escuálidos, paupérrimos, fracasados y de una criminalidad extendida a todo un país.
Por Pablo Varas