Las lecciones que deja al sindicalismo de clase la explosión social del 18 de octubre
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Cuando la rabia acumulada explosionó, todo un pueblo se lanzó a la calle y aún sigue allí.
Nuevamente, al igual que el 2006 y el 2011, los estudiantes encendieron la mecha y una población hastiada finalmente salió de su letargo y se puso de pie.
Y a casi un mes del estallido no ha parado de expresarse en todas las formas posibles.
Nuestra CGT, escuchando las orientaciones de la Central Clasista, llamó desde el primer día a los trabajadores a actuar en conciencia, invitándoles a manifestar en sus barrios y participar de todas las acciones en desarrollo, llegando a la paralización de labores en donde estuvieran en condiciones de hacerlo
Pusimos especial énfasis en la necesidad de romper el miedo en los lugares de trabajo, realizando asambleas, tranquilizando a quienes estaban preocupados de sanciones cuando por cuestiones de cualquier tipo llegaban atrasados o no podían llegar a sus turnos.
El balance hasta ahora es bastante positivo, pues han sido miles quienes saliendo de sus turnos se han plegado a las marchas que se realizan sin pausas en ciudades y pueblos de nuestro Chile. De la misma manera son cientos quienes nos ayudan en la distribución de propaganda en las calles y a la salida de algunas empresas.
En muchas empresas los trabajadores no han concurrido a sus turnos o han exigido condiciones de traslado y seguridad para cumplir sus labores. Nadie se ha quedado sin dar su opinión y aunque aún nos falta para responder en forma óptima a los llamados de nuestra Central, los pasos dados dejan ver como los trabajadores desarrollan su conciencia de clase.
No se han descuidado las asambleas regulares como tampoco las negociaciones colectivas, fortaleciendo las asesorías y la presencia de dirigentes nacionales y de base en él proceso, lográndose varios acuerdos sin llegar a la huelga, además de contactos diversos con sindicatos no afiliados.
En momentos de presión patronal por congelar y disminuir beneficios, es destacable el promedio de 5% de reajuste real más otros beneficios directos, logrados por los sindicatos de DICOTEX y EMPACK en la Región Metropolitana, así como el aumento de $ 20.000 a los sueldos bases más otros beneficios lo grado por los compañeros y compañeras de la empresa CAL AUSTRAL en Dalcahue X Región.
Como organización sindical siempre hemos puesto énfasis en la necesidad de educar a los trabajadores, pues en la medida en que ellos asuman conscientemente su condición de miembros de la clase trabajadora, harán propia la exigencia de construir organización, presentar pliegos de peticiones y luchar por lo que saben que merecen.
La lección que nos deja nuestra “Revolución de Octubre» es que a la demanda justa de la masa movilizada, debemos incorporar organización acerada, para así sostener con fuerza los logros que se vayan obteniendo y que son producto de las luchas organizadas.
Como en otros octubres que el mundo recuerda, solo la unidad y la organización, además de la convicción de victoria, logran darle vuelta el tablero a los opresores que, en su desesperación, dejaran caer algunas migajas esperando que las tomemos y detengamos nuestro camino.
LA DESESPERACIÓN DE LA CLASE EN EL PODER Y LA CONSTITUCION
Por años reclamamos mejoras profundas en las leyes laborales así como en salud, vivienda, y educación, entre otras justas demandas. Que recibimos a cambio? Generalmente nos ignoraron y nos dieron de palos y balazos.
Cuando la desesperación era tan grande que seguía expresándose a pesar de la sangre derramada, los dueños del poder se comprometían a buscar soluciones, se manifestaban conscientes de la “cuestión social” y se juramentaban a mejorar las cosas dictando leyes, que aunque dictadas de poco sirvieron.
Así ha sido durante más de un siglo y lo único que ha cambiado hasta ahora es el ropaje del represor y los instrumentos con los que castigan a quienes no aceptan sus designios.
Debemos estar muy claros de esto para saber por dónde seguimos caminando.
Nuestras demandas son profundas pues apuntan a un cambio en la sociedad.
No queremos seguir siendo maltratados y para ello debemos dar la pelea por quitarle al capital sus prebendas y desde allí avanzar hasta neutralizarlo completamente.
La actual rebelión social muestra a los poderosos un pueblo decidido, no dispuesto a entregar la calle si no se satisfacen sus demandas mínimas y entonces entran en desesperación, castigando con mayor saña.
Han hablado de la pérdida de miles de empleos y del daño que hacen las protestas a la economía del país y sin embargo anularon la última alza del Metro y la locomoción publica, hace un mes que no suben la bencina y están entregando migajitas aumentando el ingreso mínimo y las pensiones asistenciales, incluso dejaron pasar hasta ahora la rebaja de la jornada de trabajo a 40 horas, todo con el objetivo de desmovilizar a los alzados.
Y como los rebeldes no ceden hacen su jugada maestra, que pese a ser de manual no deja de encontrar incautos que caen en ella.
Se crea un ambiente de caos, violencia y terrorismo, se habla de movidas de los milicos y de la conculcación de algunos derechos si siguen las protestas, para terminar llamando a la paz. Desesperadamente llaman e invocan la paz los mismos que la alteran y la destruyen en el día a día.
Los medios de comunicación juegan su rol gustosos. Visitan las zonas de conflicto y van a los barrios – los mismos que han ignorado por décadas – entrevistan a algún lesionado o familiar de ellos, presentan declaraciones lacrimosas de gente modesta ignorando conscientemente, a los millones de modestos que si protestan y quieren cambios de fondo.
Políticos de distinto cuño se muestran de acuerdo con las demandas de la población (los mismos que las ignoraron hasta en la discusión de la ley sobre las 40 horas) pero rechazan el uso de la violencia (no todos son enérgicos con la violencia policial que es el detonante de la respuesta popular), hasta que se reúnen todos en una maratónica jornada para concluir en un acuerdo ¡¡¡sobre el que jamás consultaron al pueblo!!!.
El 12 de noviembre, la mayoría de los que han inclinado – nuevamente – su espalda ante el poder del capital y sus representantes habían suscrito un acuerdo en el que proponían para salir de la crisis 3 puntos irrenunciables: Plebiscito, Asamblea Constituyente, Nueva Constitución. No le preguntaron a nadie pues ellos dicen ser los representantes del pueblo y 2 DIAS DESPUES reniegan de lo que primero habían acordado y llegan a acuerdos con los mismos que son los primeros responsables del casos social que están todos lamentando.
Además de los Comunistas, también los Humanistas y los Regionalistas Verdes (los tres con representación parlamentaria) aparecen rechazando este acuerdo y al menos podrán mirar de frente al pueblo cuando éste le pase la cuenta a todos los que, en su nombre, le han traicionado. Aunque seamos claro, algunos de estos partidos dieron sus votos para aprobar leyes laborales que de poco o nada han servido a la lucha popular.
Una nueva Constitución es una demanda de años y será fruto de una Asamblea Constituyente, este ultimo instrumento que ha sido desechado por los mismos que lo reivindicaron un par de días antes.
Y sin embargo, debemos tener claro que nuestra lucha no se ha perdido.
Con la Constitución pinochetista demandamos derecho a sindicalización y negociación colectiva. Con esta Constitución hemos avanzado en evitar el descuento del aporte patronal al Seguro de Cesantía cuando despide por necesidades de la empresa y con ésta hemos salido a la calle para exigir que las y los trabajadores sean dignificados.
Para luchar por lo nuestro no necesitamos de una Constitución fraguada a espaldas del pueblo ni de parlamentos afines al poder.
Necesitamos de organización y trabajamos para acrecentarla.
LA REPRESION NO PARARA
Cuando se les fue de las manos la movilización ciudadana, sacaron a la calle a las fuerzas armadas. Golpearon sin asco y mataron, violaron todos los derechos de los ciudadanos y fue de tal magnitud su crudeza, que hasta los medios de comunicación, serviles hasta el hartazgo, debieron dar cuenta de algo demasiado evidente e imposible de ocultar.
Las Fuerzas Armadas y Carabineros salieron a la calle a matar y cumplieron con lo que se les encomendó. Sembrar el caos, infundir miedo y terror en la población, exponer su poderío para que quede claro quiénes son los que mandan. Ellos gozan de inmunidad. Cumpliendo las ordenes que les da el capital no serán castigados y lo grafican muy bien en su actuar, altanero, prepotente y grosero.
Los militares estuvieron un par de semanas. Fueron denunciados de palabra y con imágenes por su actuar violento y atentatorio contra los derechos humanos y hasta ahora, salvo en un caso suficientemente silenciado, no han recibido sanción, salvo aquella que pudo disponer el mando, que son en definitiva las jefaturas que envían a reprimir y matar.
Ellos ya actuaron en Santa María de Iquique, Marusia, Jose Maria Caro y en muchos otros lugares donde los obreros demandaron respuestas a sus demandas. Y su actuar fue a sangre y fuego. ¿Porque tendría que ser distinto ahora?, ellos cumplen las ordenes que les da el capital y seguirán haciéndolo cada vez que éste se sienta tocado en sus jugosas ganancias.
El director general de carabineros lo dijo hace unos días. “No voy a dar de baja a nadie, ni aunque me obliguen”, expresando “gratitud por todo lo que están haciendo, somos parte de la solución y lo estamos haciendo bien pues el orden y la seguridad se deben imponer”.
Claro y concreto y por esto los felicita el gobierno y todos los servidores del capital.
Bueno, que les quede claro que la lucha popular no parará y la creatividad se irá acrecentando para dar con elementos de protección que aminoren el daño que están causando con sus gases, balines y perdigones.
La violencia no la pone el pueblo y éste tiene el legítimo derecho a defenderse.
La Lucha sigue.
MANUEL AHUMADA LILLO
PRESIDENTE CENTRAL CLASISTA DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS
SECRETARIO C.G.T CHILE
Gino Vallega says:
Un análisis correcto de la situación actual del movimiento popular masivo por sus derechos. Ante la represión oficial intolerable , el pueblo debe defenderse pero no exponerse
contra las armas e injusticias (recuerde la petición de S. Allende) sino dándolas a conocer con la esperanza que la justicia sea capaz de actuar (hasta ahora en promesa).Hay que seguir inventando el despertar de Chile hasta lograr que «la dignidad sea costumbre».