Ni piedra sobre piedra
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Los intentos que hace el gobierno derrotado de Piñera para acercarse a ex concertacionistas para pedirles que firmen por la paz y el bien de Chile no es casualidad. Justamente los firmantes de aquel espurio documento fueron desde 1990 los más neoliberales en las medidas que se tomaron en aquellos gobiernos que administraron la herencia de la dictadura.
Las campanas que lanzan al aire para pedir que en Chile vuelva la paz significa que aquellos firmantes sólo se representan a ellos mismos. Patética es la aureola de naftalina.
La calle es ahora lo más importante, las organizaciones sociales que van al centro de Santiago y las que están instaladas en provincias son las que desde octubre e incluso antes están dictando lo que se debe hacer. NO+AFP llevó a millones de chilenos y muchos más comprendieron en el actual sistema de pensiones debe ser seriamente reestructurado. Se debe dejar constancia que los de la Nueva Mayoría nada propusieron.
La calle se expresó muy seriamente.
Aquí nadie acepta reformas, la crisis que vive Chile no es asuntos pequeños, se trata de cuestiones estructurales urgentes y entre ellos se encuentra una Nueva Constitución, la tramposa, como la define muy bien Atria. Y sobre esa necesidad de tener ojos en la nuca como decía Galeano, muchos ex concertacionistas se conformaron con las reformas, esos mismos que finalmente aceptaron en esos últimos años a Pinochet mejor peinado.
Nada más justo que el ejercicio de la violencia.
No hay cambios profundos con las calles vacías. Los países que han alcanzado alterar el oprobioso recorrido capitalista han visto caer a muchos en aquella dura empresa por el futuro diferente. Más de treinta chilenos han sido asesinados por militares y carabineros y muchos más mutilados por órdenes emanadas del ministerio del interior.
Chile, donde el futuro ahora está escrito en las murallas, signo inequívoco que así sencillamente debe ser. Y la historia nuevamente vuelve a escribir que la sangre es obrera, de estudiantes, de trabajadores y pobres justamente por ellos es que se debe continuar.
Tantos días de lucha y semanas tan consistentes no son propiedad de un segmento político que trabaja por mantener el actual modelo.
Durante el actual periodo de Piñera, el presidente de menor apoyo y abandonado por sus propios votantes, que se encuentra escondido y flanqueado también por una derecha dividida NO ES EL INTERLOCUTOR VALIDO. Justamente la solución no es el actual gobierno en pleno, ellos son el problema.
Y se vuelve a lo que siempre ha sido el pan de todos los días.
Necesitamos una salud de calidad. Apura un nuevo modelo de ingreso a la universidad. La PSU está caduca y no responde a las necesidades para las nuevas generaciones ni las necesidades del país.
La derecha heredera del nefasto proyecto ideológico de Guzmán está condenada a defenderlo y debe hacerlo porque ellos representan a los grupos económicos que durante años los financiaron.
Entonces es evidente que aún queda por recorrer para alcanzar una victoria contundente en abril. Ya comenzaron la campaña del terror, andan diciendo que la victoria del apruebo significará la abolición de la propiedad privada y que la educación será responsabilidad única del Estado.
Terror puro y duro, el 1% y algunos más tiene sus propios colegios donde se transmiten sus asuntos de vida, a los que llegan incluso los hijos de funcionarios de todos los gobiernos. No se conoce a nadie, a ninguna autoridad que haya enviado a sus hijos a una escuela municipal.
La calle debe mantenerse alerta porque ha sido ese ruido que despertó a Chile.
Sin piedras, sin primera línea, sin la asistencia de millones para el 26 de abril se le entregará nuevamente a la derecha un país al que ellos durante años han convertido a los chilenos condenados a vivir nuevamente con las manos en alto en un permanente asalto.
Hasta que no quede piedra sobre piedra. No debe condenarse la violencia, ese es un peaje que le hace mucho daño al esfuerzo de miles que salen todos los días a las calles.
Por Pablo Varas