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En Chile la salud no es un derecho, es una mercancía

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La actual constitución no reconoce como un derecho de todo ciudadano el contar con un servicio de salud oportuno y de buena calidad. Lo que la constitución dice, en su artículo 19, es meramente que “toda persona tendrá el derecho de elegir el sistema de salud al que desea acogerse, sea este estatal o privado” En otras palabras, todo chileno tiene el derecho a elegir entre una atención de salud de alta calidad, como la que se ofrece en las clínicas privadas para los sectores de altos ingresos, o los servicios de salud que se ofrecen en los consultorios y servicios de emergencia de los hospitales públicos. Lo que no se dice que para elegir una de las opciones hay que tener una buena cantidad de plata. El que no es lo suficientemente rico, no tiene capacidad alguna de elegir: debe ir obligatoriamente a los hospitales y consultorios públicos. Pero el contar con un servicio de salud de buena calidad y en forma oportuna no está garantizado como un derecho en la constitución y, por lo tanto, nadie tiene derecho a reclamar algo que nadie le ha ofrecido.

 

Lo único que está garantizado – aun cuando no está expresado en esos términos en la constitución – es que los sectores de altos ingresos tienen acceso a los servicios de salud que se les ocurra, puesto que tienen como pagarlos, y los sectores de bajos ingresos no tienen esa opción, sino que están obligados concurrir al servicio público, con todas las limitaciones y problemas que éste tiene.

Esta redacción presente en la constitución coloca a los servicios de salud al mismo nivel que cualquier cosa que se pueda comprar y vender en los mercados. Todos tienen derecho a elegir entre comprar un auto o no comprarlo, o a elegir entre un auto barato y uno caro. Todos tienen derecho a ir a los mejores restaurantes de Santiago, o ir a restaurantes barato y de mala o de dudosa calidad. Todos tienen derecho a gastar su dinero en lo que se les ocurra. Si tienen mucho dinero podrán tener muchas ocurrencias y comprar mucho y bueno. Si tienen poco dinero, no tendrán derecho a muchas ocurrencias y solo podrán comprar poco y malo. En síntesis, como no todos tienen la misma cantidad de dinero, hay algunos que tienen más derechos que otros.

Esta situación tiene que cambiar, y para ello es necesario cambiar la constitución. En la mayoría de los países civilizados del mundo contemporáneo, la salud es un derecho que el Estado tiene la obligación de asegurarle a todos los ciudadanos, por medio de un servicio básico, eficiente y universal, que se financie con el aporte o con los tributos de todos los ciudadanos por igual, de los ricos y de los pobres.

 

 

Sergio Arancibia

 

 

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