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El proceso constituyente de las elites será como apagar el fuego social con bencina: advertencias del historiador Felipe Portales

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El historiador Felipe Portales, autor de numerosos y aclamados libros y artículos sobre la historia de Chile, advierte una vez más sobre las consecuencias que traerá el proceso constituyente que se abre a partir del plebiscito del 26 de abril.

 

En varios correos electrónicos, Portales, un crítico de la transición espuria neoliberal, dice que «el proceso es una farsa que pretende legitimar una «nueva» Constitución; cualquier conducta electoral personal da lo mismo. La actitud conservadora actual de la ex Concertación más el «seguro» del cerrojo de los dos tercios de la derecha pinochetista hace completamente ingenuo esperar la posibilidad de una Constitución democrática a partir de esta farsa».

 

De inmediato agrega: «Pero lo peor sería ir a votar entusiasmándose (y que más personas se entusiasmen y en alto grado) con lograr un cambio constitucional imposible, porque la desilusión sería espantosa y la frustración, indignación y rabia se expresaría finalmente en una violencia tremendamente más masiva y destructiva que la actual y que, a la vez, tampoco tendría la fuerza como para establecer un cambio democrático».

 

Felipe Portales ha escrito profusos artículos sobre la transición, que ha estudiado y analizado con precisión y erudición. El actual proceso, instalado e impulsado por las mismas elites que han gobernado durante los últimos treinta años, no ofrece nada nuevo. Es más, incapaces de imaginar un país diferente a la medida de sus privilegios, lo que harán será cambios mínimos para darle continuidad.




 

Así, dice: «El liderazgo de la Concertación configuró una virtual dictadura -en conjunto con la derecha- destinada a legitimar, consolidar y perfeccionar pacíficamente el modelo neoliberal que la dictadura había impuesto a sangre y fuego. Todo esto estalló en octubre pasado debido al hartazgo de años de la mayoría de los chilenos con el modelo extremadamente injusto, explotador y abusivo impuesto y consolidado por «las dos derechas» (como también las definió hace varios años, Sergio Aguiló)».

 

Y agrega: «La imposición de las dos derechas del acuerdo del 15 de noviembre representa una astuta forma de prolongar el «modelo chileno», a través de una «nueva» Constitución consensuada que tendrá como «garantía» (por si la ex Concertación quisiese, muy improbablemente, volver a sus posturas progresistas de los 80) el poder de veto de la derecha que le brinda el aberrante y antidemocrático quórum de los dos tercios».

 

Para concluir: «En este escenario lo único cabe es aprovechar estos dos años para denunciar, denunciar y denunciar a las dos derechas, para que así finalmente las mayorías comprendan que deben «deshacerse» de ambas para realmente encaminarse a una genuina democracia que termine con el «modelo chileno». Y que los que quieren ir a votar en la farsa plebiscitaria y en la elección posterior lo hagan, pero sin caer en el garlito de las expectativas que no solo pueden contribuir a legitimarles más la farsa en el corto plazo, sino además -y mucho peor aun- a condicionar una violencia mucho más destructiva una vez que se den cuenta que han sido nuevamente engañados por enésima vez por el liderazgo de la ex Concertación, acentuándoseles hasta el paroxismo la frustración, la indignación y la ira».

 

 

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  1. Creo que el golpe puede venir de la propia Asamblea Constituyente o Convención, si se declara, como corresponde, soberana absoluta, porque NADIE puede pautear una asamblea de ese tipo, porque es la máxima demostración de la soberanía popular. No tendrían por qué aceptar el acuerdo cupular.

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